A L M A
RECUPERADA
Eduardo F. López Rodríguez
I N D I C E
PRÓLOGO …………………………………… 4
I. TRES MESES DE ENCIERRO …………….... 6
II. ¿ME ESTÁN SECUESTRANDO? ………….. 8
III. COCHES HUEVONES Y EXCUSADOS
LEPROSOS ………………………………….. 15
IV. DORMITORIO TIPO AUSCHWITZ ……….. 21
V. VOCABULARIO DE ANEXO ……………… 31
VI. CÓMO VIVIR VENDIENDO JITOMATES
DEL BASURERO …………………..…….… 39
VII. EL AULA CAMALEÓNICA. PATO -
AVENTURAS Y BROMAS PESADAS …….. 49
VIII. LOS SANTOS LÉPEROS …………………… 60
IX. LO QUE COMEN LAS ALMAS PERDIDAS
EN BUSCA DE DIOS ………………………. 66
X HERMANOS POR NUESTROS DEFECTOS
NO POR NUESTRAS VIRTUDES ………… 71
XI LA DOLOROSA ALEGRIA DE LOS
DÍAS DE VISITA …………………………… 80
XII FLAGELARSE CON EL LÁTIGO DE LOS
PENDEJOS. EL ESPACIO HERIDO ………... 86
XIII CÓMO LOGRAR CONFESARSE
“DE TODO” ……………………………………92
XIV IDIOTAS A VUESTRO LADO
SIEMPRE LOS TENDRÉIS …………………… 99
XV. LAS JUNTAS COMO LAXANTE …………….108
XVI. UNA LISTA SUPER LISTA ……………………117
XVII. ‘LAS DOS DEDICATORIAS’
EMOCIONES DE PRIMER ANIVERSARIO .. 133
XVIII.¡ACOMPÁÑAME A LEER …Y A LLORAR
CUATRO MINUTOS! ……………………….. 137
XIX . MI SED …TU SED …NUESTRA SED …… .. 146
XX. LAS CARTAS DE MIS HIJAS ……………... 149
EPÍLOGO………………………………….... . 163
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P R Ó L O G O
Cuentan que murió un alcohólico drogadicto y mientras San Pedro buscaba su nombre en el registro, aquel vio allá adentro un tipo enorme, con una espada reluciente y le preguntó a San Pedro:
---- ¿Ese es el Cid Campeador?
---- No mi buen, es el Arcángel San Miguel, el que puso Dios de guardia en el paraíso para que no entraran Adán y Eva después de expulsarlos.
---- ¿Y que chingados hace ahora?
---- Es quien cuida de los policías y fuerzas armadas.
---- ¡Aaah! ¿y ese otro tan brillante, con alas y un micrófono en la mano?
---- Ese es el Arcángel San Gabriel, quien le comunicó a María la noticia de su embarazo.
---- Y ¿a qué se dedica ahora?
---- Pues a evitarles el mal a todos los locutores y miembros de agencias noticiosas.
…Y así siguió Eduardo preguntando y recibiendo contestaciones . Que si aquél era Uriel, el Arcángel del medio día, que si aquel otro San José, el cuidador de las once mil vírgenes …hasta que se le ocurrió preguntar:
---- Oye Pedrín: y …¿quién cuida en el mundo a los
alcohólicos, drogadictos y todos los demás de
la onda adictiva?
---- A esos, mi querido Eduardo, los cuida Dios personalmente …a su manera. Nadie los toca más que Él.
Este libro es el testimonio de cómo Dios manejó mi caso.
I
TRES MESES DE ENCIERRO
Pues en Casa Carrasco la encerrona duraba dos meses hasta poco antes de que yo llegara pero debido al alto índice de recaídos, le habían subido a tres mesecitos nada más ¿eh? ¿qué te parece? …trece semanotas, alrededor de noventa larguísimos días, con lo cual las recaídas siguieron totalmente igual.
La solución no está en una gran duración del proceso (¡qué feo suena eso de “proceso”! ...parece carcelario) sino en su aprovechamiento; claro está, después de una buena desintoxicación ya que en una cabeza obnubilada no entra ni madre.
Como “lo primero es lo primero”, según reza uno de los cuadros que siempre verás en todo salón de A.A. y que, aunque parezca una perogrullada tiene su miga, como más adelante explicaré (si no me pierdo yo solito entre tantas cosas), comenzaré por el primer día de mi proceso en este interesante y muy emotivo asunto de mi recuperación y salida del prolongado y tenebroso bosque de los psicotrópicos y el alcohol, ampliamente relatado ya en mi libro anterior: “Alma en Caída” y de lo cual sería ocioso ocuparme ampliamente una vez más. Si quieres saber los
detalles de mi caída tendrás que leerlo aunque, en éste, seguro estoy que saldrán a relucir mis fondos de sufrimiento una y otra vez.
II
¿ ME ESTÁN SECUESTRANDO ?
Fue un miércoles por la tarde …treinta y uno de Mayo del dos mil seis ¡ nunca se me va a olvidar !
Llegué a casa a la hora de comer y tan sólo recuerdo que abrí una botella de ron de a litro y varias cajas de pastillas de Rivotril.
Me puse a escribir pendejada y media con la idea de morir esa tarde …pero me quedé dormido. Ni eso supe hacer bien …o ni la muerte me quiso.
Estaba tumbado en el sofá de la sala cuando abrí los ojos (supongo que me sacudieron) y vi a un hombre joven junto a mí. Repartí la vista y descubrí a otro junto a la puerta de entrada al departamento y otro más al fondo del cuarto de la tele.
No venían de blanco y con filipina como los cabrones que me habían llevado en otras ocasiones a la Clínica San Rafael. Estos parecían como recién llegados de cualquier parte y pensé que tal vez me estaban secuestrando pero estaba tan ebrio y empastillado que me valió madre. Me hicieron ponerme de pie diciéndome que todo estaba bien y aquí mi mente quiso empezar a trabajar. ¿Qué era lo que estaba bien? …pero como no tenía idea de lo que podía estar bien o mal acepté un vaso de cuba ya comenzado que había en la mesa del comedor (luego me enteré que le dicen “la generosa”) que me fui bebiendo escaleras abajo y en el trayecto dentro del cochecito que traían, tirándomelo todo encima por el movimiento del coche, por mi pulso infame y porque me estorbaba la toalla que me habían echado sobre la cabeza.
Por cierto que esta mañana, la de hoy, sí, la de hoy, vi pegada en un ‘coche huevón’ (luego te explico que es esto), viniendo de coordinar una junta en Carrasco, una calcomanía que me hizo recordar aquella tarde, vívida pero humorísticamente: “Si bebe no maneje …al pasar un tope puede derramar toda la cerveza”.
Esta curiosa costumbre de taparle a uno la cabeza en los trayectos inmediatos a los rituales de internamiento, tales como el de dicho traslado y también al subirlo a uno a bañarse por vez primera al baño del dormitorio, no sé por qué siempre me causaron una impresión de cierto misticismo cristiano. De alguna manera me recordaban vivamente la imagen de un Nazareno. Tanto así que ya llevando más de un mes anexado, una tarde que, estando en junta, subieron a un compañero a bañarse, me pareció tan vivamente ese compañero barbudo y agachado la imagen descrita, que me dije que tal vez ese momento llevaba la señal de que me iba a recuperar.
El Chovi II (…han pasado tantos ‘Chovis’ por Carrasco) que así se llamaba ese compañero; murió unos días después entre prolongados gritos de pánico en medio del delirium tremens.
Si una señal para mí hubo en él no es cosa que venga al caso discutir pero de lo que sí tengo la certeza es de que Dios estuvo en él así como está adentro de todos nosotros antes de ser liberado con nuestra muerte.
“En esta hermosa prisión
del amor, en que yo vivo;
yo tengo a mi Dios cautivo
y libre mi corazón.
Y causa en mi tal pasión
ver a Dios mi prisionero
que muero porque no muero.”
¿Sabes de quién es esto? …es de una mujer del siglo dieciséis bastante fea en lo físico pero resplandeciente en lo espiritual: Santa Teresa de Jesús, la gran santa de Ávila quien a través de estos más de cuatro años de recuperación que llevo me sigue llenando la mirada de dulzura y los ojos de humedad cada vez que leo su poesía.
Esto del arte y el despertar espiritual yo lo he sentido profundamente. Me ha ayudado de una manera muy especial aunque sé bien que no es el camino para todos pero como estoy hablando de mi caso debo desarrollar el tema antes de seguir adelante.
Educado en el catolicismo pensé que en éste radicaba una buena dosis de arte como apoyo de las emanaciones espirituales tanto en las múltiples pinturas de las iglesias como en sus altares y arquitectura pero me sorprendí enormemente hace ya años cuando, después de leer por primera vez el ‘Soneto a Cristo Crucificado’ cuyo autor aún no se conoce a ciencia cierta, me enteré que no fue favorecido por la opinión eclesiástica durante la época de la Colonia en México –cuando fue publicado por vez primera …porque era muy ¡¡ islámico !!
Ahí te va para que te hagas un juicio:
“No me mueve mi Dios para quererte
el cielo que me tienes prometido
ni me mueve el infierno, tan temido,
para dejar por eso de ofenderte
Tú me mueves Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido.
Muéveme ver tu cuerpo tan herido.
Muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor de tal manera
que aunque no hubiera cielo yo te amara
y aunque no hubiera infierno te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera
pues aunque cuanto espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera”.
Pensaba yo que era un juicio temerario decir que este conmovedor soneto era más islámico que cristiano hasta que años después, ya metido en mi espiritualidad (que no religiosidad) comprendí que la lectura en forma acompasada y poética es más del Islam y del Judaísmo que del Cristianismo. Que por eso a los cristianos les parece gran parte del Pentatéuco una obra densa y opaca mientras que un lector judío balanceándose hacia delante y atrás como un soplo espiritual encuentra en este libro arrebatos insospechados.
También por eso el Corán leído o escuchado en otra lengua que no sea la árabe nunca produce lo que produjo en aquél joven Omar quien una noche encontró a Mahoma recitando el Corán suave y lentamente y años después relataba: “Mi corazón se ablandó, me puse a llorar y el Islam entró en mi”.
Pero si la lengua árabe tiene su magia y la judía la suya, el Castellano no se queda ni tantito atrás. Hubo alguien famoso (no recuerdo quién; creo que T.S. Elliot) quien hablaba Inglés pero con frecuencia gustaba de escuchar en Español que exclamaba: “¡Qué idioma sonoro! …tiene setenta y ocho partes de cobre y veintidós de estaño …como las campanas”.
Me he detenido en estos asuntos porque la recuperación de la drogadicción y el alcoholismo descansa no en las religiones pero si en la espiritualidad y por eso, en el edificio más importante de Alcohólicos Anónimos en Nueva York, hay un piso entero para celebrar todo tipo de actos religiosos en sus lenguas preferenciales.
Claro que toda esta onda espiritual yo la tenía totalmente apagada cuando entré a Carrasco. Su adquisición, conservación y transmisión forman parte sustancial de este libro ya que la recuperación, siguiéndose el programa de Alcohólicos Anónimos tiene un pilar fundamental que es la espiritualidad.
Los otros dos pilares de ese poderoso trípode son: aceptar que se trata de una enfermedad y que es indispensable la intercomunicación entre nosotros mismos.
Pues al llegar a esa casa, para mi ahora tan querida pero en aquel entonces tan amenazadora, me pareció ver una entrada como de casco de hacienda monumental con el nombre de “Casa Carrasco” labrado en un gran arco de piedra (la realidad es que era un letrero de plástico , blanco, negro y amarillo, colgado sobre la puerta).
Es una casa de tres pisos sobre un terreno de unos trescientos metros cuadrados aprovechada al máximo; a tal grado aprovechada que en ella compartí mi vida durante casi noventa días con otros ciento veinte compañeros día y noche a puertas cerradas.
Dentro de estas magras dimensiones yo creí ver, tal era mi estado de confusión y delirio, enormes espacios como de catedrales a cuyo interior llegaba la luz mortecina a través de vitrales multicolores. Deambulaba bajo aquella luz un hombre joven con pasamontañas en la cabeza y un morral colgando del hombro y afuera había grandes espacios abiertos como de monasterio antiguo bajo cuyos corredores otro joven estaba sentado llorando. A estas dos personas reconocí después y fuimos grandes amigos pero no estuvieron en ese lugar y circunstancias más que en mi imaginación.
III
COCHES HUEVONES Y EXCUSADOS LEPROSOS
¡Techumildásalaó! escuché, acompañada tamaña palabreja de un mamporro en la gruesa puerta y la invasión del recinto por un hombre alto con guayabera blanca.
La expresión quería decir: “Te echo humildad Sala O”.
El famoso “te echo humildad” correspondía a un “con permiso” y ya no lo usamos pues se oye patibulario y además la humildad no es asunto que se pueda andar echando por ahí como si tal cosa.
La “Sala O” es la sala de observación a donde pasa cada ingresado apenas llegar a la Casa. Es un cuartito de unos tres por cuatro metros con tres literas dobles, sin baño, por lo cual el excusado eran dos botes de a galón tapados con una tabla.
Me acostaron en la primera litera, junto a la puerta, en la de abajo y mirando siempre hacia arriba o hacia el interior del cuarto. Nunca hacia la pared.
Aunque aún no lo he averiguado supongo que tal costumbre era para saber si uno vivía o moría. Esto no es mamada. Aquel hombretón que entró aquel anochecer era el presidente administrativo y ya me andaba cambiando de litera cuando dijo:
---- ¡No! Que se quede ahí. En esa otra se murió uno hace poco.
Y luego se puso a hacer cuentas de muertos y le paró al llegar a no sé cuántos.
Esto me pareció consolador aunque no lo parezca pues me hizo ver que el sujeto aquél no me quería mal a pesar de que poco antes había preguntado mi nombre y cuando se lo dijeron exclamó:
---- ¡Otro pinche Eduardo!
Pues, como luego me enteré, ya éramos un chingo de Eduardos. En el transcurso de mi proceso llegamos a estar juntos, entre padrinos y anexados, doce con dicho nombre.
Cuando escuché esa exclamación sentí una mezcla de orgullo herido y miedo que me hizo incorporarme e írmele encima exigiéndole más respeto.
