"El propósito del arte no es una quintaesencia intelectual, rarificada
sino la vida, la brillante e intensa vida."

Alain - Arias Misson

jueves, 1 de septiembre de 2016

Alma de Mayor (Parte 11)


     Ahora que hablé de los órganos que habitan en la oscuridad de la pelvis, al mencionar las trompas de Falopio se me ha despertado uno de mis arrebatos lingüísticos y quiero compartirlo:

     En Medicina somos unos bárbaros del barbarismo, es decir abusamos de él.

     Uno que se usaba en mi juventud para hablar de la tan prohibida ligadura y sección de las trompas uterinas era el de “falopiectomía” ¡qué término absurdo! ¡nadie estaba partiendo en dos al buen Falopio!, anatomista que le dio su nombre a los tales apéndices. Apéndices éstos que, a diferencia del intestinal, si tienen una muy importante función de la que hablar; esta vez en términos lingüísticos. Resulta que el encuentro del óvulo con el espermatozoide sucede en una de estas trompas. ¡Ahí se funden! …y la dama queda ‘embarazada’ …¿por qué este pinche término? ¿por qué desplazó al término ‘preñada’? siendo que éste viene de ‘impregnada’ que me parece más lindo, más poético y de mayor significado?

     Así es el abarrote. Así es la Filología, la hermosa ciencia del lenguaje cuya vertiente literal es una y la histórico filosófica es otra. Las palabras cambian de significado en su devenir histórico. Muchas veces su etimología no las describe satisfactoriamente en su uso actual y en ocasiones por aclarar un término acudiendo puramente a su significado etimológico se confunde uno y la caga (me ha sucedido …no se crean …presumir de erudito a veces no es negocio …una vez fui agriamente criticado por aplicarles el término ‘semáforos’ a los apóstoles) …(¿y qué? …¿‘sema’ …y ‘foro’ no quiere decir ‘señal’ y ‘llevar’? El que lleva la señal, el apóstol, el semáforo) (…puta madre por poco y me linchan).

     Hoy en día el término ‘preñada’ es para las vacas, siendo como es, el término más bonito para describir eso de ‘estar en estado’  (otro término pleonásico e idiota)…al menos para mí.

     Tuve un compañero que odiaba a su suegro casi nada más por una expresión que le oyó y la cual según él reflejaba claramente la clase de animal que era. Aquel suegro dijo que las mujeres deberían estar siempre como las escopetas: detrás de la puerta y cargadas.

     Este otro término de la pregnancia: ‘estar cargada’ si es horrible, como también es disgustante el de ‘estar enferma de bebé’ o ‘ya se alivió’.

     En fin. Me salgo del tema lingüístico, que aunque mucho me gusta …no es para tanto.

     Don Manuel Moreno Castellanos era coronel o general, no lo recuerdo bien pues nunca lo vi uniformado. Lo conocí y traté (tuve esa fortuna, ese privilegio) siempre vestido de blanco, filipina y cuello abierto, con maletín de médico en la mano o vestido de cirujano. Estacionaba su coche muy allá, bien lejos de la puerta principal, por el asta bandera, y se venía caminando vestido como médico interno, sin aspavientos ni buscando saludos o prebendas de ninguna especie.

     El, al igual que el maestro Abelardo Zertuche, fue de mis maestros preferidos por su carácter y preparación, llegando a ocupar ambos el cargo de Director de Sanidad Militar por cortés y atenta invitación de sus respectivos Secretarios de la Defensa, quienes los respetaban, admiraban y a quienes ya no pudieron ni supieron escondérsele para no ser nombrados como tales.

     Decía medio en broma y medio en serio Don Luis Martínez Fajardo, también general, también jefe de servicio (éste de Ortopedia) y también director de sanidad militar, a uno de sus alumnos: “no te descuides porque capaz que te hacen general”.

     Recién llegado a su sala (de Moreno Castellanos) se me ocurrió pasar visita a mí solito y, viendo en la pared abdominal de una paciente, operada de vesícula días antes de entrar yo al servicio, una sonda que no drenaba nada, se me ocurrió jalarla y quitarla creyendo que era una pinche sonda de drenaje común y corriente. El ‘interno’ anterior a mí; el que había escrito el dictado de operación en el expediente (y que leí presuroso) describía una cirugía de vías biliares sin accidentes ni incidentes. Todo sin chiste …a mí parecer.

     ¡En toda la madre! ¡aquello era una sonda que yo no conocía, en forma de “T”! ...efectivamente, era una sonda en T aplicada en el colédoco y que por ningún motivo debería ser extraída sin estudio radiológico previo con medio de contraste inyectado a través de ella, pues la cirugía no había sido una colecistectomía simple, o sea no nada más se había quitado la vesícula sino que, al encontrar lodo biliar al seccionarla, se había optado por abrir ese canal biliar serio y majestuoso llamado colédoco, que une las vías biliares al intestino y dejar una sonda temporal en él (para quitar la vesícula se corta el “cístico”, que une a ésta con el colédoco, nunca se secciona el colédoco, tan sólo se incide y explora en ocasiones, como la de esta paciente). Buen cuidado tenía el maestro Moreno Castellanos al prohibirnos cortar el cístico sin estar él presente en aquellas vesículas que nos dejaba operar a partir del tercer año de ‘residencia’ …no fuera a ser que algun pendejo, caliente de manos, causara un desaguisado.