El querido padrino José Luis H. quien fue conmigo el protagonista de esta escaramuza ha repetido en diversas ocasiones con alborozo ese momento en que me le fui encima todo intoxicado.
Desde luego que no se mostró intimidado y me puso en mi lugar con una mezcla de severidad y cariño muy propia de él.
Muchos altos mandos conocí en el ejército y estoy convencido que el ejercicio de la autoridad de este padrino, sereno, sin aspavientos y generoso pero sin cachondeos, lo hubiera llevado a muy grandes alturas en el seno del Instituto Armado.
Lo de los varios muertos nunca pregunté si habían sido desde que se fundó Casa Carrasco como un anexo “fuera de serie” o desde el año dos mil en que lo tomó a su cargo la nueva y actual administración.
Déjame y te platico:
Allá por atrás de la Sala Ollin Yoliztli de la ciudad de México todo era un pedregal hace muchos años, igual que el de San Angel, formado por la lava del Xitle; nada más que este pedregal tenía barrancas y cuevas y no fue destinado a ser zona residencial de clase adinerada sino de multifamiliares y colonias proletarias, llevando el nombre de “Pedregal de Carrasco” (no me preguntes por qué).
En él se levantó una colonia llamada Isidro Fabela en honor de aquel ilustre mexicano del Estado de México cuya historia yo creo que nadie conoce por el rumbo y la cual es una zona de ‘rompe y rasga’ donde circula la droga de un modo por todo mundo conocido y que incluso tiene calles peligrosas de noche como es ‘Piedra Imán’ la cual no hay que confundir con la enorme y amplia Avenida del Imán.
Esta callecita son solamente unas pocas cuadras y corre por la espalda de la Sala Ollin Yoliztli como si fuera el dorso de una peineta de la cual emergen varias pequeñas calles, todas también con nombres de piedra: que si Piedra Fina, que si Piedra Alumbre, que si Piedra Carbón y dos o tres más, las cuales sólo tienen una cuadra de longitud (unos cien o doscientos metros) y terminan en otra calle paralela a Piedra Imán, llamada ‘Piedra Filosofal’.
En la esquina de Piedra Carbón y Piedra Filosofal está mi queridísima Casa Carrasco.
Cuando me asomé disimuladamente por una ventana enrejada de la sala de juntas, recién ingresado y vi en un poste los letreros de estas dos calles me pregunté que dónde chingados estaba pues eran nombres realmente como de un cuento de Harry Potter.
Esa callecita de atrás de la sala se pone de aúpa por las noches y sobre todo en sábado. En ella duermen el sueño de los injustos varios ‘coches huevones’ llamados así por la chamucada, todos despintados y jodidos, en donde se meten desde para ‘hacer un londres’ con la humareda de la piedra y marihuana como para meter mano o dejársela mamar por chico o chica desesperados por conseguir una grapa a como de lugar..
Por esta callecita, con zonas ideales para estar tumbados o en cuclillas a salvo de miradas indiscretas y en las cuales a veces por la mañana ves cosas tiradas tan disímbolas como un sofá rotísimo o un excusado leproso pintado de negro. Por esta calle, te digo, volvía yo años después los sábados por la noche, al terminar mi cine debate, del cual ya hablaré largo y tendido; caminando rumbo al periférico para cruzarlo por el puente peatonal al que le dicen el ‘puente Kennedy’ quien chingaos sabe por qué …me imagino que se debe a que por ahí …pero no tan cerca, está la unidad habitacional John F. Kennedy, donde por cierto vivía el chico que, al morir de forma violenta estando anexado en Carrasco hizo que esta Casa fuese cerrada por las autoridades en el año dos mil, siendo tomada luego por la nueva administración; que fue la que me tocó a mi …a Dios gracias.
Yo era todavía ignorante de zonas y rumbos de por ahí pero desde luego la idea de morir a causa de mi servicio no me parecía desagradable en absoluto …incluso apetecible, tal era la fuerza de mi espíritu aún a los dos años de recuperado …y digo esto porque no faltó padrino supuestamente destacado quien dijo en una junta de aniversario en mi grupo tradicional (ya hablaré también largo y tendido de mi muy querido Grupo San José) que eso de ‘la espiritualidad’ ya quería él ver cómo la tenía cualquiera después del primer año de recuperado, cuando ya se hubiera bajado de la ‘nube rosa’ y se estuviera enfrentando a los muchos y muy graves problemas que todo recuperado tiene que enfrentar.
Esto es cierto.
Muy cierta es esa frase tan escuchada durante mi proceso de que “los verdaderos putazos los vas a recibir afuera de aquí” pero yo me congratulo de haber mantenido alta mi espiritualidad a base de practicar el muy bello onceavo paso de nuestro programa de A.A. que dice: “Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto consciente con Dios, como nosotros lo concebimos, pidiéndole solamente que nos dejase conocer su voluntad para con nosotros y nos diese la fortaleza para cumplirla”
Tan importante es, que todos los domingos a las nueve de la mañana hay una junta de estudio, en el Grupo San José, destinada a este paso, la cual la coordina solamente gente con varios años de recuperación.
Este paso no lo vi durante mi estancia en Carrasco pues ahí se manejan tan sólo los tres primeros; sin embargo en la Reflexión Diaria, que se lee antes de cada una de las cinco juntas de cada día, se tratan los demás pasos e incluso las doce tradiciones las cuales no son tan importantes en las primeras etapas de la recuperación sino ya después, debido a que están orientadas hacia la conservación del grupo más que a la recuperación del individuo.
IV
DORMITORIO TIPO AUSCHWITZ
En sala ‘o’ me tuvieron tres días pero en el segundo me subieron a bañar al dormitorio …¡caaarajo! ….¡qué miedo! …¡que pinche miedo!
Desde las profundidades de la toalla que me tapaba la cabeza vi a un montón de cabrones trepados en literas desde donde me miraban curiosos e interesados. Crucé un pasillo como de cuatro metros por delante de todos ellos y llegué a una puerta …qué digo puerta …el quicio de una puerta que daba a un baño con tres regaderas y dos excusados, todo junto, así como dos grandes botes con agua enfrente de los excusados. Eso y una ventanuca en cuyo quicio había trozos de jabón era el único baño para los anexados en esa área …y éramos más de cien.
Me acompañaba uno de ellos de servicio en sala ‘o’ quien me trataba con paciencia y hasta cariño …Chencho no sé qué …nunca te olvidaré.
Terminado el baño volví a la planta baja, a mi litera provisional y traté de quedarme ahí para toda la vida pero al día siguiente se dio la orden de que me incorporaran al dormitorio.
El dormitorio estaba en el primer piso, subiendo una escalera que según me contaron luego tenía su historia pues por ahí rodaban los anexados a empujones, durante la administración anterior.
En el único rellano había, contra la pared, un Santo Cristo de Chalma y luego estaba la puerta, siempre vigilada y con candado.
Adentro de la puerta estaba todo lo que era el primer piso: el dormitorio con el baño y una sala de juntas con un bañito que contaba con regadera, lavabo y excusado (este sí con caja). Sala que se convertía rápidamente en comedor, cinematógrafo y salón de fiestas y visitas. Todo de un modo relampagueante a través de los compañeros que tenían ese servicio y que manejaban bancos, sillas y mesas plegadizas con singular habilidad y rapidez.
No más entrar al dormitorio me tomó de la cintura y se puso a bailar conmigo un joven que sonreía y me decía que así le gustaban …viejitos; ante la sonrisa de otro cabrón tumbado en un camastro en el que una gruesa cobija beige, que reconocí como la mía que me habían llevado desde mi casa y había usado de almohada en sala ‘o’; hacía también de almohada pero para ese desconocido que la disfrutaba a sus anchas ya que las almohadas brillaban por su ausencia.
Quien me bailaba era Victor T., magnífico y alegre bailarín quien tenía el servicio de ‘hongos’ y el tumbadote era Felipe A, el taxista quien ocupaba el puesto de primero de dormitorio y recibió con beneplácito mi reloj y mi anillo que Víctor me pidió entre risas y falsas miradas amenazadoras.
Por cierto que Felipe, quien cursaba ya su séptimo anexo, fue tocado también por algo mágico (divino, diría yo) junto conmigo. Fuimos los dos de ese grupo que nos quedamos a servir en Carrasco y hemos venido manifestando año tras año, si bien otros compañeros también lo han logrado pero después de algún o algunos internamientos más.
Eso de las recaídas múltiples no es raro y así como al que cae por primera vez se la da una mano, al que sigue recayendo se le deben dar las dos.
Es cosa de estar listo para cuando Dios decide darte un garnucho en las nalgas como diciéndote “ahora te toca” y aventarte al espléndido mundo de los recuperados para que nades de muertito una corta temporada y luego te entregues en cuerpo y alma a devolver la dádiva.
El reloj y el anillo me fueron devueltos al terminar de hacérseme limpieza, desinfección y corte de uñas en los pies.
Casi tres años después me serían robados en un asalto nocturno saliendo de una junta del grupo San José en la Colonia del Valle, siendo yo secretario y habiéndome vestido bien elegante para la junta del diecinueve de Marzo en que se celebra el aniversario de su fundación por ser precisamente el día de San José.
Lo que no me sucedió en la callecita de Piedra Imán me sucedió en la muy conocida y concurrida calle de Parroquia, en la Colonia del Valle, en un taxi.
Por cierto que cuando estaban preguntándome mi dirección (seguramente planeaban un secuestro express) vieron la tarjeta de Carrasco que llevaba en la bolsa y al saber que yo era padrino de esa casa su conducta cambió a tal grado que me devolvieron el celular y me dejaron cerca de la estación del metro Ermita después de haberme traído casi una hora a la vuelta y vuelta.
Ahí estaba yo, ya en el dormitorio, sentado en un camastro y un joven que yo no sabía si era un ex convicto o no pero desde luego un toxicómano en recuperación; sentado en un banco, trabajando cuidadosamente en mis pies tarareando la misma canción.
En ese preciso momento empecé a quererlos.
¿Quién iba a estarme cuidando los pies sino ellos? …los mismos que tantas veces se juegan la vida por uno yendo hasta provincias lejanas y peligrosas por un compañero en desgracia o aquí mismo en el D.F. recogiendo en los baldíos, en las coladeras, en las estaciones del metro a compañeros sufrientes que a veces sobreviven de milagro como aquel Eduardo J. que en el coche empezó a vomitar sangre y ni en los hospitales ni en su casa quisieron recibirlo.
Desde ese día, muy al comienzo de mi proceso me vi favorecido con una llamarada de amor y anhelo de servicio.
Cuando se me pregunta qué fue lo que me sucedió en Carrasco para que a partir de ahí lograra una solución que no había logrado con once psiquiatras y tres internamientos previos para no volver a recaer, contesto antes que nada que fue la oportunidad de hacerme hijo de una casa en que el servicio intenso es una característica primordial.
Claro que han sido muchas cosas más de las que iré hablando a su debido tiempo …y quiero aclarar que el servicio no se me dio hasta ya muy avanzada mi estancia en Carrasco, pero el amor a los compañeros fue inmediato; el miedo se convirtió en respeto y cariño de un modo fulminante y avasallador para mí.
Las primeras dos semanas tardaba mucho en poder dormir y cuando conciliaba el sueño tenía pesadillas de gente entrando a mi hogar y abusando de mi familia o de tumultos de gente hacinada donde se me perdían mis hijas pequeñas.
La luz del baño me daba en la cara si me acostaba sobre el lado derecho (aunque ponían una cobija precariamente sostenida en el dintel) y el olor a orines era persistente. Sin embargo era el lugar ideal para mí ya que mi litera distaba tan sólo dos pasos del baño y mi hipertrofia prostática me hacía visitar ese bendito lugar en que añoré tanto mi casa, con mucha frecuencia.
La llegada de la noche era un consuelo a medias pues tenía sus dificultades prepararse para el sueño. El excusado es un sitio de gran presencia en las charlas de tribuna, desde los relatos de vómito abrazados al mismo hasta las caídas de rodillas junto a él, e incluso en la regadera, en súbitos momentos de arrebato espiritual.
La principal y peor dificultad nocturna más era la obtención de una o dos cobijas para poner una debajo y otra arriba de mi, dejando la de mi casa como almohada.
Se me habían asignado dos cobijas cuyo color y dibujo debía memorizar para pelear por ellas ya que se guardaban enrolladas en las literas más altas y desde ahí eran lanzadas al montón de anexados que las esperábamos abajo.
Mi equilibrio era precario pero, afortunadamente, comisionaron a un compañero joven como mi ‘llavero’ (así se les dice) para ayudarme en esos menesteres así como durante el baño para no resbalarme y llevarme en la caída a varios más que se bañaban de tres en tres y hasta de cinco en cinco bajo las tres regaderas cuya agua variaba de lo helado a lo caliente con bastante irregularidad. Todos íbamos pasando a la ducha después de hacer larga cola a lo largo del pasillo del dormitorio, encuerados, a eso de las seis de la mañana.
Saliendo del agua gritábamos el color y número de la toalla que se nos había asignado y desde esas alturas, en las que por la noche lanzaban las cobijas, ahora eran lanzadas las toallas mientras el piso del pasillo junto a mi camastro iba quedando empapado, junto con mi maletín de lona que nunca pude ponerlo en un lugar seguro lejos de baño (no había casilleros y los bultos y maletines se apiñaban contra la pared o colgados de la misma).
Los ‘chicharroneros’ se afanaban recogiendo y trapeando agua durante la hora que duraba el baño, de seis a siete de la mañana. Eran ellos los dos o tres recién subidos al dormitorio desde sala ‘o’ y era el servicio más denigrante de todos. A mi ni siquiera éste se me dio porque mi estado de salud era detestable y difícilmente me mantenía en pié con aplomo.
Todas las noches, después de las diez llegaba el padrino Efraín C., quien andaba por el año y medio de recuperación, a cumplir con un servicio que él mismo se había impuesto, consistente en acomodar a todo mundo para pasar la noche con cierta holgura y sin que a nadie le faltara cobija.
Todavía me parece estarlo viendo agachado en la penumbra del dormitorio mirando él y el ‘primero de dormitorio’ hacia el fondo de las literas para ver como quedaban acomodados los anexados y preguntando el tiempo de estancia de algunos para saber si ya se les podía dar chance de dormir en la colchonetas repartidas afuera, en el piso del aula.
Nunca se llegó al extremo de algunos anexos infames de los llamados “fuera de serie” en que dormían como galletas,
pegados unos a otros en una sola posición pero sí había ocasiones en que éramos tantos que algunos eran llevados a un aula pequeña del tercer piso en que dormían sobre colchonetas, a puerta cerrada con candado cuya llave era conservada por el ‘tercero’ de la casa cuyo principal función era la de impedir las fugas desde ese piso o desde la azotea.
Esta pequeña aula también era camaleónica y a veces, así como era dormitorio, era también sala de juntas, de visitas y peluquería. Tenía un recinto pequeñísimo anexo y bien cerrado que era el cuarto de mantenimiento, con un pequeño camastro y un chingo de chunches y herramientas, cuya llave, cuidado y uso de los implementos correspondía al: ‘mantenimiento’. Así se le decía al anexado que sabía de plomería, mecánica, carpintería ó lo que fuese necesario y que periódica y frecuentemente era escogido de entre quienes cumplíamos proceso, sin problema alguno pues nunca faltaba quien lo supiera hacer.
Yo lo consideraba afortunado por tener un pequeñísimo recinto para encerrarse él solo y tuve la suerte de hacerme amigo de varios ‘mantenimientos’ que ya me arreglaban la varilla de mis anteojos, ya una correa de mis chanclas (todos andábamos enchanclados), ya el cierre de la correa de mi reloj que me habían dañado de un zarpazo en los juegos juveniles, imposibles de controlar adentro del dormitorio.
Esto de los juegos tenía un gran encanto pero también podían ser un dolor de huevos. Igual me metía un domingo en la tarde en la penumbra al fondo de las literas de abajo para echar relajo y oír música a escondidas (estaba prohibido tener radios) con los chavos; que era atropellado por una caterva de los mismos jugando a las bandas enemigas, mientras un gran amigo, alto, fuerte y de gran bigote, el Morris, me trataba de proteger con su corpachón interpuesto entre los guerreros y mi acojonada persona.
El día comenzaba con el ruido peculiarísimo de chanclas tiradas desde las literas de arriba al piso. Eran de compañeros que se iban despertando, todavía oscuro, sin que nadie los obligara (como a otros) y se deslizaban hasta el pasillo para, enchanclados, encuerados y la mayoría multi tatuados, ocupar los primeros lugares de la fila orientada hacia las regaderas. Llevaban algo de ropa interior o pants enrollados, en las manos, que con frecuencia dejaban en mi camastro para recogerlo al salir del agua. Nunca me opuse a ello e inclusive dejaba que algunos de ellos se sentaran junto a mi para acicalarse. Ningún trabajo me costaba ya que yo era de los últimos en ser llevado al agua por mi llavero. El pedo era vestirme trepado en la cama pues el piso estaba inundado, entre tanta gente y con el cuerpo húmedo a veces por agua mal secada y a veces por sudores que me iban y venían a cada rato. Ponerse una camiseta o una sudadera con el cuerpo mojado y los brazos engarrotados en una labor que no le deseo a nadie a menos que tenga una mano amiga que lo ayude. …Yo nunca carecí de alguna.
Trataron de ponerme algún apodo ya que era costumbre hacerlo y hasta orgullo el poseerlo pero terminé siendo Don Eduardo ó Don Lalo.
Ahora todos me dicen ‘padrino’ pero todavía aquellos que fueron compañeros míos hace años me siguen diciendo Don Lalo ó Eduardo, simplemente.
V
VOCABULARIO DE ANEXO
Esto de ser padrino te lo voy a explicar.
Cuando se iniciaba en los Estados Unidos la costumbre de reunirse dos o más alcohólicos a platicar y tenían que ir a sacar a algún otro de la delegación, uno de los que ya no bebía y que tenía recuperada cierta fama de buena persona, se hacía responsable ante el juez de cuidar del bebedor y de que no se hiciera ni le hiciera daño a nadie. Incluso se lo llevaba a vivir a su casa. A esto se le nombraba en Inglés ‘sponsor’ que significa ‘responsable’ y nosotros le decimos ‘padrino’. Ya no tiene que ver con responsabilidad ante la ley ni ante la sociedad (aunque pudiera ser, en un momento dado) sino ante el ahijado y ante uno mismo de ayudarlo, orientarlo y muy de vez en cuando aconsejarlo.
Estando anexado algún compañero me dijo que para ser padrino se requerían cuatro años de abstinencia y sobriedad (luego te explico la diferencia que yo encuentro entre estas dos palabras) pero ya salido de mis tres meses de ‘borrón y cuenta nueva’ (así me gustó llamarle a mi proceso), adquirí un folleto de A.A. titulado “preguntas y respuestas sobre el apadrinamiento”. En su página ocho dice lo siguiente: “¿Cómo se debe escoger un buen padrino?” y en un par de párrafos te lo aclara todo, dejando señalado al final que “un buen padrino debe tener un año o más de haber tomado su último trago y debe parecer estar disfrutando la sobriedad”.
¡Qué fácil y rápido para unos! ¡qué difícil y eterno para otros!
Con frecuencia les digo a los compañeros anexados cuando coordino juntas en Carrasco que, saliendo, ya sólo les faltan nueve meses para poder ser padrinos y en algunos de ellos noto caras de entusiasmo, en otros de indiferencia y en la mayoría, de incredulidad.
También con frecuencia me voy a las promesas que aparecen en la página setenta y ocho de nuestro libro más importante, el libro azul, el titulado simplemente “Alcohólicos Anónimos” pues algo apetecible hay que ofrecer a cambio ¿no crees? …y no nada más una especie de título honorífico que a la mayoría de ellos les vale pa’ pura madre.
Ahí te van. A mi me conmovieron. Me siguen conmoviendo …y te aseguro que se me han ido cumpliendo total y plenamente:
“No nos lamentaremos por el pasado ni desearemos cerrar la puerta que nos lleva a él”.
“Comprenderemos el significado de la palabra serenidad y conoceremos la paz”.
“Sin importar lo bajo que hayamos llegado, percibiremos cómo nuestra experiencia puede beneficiar a otros”.
“Desaparecerá ese sentimiento de inutilidad y lástima de nosotros mismos”.
“Perderemos el interés en cosas egoístas y nos interesaremos en nuestros compañeros”.
“Se desvanecerá la ambición personal”.
“Nuestra actitud y nuestro punto de vista sobre la vida cambiarán”.
“Se nos quitará el miedo a la gente y a la inseguridad económica”.
“Intuitivamente sabremos manejar situaciones que antes nos desesperaban”.
“De pronto comprenderemos que Dios está haciendo por nosotros lo que nosotros mismos no podíamos hacer”.
¿Quién te ofrece todo esto? ¿un psicoanálisis de ocho años? ¿un grupo religioso? ¿un partido político? ¿ un entorno familiar? ¿las fuerzas armadas? ¿pertenecer a un cartel del narcotráfico? ¿sacarte el melate? ¿estudiar una carrera?
El párrafo en donde se ofrecen estas doce promesas comienza diciendo: “Si nos esmeramos en esta fase de nuestro desarrollo, nos sorprenderemos de los resultados antes de llegar a la mitad del camino”.
Esa fase del desarrollo se refiere al paso noveno del programa de A.A. que dice: “Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño causado, excepto cuando el hacerlo implicaba perjuicio para ellos o para otros”.
Vuelvo a insistir aquí en lo importante que es acceder al programa de los doce pasos asesorado por un buen padrino pues los hay que aconsejan hacer un paso por año …¡en la madre! …jamás los haría yo ni nadie …creo. Me parece bien hacer los tres primeros en dos o tres meses y los demás conforme te vayan gustando y consolando. Jalando de uno de ellos (como yo del segundo) se te van dando los otros como las aceitunas que salen de un frasco apenas obtienes las dos o tres primeras.
Yo comencé a escribir el inventario de los daños hechos a terceros (octavo paso …preparación del noveno) estando todavía anexado y aún cuando no faltó un padrino que me dijo que aún no era tiempo de hacerlo pues a esas alturas estaba yo más imbuído de ayudarme a mi mismo que a los que dañé; lo terminé de hacer y en poco tiempo estaba ya haciendo el noveno porque sentía que me era muy necesario hacerlo.
Esta es una tónica muy recomendable. Actuar de acuerdo con lo que nos haga sentir bien sin perjudicarnos ni perjudicar a nadie. ¡Cuántas veces no he recomendado a algún ahijado lo que me recomendó por primera vez uno de mis padrinos!: “Haz lo que te haga sentirte bien …sin perjudicar a nadie”
Esta recomendación se le hace, desde luego a los ahijados bien intencionados y con anhelo de sobriedad.
Sobriedad para mí es la abstinencia más el ’crecimiento’, o sea, la lucha por ser mejores, no nada más el estar sin consumir tóxico alguno.
Puede uno estar abstemio y sin embargo en ‘borrachera seca’ que no es más que un cabreo vital por estar sin consumir a base de echarle huevos al asunto …y nada más.
Decía William James, eminente psiquiatra norteamericano ampliamente reconocido por los fundadores de A.A. que, en lo que tú crees, si te hace bien …eso es lo verdadero. Es tu verdad y es la que te sirve para salir adelante.
Ahí te lo dejo.
Creo que el ambiente del dormitorio ya te lo dejé más o menos claro y ya con otros lugares esbozados. Quiero pasar a platicarte del Aula pero antes, y para que llegues a ella bien impregnado del vocabulario que usábamos te voy a transcribir una lista que hice recién liberado, antes de que se me olvidara, para leerla como un ejercicio que me hiciera no dejar nunca de recordar aquel ambiente en que me recuperé y al que no quiero regresar jamás como anexado, aunque sí como padrino, para ayudar a otros y sentir ese ‘momento luminoso’ del día al entrar en contacto con los recién llegados.
No pongo interpretación alguna a las siguientes palabras y expresiones pues lo que quiero es tan sólo dar ambientación a mi relato (lo haré solamente con algunas que realmente lo ameriten).
Vocabulario del anexo:
Te hecho humildad. De buena voluntad. Pónganse a disposición. La tribuna está abierta. Veinticuatro horas. Sólo por hoy. Cana (cárcel). Tira (policía). La Jimena (chillón). Flagelarse con el látigo de los pendejos. La borrega (chisme). Chicharronear. Picar (acuchillar). Doceaveros. Llavero. Taco (de cobijas). Padrino. Payos (padrinos). Regresar el caset (auto análisis). Más sin embargo. Fondear. Estar en actividad (consumiendo). Sobriedad. Recuperación. Proceso. Programa. Aplicar (castigar). Sala ‘o’. Chochos (pastillas). Piedra (crack). Mona (bola de trapo con inhalante). Yerba (marihuana). Solvente. El jefe (Dios). Jeremías (quejón). Cara de verga lavada. La neta. Bue (buey). Una séptima (colecta). Morro (niño). Fondo de sufrimiento. Banda. Tronado (mal de la cabeza). Viaje. Un jale (una chupada). Un tren (tres chupadas). Chido. Ruca. Rucaila. Baro. La literatura. El libro grande. El libro azul. Ser banda. Agarrar de cascada. Valorar. Costal de valoración. El tepache (los orines). Si es dura es criatura, si es blanda es cagada. Romperse la madre (recaer). El costal y los perros. Encobijar (cubrir con cobija para golpear sin dejar huellas). Guardias. El primero. El segundo. El tercero ( …de casa o de cocina o de cualquier servicio: sala, puerta, limpieza, dormitorio, trastes, toallas, abastos, gimnasio, audio, hongos, secretario, mantenimiento, bombero, de apoyo. Salir (quedar fuera de un servicio). ¡Servicios para arriba! Hay visita. En corto. En fa. Por instrumentos. Al chile. ¡Ni una voz! ¡Cero voces! ¡Uno con tarjeta! (para el teléfono). ¡Dos a tienda! Tristeza de casa (por limpieza de casa). Tienda. Muertos (recién ingresados). Muertería (sala ‘o’). Recalentado. Doblete. ¡Se acabó la fantasía! Primera visita. Helicóptero (ventilador). Covacha. Militante. Media luz (media estancia ya recuperado). Participar. Compartir. Fuera de serie. Polín (asientos en algunos anexos ‘fuera de serie’). Volcán (montón de arroz hirviente). Testimonio. Fuga. Fuga geográfica. Fuga masiva. Derrotarse. Secar. Poder Superior. Semana de unidad. Madrina. Grupo tradicional. Anexos de puertas abiertas. Anexos de veinticuatro horas. Anexo de medio tiempo. Un alfa (uno de los fuera de serie). Cemento. Pipa. Gotero. Grapa. Tonayá. León. Polvo. Santa muerte. El chanclotas (el diablo). Mamá chichotas, papá vergota (padres disfuncionales). El chingón chingó a su madre. Séptima tradición. Chupe. Pomo. Caldo de oso. Mesa de militancia. Borrachera seca. Marcado. Hacer guacamole con el culo. Estar enchanclado. Estar hasta adelante. Estar atrás. Estar hasta atrás. Valorar. ¡Pa’ que valores! ¡¿Pa’ qué te drogas?!
Bumerang. Los tíos (viejos anexados). Baila peras. ¿Siii? Chabelote. Mongol. El programa. El proceso. Recargarse. ¡Háblame sólo de ti! Grupos de no fumar. Nacer. Devolver la dádiva. La fe sin obras es fe muerta. Intolerado. Cargado. Rayado. Los doce pasos. Las doce tradiciones. Las doce tradiciones forma larga. Lacra. Tachas. PVS. Dolor de huevos. ¡Cámara! ¡No manches! ¡No mames! ¡A huevo! ¡Qué mala onda! ¡Qué buena onda! ¡Servicios para afuera! Carnal. Hacer el paro. Cargarse. Descargarse ¡Vá! Llevársela de a muertito. Pato aventuras. Catarsis. Curarse. Coordinar. Reflexión del día. Juicios y actitudes. El salteador rapaz. Defectos de carácter. Chaquetas mentales. Mamársela al bueno. Aleluyo. Los putazos están afuera. Orejas de tubo. Hacer la tarea. Maruca, Caliche. Hacerse los huevos al gusto. ¡Bájale de huevos! Encorbatarse (ahorcarse).