     ‘Lo único más peligroso que un pendejo es un pendejo con iniciativa’…lema que campeaba como dogma por los quirófanos del Hospital Central Militar y del que estaban muy conscientes y pendientes los cirujanos con elevado sentido de responsabilidad que tenían médicos jóvenes y ansiosos bajo su mando. Muchas veces tuvimos que estar con el campo operatorio abierto y cubierto con compresas húmedas tibias en espera de que llegara el maestro, se asomara por arriba de mi hombro, dijera: “a ver hijo, enséñame el cístico” (¡no hombre!, no el mío), y una vez seguro de que sí lo era, autorizaba su corte y, entonces sí, a recibir envuelta en una gasa la vesícula llena de piedras y salir muy orondo a mostrársela a su familia (no a la del maestro ¡tarado! …a la del paciente) …que casi siempre era ‘la paciente’, ya que en las mujeres multíparas (de varios hijos) siempre fue y sigue siendo muy frecuente este padecimiento de vías biliares obstruidas, vesículas empedradas y conductos biliares enlodados.

     Nunca supe la causa pues en aquellos años no se sabía, y si ahora se sabe, yo ya no estoy enterado ya que ando metido en otras cirugías en que se sale con una pendejadita llamada catarata para enseñársela a la familia …y ya ni eso, pues el tan exhibido cristalino opacificado mal llamado ‘catarata’ ahora es desintegrado, emulsificado y extraído por absorción no quedando nada que presumir, excepto una visión magnífica a las pocas horas de operado y haber sido sustituida esa gran lenteja opaca por un precioso lente intraocular flexible, que parece un insecto enrollado el cual se introduce con jeringa (¡sí, sí! ¡se inyecta!) por una incisión de apenas milímetro y medio de longitud, y ya adentro, en su lugar detrás de la pupila, va abriendo lenta y majestuosamente sus dos patas largas y curvas él solito, como una mariposa saliendo de la crisálida, hasta quedar sólidamente prendido en su nueva y definitiva estancia para darle al feliz pacient@ una vista magnífica desde el día siguiente y una calidad de vida inimaginable cuando yo hice la especialidad. Años aquellos en que había que prescribir unos fondos de botella de poca madre que daban una visión casi tubular sumamente engañosa, y eso hasta los tres meses de la cirugía.

     Como se puede ver, los médicos sí hacemos las cosas mejor …¿las están haciendo así quienes dirigen el destino de nuestra patria?

     Yo ya esperaba ser fusilado al amanecer cuando el maestro pasara visita y preguntara quién había sido el pendejo que extrajo la sonda en T sin su consentimiento …pero ¿que creen que pasó? ...ni me peló. Al que cagó ya en privado y sin nadie que lo supiera (en el ejército nunca se amonesta en público y mucho menos en presencia de subalternos) (a mi me lo dijo el mismo amonestado) fue al Dr. Tomassi, subjefe del servicio, brillante ginecólogo algo más joven que él, por no haber tomado las precauciones para que un tonto y engreído ‘interno’ de primer año como yo, no pudiera tomarse tales atribuciones por mucho que ya hubiera hecho un año de pasante cubriendo guardias nocturnas y participando en numerosas cirugías vespertinas en el Sanatorio Durango al lado de Ruperto Pérez Muñoz; jefe de Cirugía de Tórax del Hospital Central Militar, pero a quien nunca vi por ahí como también fue el caso de Don Rafael Moreno Valle, a quien nunca vi por las salas de Ortopedia a pesar de que era el jefe. Estos asuntos de médicos excelentes que no atendían a sus servicios siempre me parecieron extraños e irresponsables y me hicieron ver que las influencias y el poder, asociados a las irregularidades administrativas también se daban entre mis admirados maestros. Sea desde aquí mi primera muestra abierta de inconformidad y a la cual nunca le di demasiada importancia pues los adscritos eran tan pero tan chingones que me enseñaron tanto o más que muchos jefes de sala. Esto lo viví también en mi escuela Moo Duk Kwan de Tae Kwon Do, donde los cintas marrones avanzados eran quienes casi siempre obtenían los triunfos necesarios para figurar en los equipos que iban a las olimpiadas y a los campeonatos mundiales …estaban como navaja los malditos ...mejor que los cinta negra en muchas ocasiones.


     En esa mi escuela de artes marciales se valía ponerse una cinta de mayor graduación en los torneos (era el caso de estos marroncitos que se ponían de negra para los grandes combates). Lo que no se valía era ponerse cintas de menor color en torneos menores para andar madreándose a muchachos menos formados y ganando premios injustificados. Había escuelas que sí lo permitían, pero no diré nombres más que a quienes me lo pregunten con motivos justificados.