VI
CÓMO VIVIR VENDIENDO
JITOMATES DEL BASURERO
En el aula me pasé casi toda la primera mitad (mes y medio) de mi estancia en Carrasco, excepto por las horas de sueño en el dormitorio.
Tenía unas ochenta sillas y además por toda la Casa había bancos de plástico a montones. Esto por sí sólo la hacía no ser un anexo ‘fuera de serie’ en que ni asientos decentes había. En muchos de ellos los anexados asisten a sus juntas sentados en polines de madera (durmientes) de vía ferroviaria, con la espalda derecha y las manos sobre los muslos …y en algunos, con juntas día y noche, noche y día, las veinticuatro horas.
Apilados contra las paredes y columnas se veían bancos y sillas por diferentes lugares de la Casa ya que cambiaban de lugar según de que se tratara: de formar un aula, un comedor una sala de visitas o una sala de televisión.
Bañados pero no afeitados (esto se hacía una o dos veces por semana), cada quien con la ropa que su familia le proporcionaba entre las cuales abundaban las camisetas de origen chicano, futbolero o procaz y calzados con chanclas azules de plástico, para regadera; salíamos de uno en uno del dormitorio a nuestros lugares en el aula los cuales se iban distribuyendo conforme la fecha de llegada. Hasta adelante los recién llegados, todavía medio apendejados y soñolientos; frecuentemente amoratados de los ojos o con huellas de madrazos recibidos estando ‘en actividad’ o sea, en pleno consumo, antes de ser anexados, con peinados de colores y estilos variopintos o con ausencia de peinado por falta ya permanente de pelo en algunas regiones de la cabeza.
Hasta atrás los más antiguos y más al fondo aún, los guardias y las visitas …cuando las había por invitación de algún padrino o de la Casa ya que existe la buena costumbre de tener intercambio por lo menos semanal con otros grupos a los que se les invita a compartir y después se les ofrece un ligero refrigerio. A esto se le dice ‘compartir el pan y la sal’ y siempre me pareció una estupenda costumbre que los profesionistas deberíamos practicar con más frecuencia.
Eran y siguen siendo, cinco juntas de hora y media cada día, iniciándose la primera a las siete y media de la mañana y la última a la misma hora pero de la noche. A esta última se le dice ‘la estelar’ porque van invitados o la manejan ponentes destacados y un día a la semana pasan a tribuna uno por uno los militantes.
Estos son compañeros que han cumplido su proceso y forman un grupo llamado ‘mesa de militancia’ con obligaciones específicas entre las que puedo decirte alguna como la de ir a recoger y a regresar invitados a las juntas, atender a las visitas los domingos, vender boletos para alguna rifa eventual y asuntos diversos relacionados con el bienestar y funcionamiento de la Casa pero siempre dirigidos por un ‘primero’ un ‘secretario’ y un ‘tesorero’ de entre ellos mismos y que se cambian cada seis meses.
Ya con el tiempo acudí a una junta de esta ‘mesa’ y no me gustó por sentirme sujeto a un régimen tipo militar y preferí quedarme como ‘flotante’. En realidad lo que más quería era tener el derecho a usar unas camisas a toda madre que se mandaban a hacer con el logotipo de la Casa y que nunca se me hizo usarlas pues era caer otra vez en cierta disciplina a la que no quería regresar una vez salido del ejército.
Lo de ‘flotante’ significa ir a dar servicio (‘devolver la dádiva’) conforme los horarios y posibilidades de cada quien pero de cómo lo hice y lo sigo haciendo hablaré más adelante pues se supone que estoy apenas desarrollando el ambiente del aula y de sus juntas.
Las juntas se dividían a ‘grosso modo’ en: juntas de estudio y juntas de tribuna libre. En las primeras se trata de algún tema que viene escrito en los libros de A.A. y en las otras se pasa a tribuna a quienes lo solicitan y éstos hablan de sus ‘fondos de sufrimiento’.
La primera del día es de estudio y trataba de uno de los tres primeros pasos del programa de Alcohólicos Anónimos. Los lunes y jueves el primer paso; martes y viernes el segundo y miércoles y sábados el tercero.
Supuestamente estos son los únicos pasos, de los doce que forman el programa, que se inculcan y se estudian en Casa Carrasco.
Existen grupos ‘especializados’ en primer paso y otros en cuarto y quinto pasos.
Creo que no debo seguir sin copiar aquí mismo los cinco primeros pasos.
PRIMER PASO: “Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol; que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables”.
SEGUNDO PASO: “Llegamos al convencimiento de que un Poder Superior podría devolvernos el sano juicio”.
TERCER PASO: “Decidimos poner nuestras voluntades y nuestras vidas al cuidado de Dios, como nosotros lo concebimos.
CUARTO PASO: “Sin miedo hicimos un minucioso inventario moral de nosotros mismos”.
QUINTO PASO: “Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano la naturaleza exacta de nuestros defectos”.
Con fines de memorización, yo les fui poniendo a los pasos un nombre breve que los reflejara. Al primero lo llamé: “derrota”, al segundo: “espiritualidad y salud mental”, al tercero: “entrega”, al cuarto: “examen de conciencia” y al quinto: “confesión”.
Lo de no tocar más que los tres primeros pasos era y es relativo pues, por ejemplo, el doceavo, que habla de transmitir el mensaje, ya se practica durante todo el proceso, desde que se va a recoger al compañero hasta que sale tres meses después …cuando no se fuga o su familia lo saca …o se muere.
Hay quienes no más se ‘derrotan’ y pasan el mensaje. A ellos les decimos ‘los uno – doce’ y por lo general recaen.
Para memorizar los cinco primeros acostumbro exponer lo siguiente: El primer paso que hay que dar es admitir que el negocio de nuestra vida está en bancarrota. El segundo paso es convencernos de que necesitamos un experto que nos aclare las cosas. El tercero es decidir darle a ese experto un poder amplio y suficiente para manejar nuestro negocio. El cuarto es cuando hicimos un inventario de problemas y el quinto es cuando se lo expusimos al experto delante de un testigo.
Como ves la secuencia es lógica pero yo eso lo vine a descubrir con los meses y los años. Al principio no tenía ni idea de si la palabra ‘programa’ quería decir los pasos que había que dar en la vida o en un día determinado, como por ejemplo la hora de levantarse, bañarse, desayunar, etc. o bien algo parecido a un plan de estudios de tipo escolar o de si nos iban a pasar películas en un orden determinado (cosa que no existía pues las que se nos pasaban eran nefastas y escogidas por algún compañero a quien se mandaba a la calle a conseguir alguna ‘pirata’ que le gustara o se echaba mano de las que ya había en la casa y que un par de años después fui eliminando y sustituyendo metódicamente.
Acerca del primer paso, tomé tribuna por segunda vez cuando ya llevaba como un mes anexado. La primera vez fue en la famosa junta de ‘primera visita’ que se hace como ‘estelar’ cada domingo por la noche en la cual todos aquellos que recibieron su primera visita tienen que pasar al podio y expresar sus sentimientos ante todos los demás.
Esa primera vez la recuerdo vivamente pues aparte de que me moría de malestar y miedo fue el Día del Padre y, aunque Dunia y Anaí, hijas bienamadas, se portaron a todo dar y me llenaron de regalos (que les devolví encargándoles que me los guardaran para después ya que ahí todo lo que no me fuese indispensable me complicaba la vida y porque cosas como un pequeño radio portátil, estaban prohibidas). A pesar de esto, te digo, las caras de cansancio y pesar tanto de ellas como de Asun, mi querida esposa, eran imposibles de disimular o de ignorar. Esa noche en tribuna hablé de los ojos de Asun y les recomendé a los oyentes que se murieran antes de llegar a mi edad en mis condiciones …yo era el más viejo del grupo en aquel entonces.
Pues la segunda vez que hablé …ya con menos miedo y más enojo fue la que te dije acerca del primer paso en un grupo de A.A. tradicional, o sea, de juntas de hora y media una vez al día, por la Colonia Portales.
Este grupo de alguna manera es extensión de Casa Carrasco ya que está formado por padrinos que tomaron parte en la fundación de la Nueva Casa Carrasco en el año dos mil (después de que la anterior fue cerrada por las autoridades por malos tratos e incluso la muerte de un joven anexado).
Fui a huevo pues el primero de militantes así me lo indicó junto con otros dos compañeros y otro militante que nos llevó y regresó en su Combi.
Allá hablé de que me parecía absurdo el primer paso pues me quería hacer creer que mi vida era ingobernable y sin embargo bien que otros me la estaban gobernando.
Por supuesto que al terminar la junta los meros gallones de ahí se me acercaron para aclarar qué significaba lo de que ‘era ingobernable’ lo cual yo ya lo había entendido pero, como tantas otras veces lo hice en un principio, me solazaba con atacar el programa por cualquier medio a mi alcance y como es natural, siendo toda nuestra literatura básica en A.A. traducción del Inglés y estando yo bien consciente que en cada traductor hay un traidor (“tradutore, traditore”), me era fácil hacerle al intelectual soberbio.
Este viajecito de ida y vuelta aquella noche al Grupo Silkworth, que ese era el nombre que ostentaba en honor del Dr. William Duncan Silkworth quien expandió maravillosamente allá por los años treintas del siglo veinte la aseveración de que el alcoholismo no era vicio sino enfermedad y quien fue piedra fundamental en el nacimiento de Alcohólicos Anónimos. Que no era alcohólico pero que amaba a los alcohólicos igual que el Padre Damián amaba a los leprosos. Ese viajecito fue importante en mi recuperación pues el hecho de haber sido escogido ya indicaba cierta distinción la cual, por mínima que fuese ya era algo de que asirse en el largo camino de recuperación de la autoestima.
No faltó algún desesperado que más adelante aprovechó una distinción de este tipo para abrir la puerta en un semáforo y darse a la fuga.
Ese militante me concedió esa distinción pero a través de todos estos años ha sido un dolor de huevos. Sin embargo le tengo que estar agradecido pues una vez en tribuna le escuché decir que había hecho estudios universitarios pero que luego rehizo su vida empujando un carretón comprando fierro viejo por las calles. Cosas así me inspiraban a seguir luchando, al igual que otro compañero, por cierto de los que fuimos a Silkworth aquella noche, quien una vez en el dormitorio me platicó cómo sacó a su familia adelante yendo de madrugada a la Central de Abastos para sacar de los desperdicios jitomates de no tan mal aspecto, los que limpiados y frotados con un trapo aún adquirían cierto brillo y no se veían muy magullados. Luego se iba por dos o tres huacales del tiradero y con ellos y sus jitomates se instalaba en la banqueta de alguna calle aledaña adonde no estaba prohibida la actividad que ejercía a continuación y la cual consistía en esperar a que fuesen arribando, todavía de madrugada, los puesteros de tacos quienes le preguntaban:
---- ¿A cuánto la docena?
---- A doce pesos jefe.
---- Toma, que sean veinte por docena.
Este conmovedor regateo al revés me pareció hermoso pues no se ve en México más que entre gente en desgracia.
Estas pláticas escuchadas por mí en momentos en que flaqueaba mi interés por recuperar a la familia, la solvencia económica y mi autoestima, me hicieron ver que yo era capaz de olvidar haber sido el famoso doctor López Rodríguez y empezar desde abajo de nuevo …y desde muy abajo.
Cuando alguien se te vuelve un dolor de huevos y forma parte ineludible de tu vida es bueno conocer la corta historia de los pescadores japoneses: Resulta que los barcos que salen a alta mar por pesca venden su producto en tierra con más dificultad que otros pues sus pescados saben diferente. Para corregirlo se les ocurrió llevar, en los barcos, grandes tanques llenos de agua de mar para llevar el producto vivo hasta la playa y venderlo recién muerto …pero la cosa seguía igual. Finalmente le dieron al clavo metiendo en cada tanque un tiburoncete que trajera en chinga al cardumen. ¡Ahora sí! Los pescados llegaban con toda su frescura y sabor al consumidor.
Moraleja: Si quieres conservarte fresco y sabroso deja vivir cerca de ti a un tiburón …y agradéceselo a Dios.
VII
EL AULA CAMALEÓNICA.
PATOAVENTURAS Y BROMAS PESADAS.
Mi tío Eduardo, el sacerdote, siempre traía consigo un librito en un estuche negro de piel al que le decía: “El Oficio”. Nunca supe de qué trataba pero él tenía por obligación leer algo de él cada día.
Ya cerca de los noventa años tramitó y obtuvo el permiso de sus superiores para dejar de leerlo.
Yo ya tengo el mío. Se llama: ‘Reflexiones Diarias’ y está escrito por los A.A. para los A.A.
En cada página trae la fecha, un fragmento de la literatura más conocida de A.A. y luego una breve reflexión hecha por un A.A. desconocido.
Siempre, antes de cada junta, aquellos que gustamos de seguir cierto protocolo, pedimos que alguien pase a leer la reflexión de ese día y que haga comentarios a la misma.
En este libro yo aprendí mucho de los doce pasos pues cada mes del año se orienta en él al paso correspondiente.
Estuve anexado en Junio, Julio y Agosto y por lo tanto las reflexiones trataron principalmente acerca del sexto, séptimo y octavo pasos, de los cuales los: sexto y séptimo no me gustaban pues me parecían innecesarios una vez hecho el cuarto y el quinto pero el octavo me pareció tan necesario para mi recuperación que lo inicié mucho antes de haber terminado mi proceso.
Son los siguientes:
SEXTO PASO: “Estuvimos enteramente dispuestos a dejar que Dios nos liberase de todos estos defectos de carácter”
SÉPTIMO PASO: “Humildemente le pedimos que nos liberase de nuestros defectos”
OCTAVO PASO: “Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos”
Pues este librito de bolsillo lo leo cada mañana, lo beso como hacía mi tío con el suyo y lo pongo en su lugar cuidadosa y amorosamente.
Otra cosa que se hace al inicio de cada junta es leer el ‘Enunciado’ de Alcohólicos Anónimos el cual es una especie de sinopsis de las ‘doce tradiciones’ de A.A. las cuales tienen su lugar, junto con los ‘doce pasos’, enmarcadas en un sitio muy principal en todas nuestras aulas.
Las doce tradiciones son para el mantenimiento y fortalecimiento de los grupos más que de los individuos y en esta etapa de mi recuperación todavía no me eran importantes pues bastante bronca tenía para resolver mis asuntos como para preocuparme por los del grupo. ¡Ya lo haría más adelante!
Siempre he sostenido que mi recuperación fue en el aula, escuchando a padrinos y compañeros y yo hablando muy poco y muy de vez en cuando.
Me conmovía cuando veía a un compañero en tribuna llorar o gritar o dar manotazos o simplemente quedarse con la mirada perdida. Sobre todo esto: suspender las palabras y quedarse en blanco con cara de profunda tristeza y la mirada perdida, me conmovía más que las lágrimas y todo lo demás pues estoy seguro de que esa pausa, esa mirada, no eran premeditadas, como a veces sí lo eran otras manifestaciones de supuesto dolor.
Siempre que había lágrimas alguna mano presurosa se acercaba para ofrecer papel de baño, del que todos cargábamos nuestra buena dotación y si la voz se negaba a volver a salir de esa garganta atenazada por el dolor y el llanto, las exclamaciones de: ¡adelante!, ¡ánimo! surgían abundantes y espontáneas.
Otras veces era alguno de los que estábamos sentados, escuchando, quien comenzaba a llorar mansamente, con los ojos abiertos clavados en quien, hablando, le estaba removiendo alguna herida u ofreciendo el bálsamo para curarla.
Pero no faltaba quien contara sus ‘pato aventuras’
Las ‘pato aventuras’ son la caricatura de los ‘fondos de sufrimiento’ y quien las relata, en vez de meterse en su problemática de un modo honesto y generoso hacia los demás, empieza a contar sus mamadas relacionadas con la droga y el alcohol de un modo que trasluce orgullo y deseos de impresionar.
Por culpa de una pato aventura yo no me interesé en A.A cuando en mil novecientos ochenta y seis, estando internado por primera vez en la Clínica San Rafael, me metí, de curioso no más, a una junta de A.A.
Un sujeto estaba en tribuna presumiendo de la mucha, pero muchisísima cerveza que el bebía antes de ser un A.A. (él no era paciente de la clínica sino perteneciente a un grupo que nos iba a dar el mensaje) y decía muy orondo que, como trabajaba en una industria cervecera, se tiraba en el piso, al pie de una paila y se ponía la espita en la boca, la cual sus compañeros, complacidos y risueños, no cerraban hasta que ya no podía tragar más y se le salía por boca y narices después de habérsele abombado la panza.
Este individuo me cayó tan mal que me alejó de A.A. ipso facto. Yo no quería saber nada de gente así.
Ya internado en Carrasco escuché muchas mentiras y fantasías en tribuna pero yo ya sabía que no eran esos compañeros el prototipo de A.A. y los llegué a soportar hasta como un ‘rélax’ entre tantas y tantas juntas muchas veces tediosas y soporíferas, en unas de las cuales a punto estuvimos algunos de rodar de la silla al suelo a pesar de las constantes llamadas de atención de los compañeros en servicio de ‘guardias’ quienes se la pasaban circulando por el aula chingue y chingue con que no cruzaras los brazos, ni las piernas y por supuesto, que no te durmieras.
En las muchas, pero muchas juntas que he coordinado en Casa Carrasco estos últimos años, solicito a los guardias que tomen asiento y participen de la junta como todos los demás. Que el que se duerman o no, es responsabilidad mía y que si lo hacen, distraen menos a los demás que los mismos guardias revoloteando por todas partes.
Hubo una junta que le cedí a un ahijado (me alegro de no haber estado coordinando, sino sentado entre todos los compañeros anexados) en que, al momento en que un grandulón de la guardia despertó a un compañero, quien estaba sentado de espalda a una ventana cubierta con ‘vidrios’ de material plástico; el despertado (que al parecer no dormía), con una rapidez asombrosa y un grito destemplado dio un manotazo rompiendo uno de los ‘vidrios’ y cogiendo uno trozo largo y puntiagudo se le echó encima al grandote insultándolo y exclamando que no estaba dormido y que ya no lo estuviera jodiendo.
Esta reacción me hizo pensar en que muchos compañeros han estado en prisión y que, conforme contaba Henri Charriére en su novela: Papillón, ahí las reacciones a veces tienen que ser súper rápidas y nada premeditadas.
Precisamente lo cuenta al relatar un homicidio en un baño del penal, con un pedazo de vidrio.
Por supuesto que no pasó a mayores como nunca tampoco sucedió en las raras ocasiones en que presencié el enojo amenazador de algún compañero contra otro, a veces por causa justificada y a veces simplemente por un delirio inesperado, confuso y sin causa aparente.
Cuando me tocó a mí caerme de la silla me detuvo el compañero de al lado y no fue por sueño sino que me desvanecí ya que eran las primeras semanas de recuperación en abstinencia total de ‘chochos’ (a toda pastilla psicotrópica así le decimos) y de alcohol, las cuales me fueron bien difíciles y si a eso le agregamos el dolor de muelas y dientes puedo decir que fueron terroríficas.
La dificultad para conciliar el sueño, las pesadillas, las alteraciones vasomotoras consistentes en fríos intensos alternados con sudoraciones profusas, el dolor de un pie ulcerado por erisipela, las constantes idas a mear por hipertrofia prostática, la falta de equilibrio que hasta vestirme se me hacía una odisea, la falta de mi lente de contacto del ojo derecho el cual, por habérseme operado en mil novecientos ochenta y uno, cuando todavía no estaban bien dominados los lentes intraoculares, no quise que se me pusiera uno de ellos. Todo eso, aunado al síndrome profundamente depresivo de la abstinencia psicológica, me hizo pasar unas seis semanas infernales, hasta que de un día para otro todo mejoró. A los cuarenta y cinco días me cambiaron a un cuarto y de eso platicaré más adelante pues todavía estoy con lo del aula camaleónica.
Eso de la depresión durante la abstinencia es terrible. Actualmente a todo ingresado se le hace una valoración psiquiátrica al ingresar y conforme su estado se habla con la familia ó no para proponer tratamiento con medicamentos …pero a mi no se me hizo ninguna.
Corría el rumor de que años atrás se había suicidado un anexado colgándose de una regadera lo cual daba origen a bromas tales como la de que, estando ya las luces apagadas, alguno de los que estaban en servicio de dormitorio se levantaba sigilosamente y envuelto en una cobija se escondía entre las muchas bolsas y maletines que colgaban de la pared en espera de que algún desprevenido se levantara a orinar para írsele por la espalda silenciosamente y lo abrazara susurrando: “eeel mueeertooo”ante el sustazo del interfecto y las carcajadas de quienes, conocedores de la broma, contemplaban el sainete desde sus catres, llenos de júbilo.
La otra broma característica de la Casa corría por parte del padrino José Luis H., presidente de ella y de todos los que, conociéndola, le hacían de paleros.
Se llevaba a cabo ocasionalmente (yo solamente la presencié dos veces estando anexado y una vez años después como flotante). Consistía en que, poco antes del final de la junta dominguera del medio día, a la cual me gusta llamarla ‘la junta del capitán’ pues recuerda una escena de la película ‘Capitán de Mar y Guerra’ que es de mis catorce seleccionadas para cine debate, en la que el capitán (Russell Crowe) departe en el comedor con la oficialía y parte de la tripulación en plan discretamente festivo y de mucha colaboración entre todos, discutiéndose inclusive uno que otro asunto relativo al navío.
Pues ya cerca del final de esa junta, decía; José Luis les comunica a los internados que, como ya es costumbre en Carrasco, ese día se dejará que algunos se vayan a sus casas sin haber terminado el proceso.
Te juro que yo hubiera sido de los que levantaban la mano de no ser porque, ni tenía llaves ni dinero ni mi mujer me hubiera recibido.
Asun, a pesar del trabajo que le dio tomar la decisión de anexarme y la temblorina que se notaba en su firma en los papeles de admisión; seguro estoy que se hubiera disgustado de verme presentarme en el hogar con mi sonrisa de pendejo al poco tiempo de anexado.
Pero nunca faltan tres o cuatro que sí lo hacen y se les pide que vayan al dormitorio por sus chivas y luego regresen a despedirse. Al hacer esto último se les pregunta hasta donde van y se le dice a al primero de casa que allá abajo, en la oficina les de tanto más cuanto para el taxi.
Al bajar, los inocentes son abordados por el segundo de casa quien tiene las llaves y por algunos otros ya puestos de acuerdo y acusándolos de querer fugarse los encierran y meten debajo de las literas de Sala ‘O’ un rato hasta que cede la hilaridad que cunde por toda la casa.
Uno de ellos, hombre ya mayor pero mucho más joven que yo, ingresado hacía poco, compañero mío de mesa y víctima de la broma en la segunda ocasión que la presencié cuando ya me faltaba poco para salir, me decía, rojo de vergüenza, que él había entendido que era ‘un permiso’ para ir a ver al médico …¡házme el chingado favor!
Esta broma me pareció una soberana chingadera, cruel y de mal gusto hasta que me hizo reflexionar la tercera vez que la presencié pues me di cuenta que, aunque se les advertía que existía el riesgo de que fuera una broma y que los detuvieran al querer salir; no faltaban los tres o cuatro incautos que caían de bruces en su fantasía.
“En qué cabeza cabe” solía decir José Luis cuando se comentaba la broma como una muestra de lo obnubilados que estamos durante los primeros días del encierro y la abstinencia.
Otra broma que me contó mi padrino Eduardo H. …sí …el del abasto y que desde hace ya un par de años es también el tesorero de la Casa.
Consistió ésta en que un compañero multi recaído tuvo un delirio estando en Sala ‘O’ en que veía vampiros por todos lados (en el delirium tremens no es cierto que se vean elefantes rosas; lo que sí se ven son insectos y cosas pequeñas) Pues …¿no se le va ocurriendo a algún padrino juvenil traer un vampirito de juguete? ¡sí …de esos que se mueven desde lejos y aparentan volar, unidos a la punta de un alambre muy delgado, rígido y curvo! para movérselo enfrente, estando él acostado y el padrino escondido.
Esto me parece a mi otra chingadera y así se lo hice saber a mi padrino cuando me lo contó él, quien no me extrañaría que hubiese sido el bromista y quien a veces la hacía de ahijado mío contándome sus remordimientos (esto es muy frecuente entre padrinos y ahijados) pero en eso consiste la santidad de Carrasco, en ir logrando la recuperación entre chingadera y chingadera y entre maravilla y maravilla.
Este padrino queridísimo es casi cuarenta años más joven que yo. Tuve el honor de operarle sus ojos años después y fue factor principalísimo en mi proceso de recuperación.
Tengo que hablar más adelante de él y de Jaime M. mis dos padrinos de Carrasco y de Carlos S., mi querido padrino del grupo tradicional San José, ambos cincuentones pero no menos festivos que Eduardo H., a quienes les debo mi nacimiento y crecimiento en A.A. …pero será más adelante pues, para variar, ya me estoy perdiendo.
VIII
LOS SANTOS LÉPEROS
Una de las mutaciones más espectaculares y agradables del aula era cuando se transformaba en comedor; tres veces al día.
Terminando la primera junta, a las nueve de la mañana, pasábamos al dormitorio y mientras unos compañeros recogían las sillas y limpiaban el piso, otros ponían de nuevo los asientos de una forma ya preestablecida para que entre ellas descansaran siete tablones de unos tres metros de largo por uno de ancho alrededor de los cuales cabían, sentados en sillas o bancos, siete u ocho compañeros en cada ‘mesa’ la cual, además, sí lo era pues los tablones tenían patas plegadizas.
Se les cubría con manteles de material ahulado y para cuando se terminaba de hacer esto, obligación de los que estaban de servicio en ‘limpieza de casa’; ya los trasteros (servicio de ‘trastes’) y ‘cocinas’ (servicio de ‘cocina’) estaban poniendo las jarras de agua con sabor, platos, vasos y cucharas (siempre cucharas de plástico nada más excepto en celebraciones en que se daban cubiertos, también de plástico, con cuchillito romo y tenedor pequeñín).
Los alimentos iban circulando en grandes cazos de la cocina hacia el dormitorio y también a sala ‘o’, oficina, y azotea, donde se instalaba tablas sobre bancos y alguna otra mesa plegable para tal fin; adonde tomaban sus alimentos quienes estaban de servicio de toallas, trastes y abasto allá arriba, en la zona asoleada y superior de la casa, trabajando arduamente, como los enanitos de Blanca Nieves.
En pocos minutos ya estábamos todos de pié y rezando, antes de iniciar el ágape …que sí lo era. La comida de Carrasco hacía resucitar muertos. Luego te hablo de ella pero primero te quiero decir como es la oración.
Sin saber yo de dónde venía se elevaba una voz, a veces espontánea, otras por indicación precisa y pedía a Dios bendecir no nada más los alimentos que íbamos a consumir sino a quienes habían hecho posible que llegaran hasta nosotros, cultivados o criados, almacenados, transportados y preparados. Que nunca faltaran no sólo en nuestras mesas sino en las de huérfanos, madres solteras, otros anexos, hospitales y cárceles. En fin, que de un modo breve y conciso, con ligeras variantes propias de la inspiración de quien elevaba la oración (en alguna ocasión me tocó a mi), se hacía sentir que en ese lugar campeaba una santidad que yo no conocía. Una santidad bravía y lépera pero generosa y comprometida ...muy de mi gusto.
Esto de la santidad en Carrasco. De los ‘Santos Léperos’ como gusté de conceptuar a varios de los padrinos de esa Casa y que, a dos de ellos hice padrinos míos, es algo que merece que me extienda en su relato.
Fui educado en el credo de que los buenos modales y palabras eran lo indicado en la religiosidad pero a través del estudio de los libros de A.A. comencé a distinguir la diferencia entre ‘religiosidad’ y ‘espiritualidad’ sin que una se oponga a la otra. De hecho se habla de ellas entremezcladas aún por personas supuestamente bien enteradas del asunto.
Te daré un ejemplo: El Padre jesuita Edward Dowling, contemporáneo de los fundadores de A.A. y muy apreciado por ellos (y por mí también a través de la lectura) dijo en alguna ocasión: “Alcohólicos Anónimos es natural; es natural en el mismo punto donde la naturaleza se acerca más a lo sobrenatural; es decir, en las humillaciones y en la consiguiente humildad. Los museos de bellas artes y las sinfonías tienen algo de espiritual y la Iglesia Católica aprueba el uso que hacemos de éstos. También A.A. tiene algo de espiritual y la participación católica de esa Comunidad resulta, casi sin excepción, en que los malos católicos se convierten en mejores católicos”.
Cada quien echa el agua hacia su molino y aquí el padre Dowling hace casi sentir que, espiritualidad y religiosidad (en este caso religiosidad católica), son la misma cosa.
Para mí, el descubrir que no lo eran, fue luminoso. Ya desde el segundo paso en que habla de un “Poder Superior” y del tercero en el cual se refiere a Dios “como nosotros lo concebimos” empecé a vislumbrar que la cosa iba por buen camino.
Desde luego, estos dos conceptos han hecho que A.A. reciba críticas por algunas Iglesias …pero para eso tenemos nuestra magnífico “Enunciado” el cual entre varias otras bellas cosas hace ver que: “A.A. no está afiliada a ninguna secta, religión, partido político, organización o institución alguna; no desea intervenir en controversias, no respalda ni se opone a ninguna causa”.
De esta manera fui introduciéndome en un mundo en el cual un padrino que le decía a un anexado que tenía cara de ‘verga lavada’ también podía llevarlo de la mano hacia un camino de entrega y amor hasta entonces desconocido y que otro, a quien le fascinaban las prostitutas, era capaz de hacer por su familia cosas sumamente esforzadas y por sus ahijados lo necesario para una recuperación física y espiritual de acuerdo con su aparente personalidad e inclinaciones.
No se le tenía miedo al pecado. En realidad esa palabra ni se usa. Se les dice ‘defectos de carácter’y no se crea que por no tenerle miedo se practicaba.
En el grupo tradicional de hora y media al que ingresé salido de Carrasco platiqué una vez con un compañero quien suponía que en los anexos se cogían a los muchachos incluso durante las juntas.
Nunca visité anexos ‘fuera de serie’ como seguramente era el que había hecho correr tan mala fama.
Repruebo enérgicamente el trato indigno en ellos …pero Casa Carrasco ya ni debería ser nombrada como ‘Anexo’. Es una Casa de Recuperación de trato severo pero digno, a un costo muy accesible para las clases sociales menos favorecidas las cuales no tienen que ingresar a lugares donde el no pago o pago insignificante, monetario, significa abusos, castigos y vejaciones de muy diversa índole.
En el tiempo en que yo estuve (verano del 2006) pude calcular que por alrededor de sesenta pesos diarios se le proporcionaba al usuario (suena mucho mejor “usuario” que “anexado” ¿no crees?): techo, colchoneta, cobijas, tres buenas comidas al día, baño con agua caliente, toalla, jabón, rastrillo (éste dos veces por semana), papel higiénico abundante (para la cola y demás asuntos solitarios manchadores de colchonetas), asientos confortables y cinco juntas diarias orientadas hacia su recuperación. Además tres horas diarias de cine o televisión en dos episodios de hora y media cada uno, después de la comida del medio día y de la cena. También había servicio médico y periódicamente algunas festividades de aniversario con pastel y guisos especiales consumidos entre globos, serpentinas, invitados y cierto jolgorio más o menos controlado.
No quiero salirme de esta relación sin hacer ver que hoy en día, a más de cuatro años de haber salido de mi proceso y haberme mantenido como padrino activo de Carrasco, ya nuestras festividades por aniversario de recuperación son tan abundantes que no se van a seguir haciendo en viernes como ‘una junta estelar’ más, aunque especial, sino que se hará una mega junta semestral para que manifiesten en ella todos los que cumplen años de recuperados por esas fechas.
Ya hablaré de estas manifestaciones en que uno lleva familiares e invitados pero por ahora sólo quiero dejar asentado el profundo orgullo que siento de formar parte de ese grupo.
IX
LO QUE COMEN LAS ALMAS PERDIDAS
EN BUSCA DE DIOS.
Ya me brinqué de capítulo pero recapacito y me doy cuenta de que todavía no te he dicho lo que comíamos en Carrasco.
Así como en los viajes muchos llevan cuenta minuciosa de qué, dónde y cuánto comieron, cosa que me choca; lo de los alimentos durante mi viaje veraniego por Casa Carrasco sí me parece interesante pues me hizo ver, como médico que soy, cuánta sabiduría existe en mentes al parecer mal preparadas para el efecto y que sin embargo jamás tienen un problema alimenticio ni epidémico en una población numerosa, constante y apiñada.
Cada martes muy temprano uno de mis padrinos: Eduardo H. va a la Central de Abastos y se trae la dotación de alimentos para siete días. Casi todo son verduras lo cual es una gran idea pues no se descomponen como las proteínas y grasas de origen animal.
A eso de las once de la mañana regresan él y sus colaboradores y se forma una larga fila desde la puerta de entrada hasta la azotea para ir subiendo todo a una región de la Casa llamada: ‘Abastos’ en la parte más alta del inmueble.
Ahí hay armas peligrosas en forma de cuchillos afilados. Es por eso, creo yo, y por lo tranquilo del asunto de cortar y picar legumbres durante horas y horas, que casi todos los ‘abasteros’ son compañeros que ya peinan canas.
Estas herramientas están bajo control estricto y son manejadas solamente por manos añosas, amarillentas y ya nudosas, que fuman a escondidas.
Este servicio me fue ofrecido pero lo denegué por no tener mi lente de contacto en uno ojo y exponerme a rebanarme un dedo al no tener visión binocular.
También se me ofreció el servicio de ‘audio’, consistente en cuidar, guardar, instalar, llevar y traer el equipo de sonido para las juntas estelares, el cual también denegué cortés pero enfáticamente por no saber ni madre de electrónica y por no poder subir ni bajar escaleras con el aparatote, cables y micrófono, dada mi debilidad y precario equilibrio.
A los cuarenta y cinco días o sea, a la mitad de mi proceso, se me dio un servicio que consistía en subir a los mayores de sesenta años a la azotea a tomar el sol durante hora y media por la mañana y otra hora y media por la tarde.
Como me tocó pleno tiempo de lluvias (en México las lluvias fuertes son en verano, no en primavera como en Estados Unidos y España, donde las llegué a vivir, y disfrutar, pero también sufrir) muchas tardes no los sacaba al sol ¿cuál sol? y me quedaba leyendo en el cuarto ya que junto con el servicio, el padrino Eduardo H. me cambió del dormitorio común al cuarto de los ‘media luz’; instalado en la azotea con dos camas (una matrimonial y una individual) para que tres compañeros recién egresados pasaran la noche ahí mientras se arreglaban algunos asuntos en sus vidas.
A mi se me concedió poner una colchoneta en el piso de ese cuarto durante unos días pero después, quién sabe de donde, sacó mi padrino Eduardo una cama y me la pusieron ¡con sábanas, cobijas y almohada! …¡El paraíso!
Además, el baño me quedaba a pocos pasos; en la azotea, y el bañarse dejó de ser la horrible procesión de encuerados esperando turno para enjabonarse y enjuagarse rápidamente bajo tres escuálidas regaderas. Si a eso le agregas que tenía lavabo y excusado con caja ya te podrás imaginar que lo único que me faltaba para ser feliz era contar con otro tipo de lectura que no fuera solamente la de los dos libros de a huevo (maravillosos por cierto) “Los Doce Pasos” y “Alcohólicos Anónimos”.
Estos libros diferentes me fueron proporcionados por mi otro padrino: Jaime M. y fueron: “Transmítelo” y “Alcohólicos Anónimos llega a su mayoría de edad” los cuales leí con fruición y a través de ellos me enamoré de A.A. y de sus fundadores así como de toda aquella gente maravillosa, alcohólicos y no alcohólicos, que dieron lugar a esa extraordinaria comunidad.
Precisamente en estos días estoy leyendo “Bajo el Volcán”. Novela de tipo autobiográfico de un escritor alcohólico quien la perdió tres veces y la volvió a re escribir. Se tardó trece años en ello. Es de una belleza y dramatismo impresionante. Ahí por la mitad del libro describe un delirium tremens plagado de insectos. Se me agarrota la garganta y se me humedecen los ojos al leerlo.
…Pensar que en esos años Alcohólicos Anónimos andaba haciendo sus pininos en Estados Unidos y que en México, donde se desarrolla esta novela no se sabía nada de ellos. ¡Qué bien le hubiera venido a ese amigo desamparado tener un refugio, una Casa Carrasco donde su mujer lo encerrara por tres meses!
Además se me permitió leer libros que me fueron trayendo Anaí y Asun los domingos de visita.
El primer libro que me llevó de regreso a la realidad de mi vida anterior se llamaba “El viejo que gustaba leer novelas de amor” …o algo parecido y el segundo fue de un escritor húngaro y se llamaba “El último encuentro” …Sandor Marai …¡ya me acordé! …esta pinche maravillosa memoria mía indestructible a pesar de tanto que la he castigado ¡Gracias Señor!
Pero la que me conmovió hasta las lágrimas fue la que me llevó Asun y que yo tenía en el buró cuando me anexó. Era “La montaña de almejas de Leonardo” de Stephen Gould …y me conmovió no por conmovedora en si misma sino porque de un chingadazo brutal me hizo sentir el mundo del que yo provenía. Un mundo serio, intelectual, preciso, elegante.
Lo mismo sentí una mañana en que Julio L. compañero que ya llevaba tiempo cuando yo ingresé (y que después de …ya va para cinco años …sigue ingresando periódicamente) y que por lo cual le daban libertades (andaba de ‘baila peras’) se me acercó con un radiecito en la mano y un auricular en la otra el cual me introdujo en la oreja mientras él escuchaba por el otro. Era música clásica …y me puse a llorar como un pendejo.
Llevaba ya dos meses de no escuchar otra cosa que canciones que decían cosas como: ‘pásame la botella’ o ‘chinga tu madre’ aunque había una más o menos pasadera que decía ‘traigo la camisa negra’.
Me conmueve que muchachos como Julio L. quien me regaló unos pantalones bermudas, me dejó compartir con él la música clásica y me pedía mis libros ajenos a A.A para leerlos él; no puedan recuperarse.
La Casa Carrasco está llena de almas perdidas en búsqueda de Dios …aunque muchos de ellos no lo sepan.
X
HERMANOS POR NUESTROS DEFECTOS
NO POR NUESTRAS VIRTUDES.
Traigo entre ceja y ceja la idea de que te quería platicar de la verdura y otros alimentos de Carrasco y aquí voy a retomar el hilo para hacerlo.
Aprendí a diferenciar entre el cilantro y el perejil, a reconocer las acelgas y a distinguir entre las papas y los chayotes pero lo que mejor aprendí fue a comer picante. Esos chiles serranos verdes grandes y brillantes que partía a lo largo y luego en pedacitos, con el cucharón metálico de la sopa (no había de otra para hacerlo) y que le daban algo a la comida que nadie sabe qué es …pero que hace que los compatriotas los lleven con el equipaje cuando viajan al extranjero.
Las tortillas eran prioridad de prioridades. Incluso vi y manifesté mi reprobación ante compañeros magníficos en todo sentido pero que, ante la falta de tortillas suficientes para su glotonería, se levantaban raudos de su lugar para robarse alguna de la mesa de los viejos.
Siempre fueron abundantes, delgadas, calientes y exquisitas. Yo desmenuzaba un par de ellas en la sopa y me quedaba de poca madre, tanto de sabor como de poder nutritivo y saciador.
Todavía hoy en día cuando salgo de la junta mañanera de los martes rumbo a mi casa me meto a la cocina y me apropio de una que me como con sal, enrollada como aprendí a hacerlo durante mi proceso: con la palma de la mano derecha sobre la izquierda y de la muñeca hacia la punta de los dedos.
También nos daban proteínas animales ¡cómo chingaos no! Sin algunos aminoácidos de origen animal no es viable la vida humana; pero los comíamos en poca cantidad, en forma de salchichas mezcladas con pasta o ensalada de verduras o bien tocino picadito en las lentejas …¡las lentejas de Carrasco! ¡qué delicia! …fueron mi plato favorito.
También había chicharrón y crema con los chilaquiles.
Esto de los chilaquiles es una muestra de cómo no se desperdiciaba nada y se abarataban los costos. Toda la tortilla que no se comía en un día era cortada en pequeños triángulos y repartida bajo el sol sobre un techo de asbesto.
Era en realidad una cantidad considerable y periódicamente pasaba a nuestras mesas en forma de ricos chilaquiles.
Leche; nunca ¡y hacían bien! carne, tampoco …y esto me parecía bien inteligente pues eran alimentos peligrosos en su conservación.
Bastante sabiduría se necesitaba para saber cuánto comprar, cuanto apartar para cada día y preparar para que no hubiera faltantes ni grandes sobrantes (nunca faltaba, pero sí sobraba y se tiraba, pues no había animales que alimentar más que un pinche gato gris que nunca se dejó acariciar por mí ni por nadie).
Ver comida en los tambos de basura me parecía feo pero no había más remedio.
Mi madre decía que tirar la comida “era pecado”.
El huevo era bien dominguero.
Un enorme perol de huevo revuelto con ejote se instalaba en el aula comedor para el desayuno después de que se habían ido los familiares que compartían con algunos padrinos la junta de ALANON (¿no he explicado que es esto? …bueno, por si no lo he hecho …se trata de los familiares adultos en busca de salir adelante, tanto ellos como sus familiares toxicómanos, del modo más inteligente posible, de tamaño hoyo) (ALATEEN es lo mismo pero para menores).
Esto era ya bastante después de las nueve de la mañana y el hambre ya estaba bien presente así es que cada anexado iba pasando con cierto orden de uno en uno, plato en ristre, para recibir su buen par de cucharonazos de huevo revuelto con ejotes y una pieza de pan caliente, bolillo o telera, que eran un manjar pues esto no se repetía durante la semana.
Para mayor gloria todavía …¡había doblete!
Llegué a ver comer y aprendí a disfrutar, tacos …y tortas, cuando excepcionalmente había pan entre semana, de todo …de todo …hasta de sopa.
…Y hablando de sopa …una vez alguien me regaló una sopa Maruchan …¡qué lujo!, la compartí a escondidas con un par de compañeros viejillos, en la azotea y no por díscolo pues los domingos, en que las familias llevaban manjares para sus mongoles y chabelotes, todo mundo invitaba y recibía; sino por una especie de secreto triunfalismo muy parecido a la felicidad.
Otro regalo que se me hizo fue de parte del Morris quien fue un extraordinario compañero, protector y amigo a quien desde aquí saludo y abrazo con respeto y agradecimiento esté donde esté.
El Morris estaba de servicio en Sala ‘O’ cuando me desvanecí en una junta en el aula. El me cuidó ese día y cuando ya me regresaban al dormitorio me regaló una lata de atún de esas que se pueden abrir sin llavecita. El sabía muy bien de mis dificultades masticatorias y supo del por qué no pude comer nada de lo que un domingo me ofreció el padrino José Luis H. enviándome a comer a la cocina (los domingos se preparan cosas muy ricas para todos los padrinos, militantes y flotantes).
Pero saliendo de Sala ‘o’ ahí estaba mi padrino Eduardo H. con su mirada torva (todavía no lo operaba de su estrabismo) que me infundía desconcierto y cierto temor ya que su estilo con los recién llegados tiende a ser brusco (luego se vuelve un alma de Dios); preguntándome quien me había dado ese regalo. Al notar que me negaba a traicionar al Morris dijo entre bromas y veras que trajeran la tabla esa que tienen para amarrar con vendas y acostados a los agitados y violentos por lo cual yo le envié una mirada suplicante a mi benefactor y él mismo confesó; lo que le significaba la confiscación de su lotecito de latas que escondía en un casillero para medicamentos en Sala ‘o’.
Tiempo después el padrino Eduardo me dio ciertas explicaciones de el por qué no podía dejarme ingresar al dormitorio, con todos los demás anexados, portando tal tipo de alimento, pero esto de dar primero ‘la mala’ y luego ‘la buena’, lo cual se consideraba muy terapéutico, no siempre se hacía de inmediato y daba lugar, algunas veces, a un encabronamiento y rencor muy peligroso para el mismo padrino.
Voy a platicar un caso al respecto:
Cierta ocasión mi padrino Jaime M. algo le dijo a un compañero y lo molestó tanto que, al cumplir su proceso fue, con otro amigo, en coche y se estacionó cerca de la Casa esperando la llegada de Jaime con objeto de meterlo a la fuerza en el auto, llevárselo, drogarlo, embriagarlo, golpearlo y luego irlo a tirar a la puerta de Carrasco.
Todo esto me lo platicó el ofendido tiempo después.
Ese día, por algún motivo y como cosa sumamente rara, Jaime no fue a Carrasco.
Nunca supo del asunto hasta que yo se lo platiqué años después sin decirle nombres. ¿Sabes que me contestó? …”Dios conmigo …¿quién contra mí?”
En eso de dar la dura y luego la suave era experto y terrorífico el padrino Claudio C.
Coordinaba de cuatro y media a seis de la tarde los miércoles y cuando yo todavía no asistía a ninguna de sus juntas escuché a un compañerito decir:
---- Puta madre …¡hoy viene el pinche Claudio!
Quien decía esto era Iván M. ‘el cocoliso’, joven de unos veinte años de edad y quien fue maravilloso compañero durante mi estancia. Me recogía el taco de cobijas lanzadas desde las alturas, me hacía la cama (si es que a estirar dos cobijas sobre una colchoneta se le puede decir ‘hacer la cama’), me llevaba a bañar, me conseguía algún cigarro e incluso se ofreció a echarse uno o dos meses más de encierro para seguirme ayudando hasta que yo saliera. Me dijo que en su casa siempre habría un plato para mi …en fin …un ángel.
Este compañerito ha seguido recayendo una y otra vez. ¡Arcanos del por qué estas almas necesitan de la droga siendo tan buenas! …ó tal vez por eso mismo.
Pues Claudio tenía más de sesenta años, se sentaba en el escritorio, con las piernas colgando al frente y de uno en uno, a los recién llegados, sentados todos acojonados hasta adelante, los ponía de pie y les iba poniendo una putiza verbal de antología conforme les iba preguntando por su vida.
Se podía escuchar el volar de una mosca.
Ese miércoles en que me tocó enfrentarlo sentí miedo pues temí írmele encima a los chingadazos si me trataba igual pero solamente me preguntó a qué me dedicaba y le contesté: yo soy Médico Militar.
Se me quedó viendo largamente y me dijo:
---- Siéntese y honre a su profesión.
Me rompió toditita la madre.
Jamás lo olvidaré y siento que fue pieza grande en el proceso de mi recuperación.
A mi me dio la suave y la dura al mismo tiempo. A los demás les iba contestando todas sus preguntas e inquietudes en el transcurso de la junta de un modo casi amable.
Este padrino escribió luego un libro sumamente interesante acerca de su vida y quien quiera saber con detalle la historia de cómo se fundó la Nueva Casa de Recuperación Carrasco lo puede encontrar en su noveno capítulo.
El libro se titula: “Y se levantó y anduvo”.
También da una sinopsis sumamente interesante de la historia de los anexos en México la cual tiene mucho de mito y tabú, sin dejar de ser escalofriante.
Es mi modo de pensar que deberían desaparecer pero conozco a un grupo numeroso de compañeros que ahí encontraron a su Poder Superior y salieron de la droga y del alcohol.
Escuché juntas coordinadas por algunos de ellos y, no por ser nefastas muchas de ellas dejaron de tener importancia y dejar huella en mi alma.
El escuchar a personas tan diferentes a mi en lo socio económico y cultural, en vez de ser empobrecedor, resultó sumamente enriquecedor. Reconocer que yo era igual o peor que ellas en muchos sentidos e identificarme con sus fondos de sufrimiento me hizo hermanarme desde entonces y para siempre con una comunidad en que somos hermanos más por nuestros defectos que por nuestras virtudes.
XI
LA DOLOROSA ALEGRÍA DE LOS DIAS DE VISITA
Pues esos domingos, después del agasajo de huevo y pan, nos volvían a meter al dormitorio hasta que, a eso de las once de la mañana, comenzaba la hora de visita y nos iban llamando según llegaban nuestros familiares.
Recibí mi primera visita el diecinueve de Junio, domingo, día del padre; cuando, después de más de quince días de encierro ya había vuelto a empezar a fumar.
La primera visita siempre ha sido en el aula convertida en sala de visitas a base de sillas y bancos distribuídos por toda ella sin mesas de por medio. Ahí, rodilla con rodilla lloraban unos y reían otros compartiendo alimentos y regalos …pero sin fumar. En el aula no se fumaba, aunque sí en las azoteas donde transcurrían las visitas sucesivas.
Ya siendo yo ‘flotante’ y acudiendo a dar apoyo en estas reuniones me sorprendía y conmovía viendo el profundo amor que unía a estas pobres familias sufrientes alrededor de su pinche mongol encerrado. Se pasaban las dos horas de visita cargando y besando a sus enanos, abrazados a la novia, comiendo gustosos que si los chiles rellenos, que si la barbacoa, que si la comida exótica que más les gustaba …pero también haciendo coraje unos …suplicantes otros.
Para nada la sombría imagen que se tiene del drogadicto.
Es curioso y debo hacer notar que la alegría y temperamento dulce y amoroso de estas congregaciones tanto en los días de visita como en las festividades de aniversario superaban siempre a las que yo conocía de romerías y bailes en los que la música y el alcohol supuestamente le daban un toque de felicidad a tales asuntos.
Mi primera visita fue exultante. Mis hijas me llevaron regalos y Asun no me llevó alimentos pues desconocía que eso estaba permitido. Ella aparentaba alegría pero se le notaba profundamente triste y preocupada. Mis hijas lo disimulaban mejor tanto por su juventud como por no haber estado sufriendo la compañía cotidiana conmigo durante los últimos días.
Aquella noche fue la habitual junta de ‘primera visita’ de la que ya hablé, y me juré que no volvería a haber ninguna otra de ‘primera vez’.
Una de esas mañanas de visita, Dunia me dijo algo muy consolador que me motivó muchísimo, acerca de un familiar político de ella que había sido alcohólico recuperado y miembro activo de A.A. Tanto, que cuando murió, siendo persona importante en el mundo de los negocios, había mucha más gente y coronas en el velatorio pertenecientes a A.A. que a personas de su vida ajena a esta comunidad.
Desde entonces me propuse ser un A.A. extraordinario …¡el mejor del mundo! …cosa que luego me vine a enterar que les sucede a muchos de nosotros en un afán desmedido por recuperar su autoestima y la de los demás.
Desgraciadamente para cuando uno recupera la sensatez y humildad en este aspecto ya le ha cagado los huevos a medio mundo con sus exageradas ondas recuperatorias.
No deja de ser verdad que la dignidad se recupera donde se perdió pero no hay que tomar esto literalmente pues no va a ser en las banquetas ni en los tugurios ni en los baldíos sino entre aquellos que todavía sufren y necesitan ayuda al mismo tiempo que uno se sigue ayudando a si mismo.
Al hogar, a la familia, a los amigos no adictos, hay que dejarlos en paz pero sin dejar de hacerlos partícipes de vez en cuando de nuestros planes, esperanzas, esfuerzos y alegrías.
Afortunadamente Asun me entiende, conoce y aprecia todas estas circunstancias pues fue quien me sufrió en mi peor época y quien me encerró en dos ocasiones como medidas desesperadas …y quien ya tenía la dolorosa experiencia en un matrimonio anterior que no tuvo oportunidad de manejar por ser demasiado joven y sujeta a una familia política dominante, y poderosa.
En repetidas ocasiones le he dicho que sería una madrina extraordinaria de ALANON pero no más se sonríe. Uno de mis ahijados, el más cercano y quien más la conoce, le dice “madrina” y siempre que se refiere a ella así le dice.
¡Qué difícil es para la familia! ¡Cómo esperar que un grupo humano tan contaminado por uno, tan enfermo, sepa hacer las cosas!
¡Qué difícil para uno mismo ya en plena recuperación estudiar y practicar ese noveno capítulo tan importante del ‘libro azul’ titulado “La Familia Después”!
Ya como padrino, uno de los asuntos repetitivos pero sumamente importantes al tratar con los compañeros que van a salir de su proceso, es convencerlos de que no salgan a ponerse de rodillas ante la novia, ante la esposa, ante los hijos, ante los padres. Que no empiecen a hacer promesas, que hablen más con la actitud que con las palabras y que …ante todo, enfrente de la novia o la esposa … recuperen su misterio.
Les hago ver que la mujer se enamora en gran parte del misterio del hombre y que, cuando lo devela, uno cae en la categoría de ‘pobre pendejo’ con facilidad y más aún si se es toxicómano y ella hace caso de las amigas …que nunca faltan, para bien o para mal.
Actuar con seriedad es fundamental en la recuperación, sin querer decir esto: ‘falto de alegría’ sino todo lo contrario.
Cabe recordar aquí que uno de los mejores signos de recuperación es el disfrute de la misma, el cual muchas veces lo notan más los otros que uno mismo.
A esto es a lo que yo llamo: ‘sobriedad’, a la ‘abstinencia’ más ‘crecimiento’. Se ríen mis ahijados de aula cuando en alguna junta les pregunto qué piensan si su esposa regresa a casa con el niño que llevó al pediatra y ella le dice que el médico la trató con ‘sobriedad’. ¿Querrá decir que el pediatra no estaba pedo? ¡claro que no! sino que era serio pero contento (contenido sabrosamente en sí mismo), que no era verborréico pero sí preciso en comentarios e indicaciones.
Esto lo hago ver cada vez que, al comenzar una junta y leer el Enunciado de A.A., se lee el último párrafo del mismo que a la letra dice: “Nuestro objetivo primordial es mantenernos sobrios y ayudar a otras alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad”.
En Casa Carrasco nadie entra a una junta si está bebiendo o consumiendo droga. Todos los presentes estamos en ‘abstinencia’, aunque sea de uno o dos días, como los recién llegados.
Me parece muy importante esta separación entre ‘abstinencia’ y ‘sobriedad’.
Otro paréntesis que me gusta hacer leyendo el enunciado es en la parte que dice: “El único requisito para ser miembro de A.A es el deseo de dejar la bebida”. Hago ver lo noble de la sentencia: …tan sólo el deseo …ni siquiera el haberlo conseguido.
Me emociona que un grupo tan selecto como A.A., cuyos miembros hemos pagado las cuotas más elevadas que hay en el mundo para ingresar en él, desde la colegiatura de los hijos hasta la libertad y la vida misma; exijamos tan poco para recibir y dar amor con los brazos abiertos.
…Tan sólo con que lo desees cabrón …y ya eres uno de los nuestros. Déjanos ayudarte, ven a nuestras juntas, déjanos decirte cómo le hicimos, permítenos quererte, cobijarte, acompañarte para que salgas de tan dolorosa y despreciada enfermedad.
XII
FLAGELARSE CON EL LATIGO DE LOS PENDEJOS.
EL ESPACIO HERIDO
El servicio médico en la Casa corría por cuenta de un médico que iba dos o tres veces por semana y al que, quienes querían consultarlo, se apuntaban en una lista que esos días, antes de su llegada, algún guardia pasaba por entre todos durante las juntas.
Iba mostrando una página tamaño carta que arriba decía, con letras grandes “MÉDICO”.
Esto era similar a cuando pasaban por entre todos con un rollo de papel higiénico en ristre y cuando alguien levantaba la mano se le acercaban y, con rápidos movimientos circulares, el guardia se enrollaba en la mano un largo trozo que le era entregado al pedigueño.
…Papel de baño abundante …nunca nos faltó .,,para defecar, para masturbarse sin manchar la colchoneta …para la sangre de la nariz …para llorar.
Cada semana yo me apuntaba para bajar a que me tomaran la presión arterial pues para otra cosa no confiaba nada en el médico aquél ni en la enfermera que lo acompañaba. Sin embargo debe haber sido competente cuando el caso lo requería …creo yo. Cuando pasaba con él y me preguntaba que cuánto tiempo iba a estar en Carrasco y yo le decía que los tres meses; él no más miraba para abajo y meneaba la cabeza levemente hacia un lado y otro como diciendo: “no va a aguantar”.
Pero yo estaba decidido a cumplir; a no pedir mi salida temprana como las veces que estuve en la Clínica San Rafael. Me decía a mi mismo que si cumplía con eso mis deudas quedaban saldadas. Que: ’borrón y cuenta nueva’.
Esta actitud me parece que fue la adecuada aunque todavía no sabía del octavo y noveno paso de nuestro programa y que, practicando los mismos, te echas una vida entera.
No estoy seguro si ya te los transcribí pero, como está de la hueva repasar el manuscrito, mejor aquí los pongo:
OCTAVO PASO: “Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos”
NOVENO PASO: “Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño causado, excepto cuando el hacerlo implicaba perjuicio para ellos o para otros”
Escribí mi octavo paso ya al final de mi encierro aunque mi padrino Eduardo H. me sugirió que lo dejara para más adelante, cuando estuviese convencido de no ser ‘culpable’ sino solamente ‘responsable’ y para no entregarme a la flagelación ‘con el látigo de los pendejos’ por causa de una enfermedad de la cual no era culpable pero sí responsable.
El noveno lo comencé a hacer apenas salí pero pronto me di cuenta que mucho del daño causado no lo iba a poder reparar pues ya varias personas dañadas estaban muertas.
Esta reparación, aparentemente imposible de hacer, me dijo como hacerla mi padrino Carlos S. del Grupo San José. Grupo tradicional éste, de hora y media, al que me adherí antes de las cuarenta y ocho horas de salido de Carrasco.
¡Qué importante es hacerlo así! ¡cuántos buenos compañeros recaen durante los primeros días en que quedan desamparados inmersos nuevamente en lo que me gusta llamar el ‘espacio herido’! …donde hay alcohol, droga, dolor, amenazas, pobreza espiritual y material, armas, sufrimiento, acoso y hasta muerte.
Esta es una de las razones por lo que existe y se promueve lo que llamamos “los media luz” y por lo que se promueve en Carrasco el acceso inmediato el Grupo Silkworth, manejado por buenos conocidos y hasta padrinos egresados de Carrasco y que funciona de un modo tradicional todos los días.
Tener un oasis así en el espacio herido lo considero de primordial importancia para recuperarse.
Ya hablaré ampliamente de esta etapa de mi recuperación.
Antes de regresar al asunto médico nada más quiero decirte que la solución que me sugirió Carlos S. (siempre son sugerencias, nunca órdenes …así como al que se tira en paracaídas se le ‘sugiere’ que jale del cordón ) fue, que la reparación de ‘casos imposibles’ se hace en otros. En aquellos que sufren como uno y los suyos sufrían; que son a los que uno realmente sabe como ayudar.
En esto: ser médico o sacerdote o filósofo vale madre. Los que lo sufrimos lo hacemos mucho mejor, pero eso no significa que rechacemos la ayuda profesional de otra índole.
Precisamente en la Casa consultaba periódicamente un psiquiatra a solicitud de los familiares.
Actualmente contamos con un grupo de cinco psiquiatras expertos en adicciones y un psicólogo experto en problemas familiares así como con un magnifico médico general ‘egresado’ de Carrasco responsable de la institución y que atiende seis horas diarias.
Los expertos en salud mental pertenecen al Instituto Nacional de Psiquiatría ‘Dr. Ramón de la Fuente’ y hacen valoración de cada uno de quienes ingresan para instalar tratamiento, siempre con la anuencia de la familia, tanto para ayudar en caso de enfermedad como para que el individuo sea capaz de asimilar lo que se aprende en las juntas (yo me conformaba con llevarles chocolates por eso de que el cerebro sólo consume glucosa, tanto por lograr mejor atención de ellos como para conchavármelos, sobre todo al principio en que todavía algunos no me daban mi lugar y yo pasaba miedo) (todavía, ya en quinto año, me da cólico al ir llegando a Carrasco, siendo que me siento querido y respetado) (reflejos condicionados de los que, si no divago y me pierdo, ya hablaré como tema sabroso para protegernos de las recaídas).
El tener médico responsable es una gran ventaja pues no es que necesitemos mucho de él para extender certificados de defunción, cosa que muy rara vez ya sucede desde que se decidió no recibir compañeros en muy graves condiciones de salud física; sino porque también se han eliminado las broncas de tipo legal que antaño se llegaron a suscitar cuando algún compañero resentido elevaba demandas llevándose entre las patas a quien fuera, incluso la madre o la esposa que había autorizado su internamiento.
Ahora se pide, además de dicha autorización, la constancia de nuestro médico, quien asienta el peligro grave en que se encuentra el ‘paciente’ y de inmediato se da aviso de su internamiento al Ministerio Público.
Esto echa por tierra cualquier suposición de que ingresen personas para esconderse de la justicia o que sean encerradas y escondidas para que intereses ajenos se aprovechen de su desaparición.
A ti, Memo Bolaños, medicazo de Carrasco; desde aquí te mando mi más fuerte abrazo y reconocimiento.
XIII
CÓMO LOGRAR CONFESARSE “ DE TODO”.
Aquel cuarto de los ‘media luz’ fue un paraíso para mí. Ahí conocí a un compañero llamado Alberto quien tenía apenas tres meses de haber cumplido su proceso y con quien hice, a las pocas semanas de salido yo, mi primer quinto paso.
Era un muchacho extraordinariamente amable a quien conocí la primera noche que dormí en ese cuarto sobre una colchoneta tirada en el piso, entre las camas. Ya era cerca de las once de la noche cuando llegaron él y otro de los media luz, prendieron las luces y éste camarada me soltó, en voz alta, lo siguiente:
---- Doc: me duele el corazón.
Como venían alegres supuse que era dolor de amores y le contesté:
---- Pues cásate con ella.
---- Está cabrón. Su papá está anexado.
De inmediato me di cuenta que se refería a mí: papá de Anaí, quien a través de sus visitas domingueras había roto un montón de corazones entre la muchachada.
Me reí, me incorporé, charlamos un rato y desde entonces nos hicimos amigos. Estaba trabajando como mesero en una cafetería de Perisur y de regreso me pedía que le preguntara acerca de los menús, de los cuales traía unos enormes impresos que tenía que memorizar.
Me regaló cerillos de la cafetería y un disco pirata con un madral de canciones de José José. Yo le receté penicilina benzatínica con lo que se compuso de un problema reumático por estreptococo que no le habían estado tratando.
Como médico general ocasional no lo hice del todo mal durante esos tres meses entre los compañeros.
Bien me decía un compañero ex presidiario, en uno de mis internamientos en la Clínica San Rafael, que si me llegaban a meter al bote no iba a tener problemas pues sabía hacer algo por los demás. Que cuando no sabías ni madre te ponían a hacer cosas a lo pendejo como llevar y traer piedras de aquí para allá y no te ganabas simpatía alguna.
Pues este mi Beto llegó una noche con Aslam quien fue un querido padrino muy joven, de veintidós años pero con cuatro ya de recuperación quien ahí dormía también y se pusieron a platicar de pato aventuras de índole sexual.
Se morían de risa pues cuando uno anda en actividad, en honor a la verdad, se hacen cosas muy especiales como la de buscar a una prostituta gordísima …pero súper gorda para meter la cara entre sus senos y sentirse cacheteado por ellos.
….Y esta era una de sus ‘pato aventuras menores’.
Así como hace rato hablé mal de las pato aventuras ahora tengo que reconocer que al escuchar a este par de cábulas se me ocurrió que yo no pasaría grandes vergüenzas platicando con alguno de ellos mis ‘defectos de carácter’ (la palabra pecado ya está borrada de mi vocabulario). Me decidí por Beto pues Aslam, aunque es un tipo a todo dar no me inspiraba tanta confianza.
Preparé mi cuarto paso y poco después de salir de Carrasco le pedí que me acompañara y recibiera de mi, ante él y ante Dios, mi confesión. Cosa que le causó cierto desasosiego por no considerarse merecedor de guiar a un compañero como yo en tan difícil trance.
Lo hicimos juntos y descansé mi alma enormemente. El se portó como un gran padrino contándome cosas suyas para darme valor y consuelo y animándome cuando veía que flaqueaba.
Aunque creo que ya puse por escrito en este libro los pasos cuarto y quinto lo voy a volver a hacer para que no se me vayan a quedar en el tintero, ya que son muy bellos y para que tú no tengas que ir a buscarlos y …si te da hueva, te quedes sin recordarlos …o conocerlos.
CUARTO PASO: “Sin miedo hicimos un minuciosos inventario moral de nosotros mismos”
QUINTO PASO: “Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano la naturaleza exacta de nuestros defectos”.
Durante mucho tiempo pensé que, con haber hecho esto una vez, bastaba y sobraba; pero andando el tiempo lo repetí con mi padrino Carlos S. del Grupo San José. Licenciado de cincuenta y tres años de edad en aquel entonces y dieciocho de recuperado, quien me hizo darme cuenta de cosas de mi mismo de las que no me había percatado y que era magnífico conocerlas y reconocerlas …pero …¿qué tal (si me cabe y no me hago bolas) este tan importante asunto lo retomo más adelante cuando hable de los tres años que pasé como miembro activo de ese magnífico grupo? …al cual todavía acudo ocasionalmente y que tal vez más adelante sea de nuevo oasis de ocurrencia frecuente, según mis ocupaciones en Carrasco, que por ahora ocupan todo el tiempo que le concedo al servicio dentro de A.A.
Asistía a dos juntas diarias, sacaba a los otros vejetes a tomar el sol, leía un chingo. Andaba de ‘baila peras’ por toda la Casa. En la cocina me preparaban hasta dos cafés al día por órdenes de mi querido padrino Jaime M. quien era, y es, el secretario de los fundadores.
José Luis H. era y es también el presidente, y el tesorero era un compañero con ocho años de recuperado que desgraciadamente recayó y vino a ocupar su lugar mi otro muy querido padrino Eduardo H. quien ahora lleva todo lo de abastos y la tesorería, así como Jaime lleva lo de mantenimiento y la secretaría.
Salí de Carrasco la tarde del sábado veintiséis de Agosto del dos mil seis. Ochenta y siete días después de que los ‘doceaveros’ llegaron por mí.
Era otra persona, no nada más por haberme hecho quitar la barba y el bigote sino porque mis juicios y actitudes habían cambiado.
El otro ‘secretario’, el de anexo, el que periódicamente se nombra de entre los usuarios anexados y que era un, relativamente joven, licenciado en derecho, amable pero puntilloso; estaba empeñado en que yo saliera hasta el tres de septiembre ya que era el domingo más cercano a la fecha exacta en que yo cumplía tres meses de encierro. Por más que yo le hacía ver que Julio y Agosto habían sido de treinta y un días él estaba amachado en que el carcelazo (así se le decía cuando uno ya no toleraba el encierro) fuese de tres meses cabales con la salida unos pocos días antes o después según el domingo más cercano.
Afortunadamente para cuando yo terminaba mi encierro él ya había salido y el nuevo secretario Iván A. (otro Iván de los varios que conocí) a quien mucho quise y quien se portó estupendamente conmigo llevándome incluso al dormitorio agua endulzada caliente para la tos que me trajo loco durante todo el proceso y que me acabó de desarrollar una hernia inguinal. Este Iván, cuyo nombre y apellidos quisiera escribir completos pero que no lo haré para no romper el anonimato, me consiguió la firma de los papeles de salida con mucha anticipación y para cuando salí el que estaba de primero (Eduardo F. ‘el barrabás’ …otro Eduardo de los muchos que conocí y quise) (yo digo, en broma, que llamarse Eduardo y tener pestañas largas pudiera ser parte del perfil de un buen alcohólico y drogadicto) no puso reparo alguno excepto que, por su inexperiencia, hizo que Asun regresara a nuestra casa para recoger, llevarles y mostrar la última boleta de pago (los pagos se hacían cada domingo así como el depósito en efectivo para ‘tienda’) y yo tuve que esperar ‘vestido y alborotado’ un gran rato más antes de alcanzar la tan anhelada libertad.
A este Eduardo se le llamó ligeramente la atención por la muestra de desconfianza con Asun quien llegó a ser persona muy respetada y querida en esa Casa pero también se le reconoció su apego al reglamento.
Tanto Iván A. como Eduardo F. tuvieron alguna recaída por lo que tuve el honor de tratarlos ya como padrino, después.
Hasta la fecha tengo sabido que Ivan anda en buenos pasos y de mi tocayo no tengo noticia lo cual es bueno por eso de que ‘no news: good news’).
XIV
IDIOTAS A VUESTRO LADO
SIEMPRE LOS TENDREIS.
Todo me parecía maravilloso al salir pero sobre todo los espacios abiertos. Eso de poder caminar dando grandes trancos por el Centro Comercial Coyoacán, fumando y sin que nadie me observara ni me pidiera ‘las tres’. Tener una amplísima zona de regadera y un rollo de papel de baño enterito para mí sólo. Un surtido de ropa limpia y planchada a mano …en fin …cosas que antes no valoraba y que ahora me parecían …y me siguen pareciendo: deliciosas.
El regreso al ‘espacio herido’ es de lo más delicado e importante para un recién salido de un grupo de veinticuatro horas y puertas cerradas. No tiene que ser horrible para estar uno en riesgo de recaída. En mi espacio herido había cortinas rotas, mesas destrozadas, puertas resquebrajadas …todo causado por mí en mis caídas, que me recordaban vívidamente algo nefasto y que sus consecuencias materiales había que reponer y remediar sin pérdida de tiempo.
Por lo pronto Asun y yo tomamos la decisión de dormir en cuartos separados ya que el matrimonial se había convertido en todo para ella. En él comía, veía T.V., escribía, hablaba por teléfono y …sobre todo …se encerraba toda temerosa por las noches.
Nos pusimos a acondicionar el que ocupaban los nietos cuando venían a visitarnos para que fuera el mío.
Mucho hubo que hacer y muy poco el dinero disponible para ello pero poco a poco Ricardo “El Torito” (q.e.p.d) y Juanito R., carpintero y tapicero respectivamente, compañeros de Carrasco y Alfredo, jefe de mantenimiento de la torre de consultorios donde trabajo, fueron resanando y condicionando el departamento hasta que quedó hermoso de nuevo.
Nunca en mi vida había tenido una recámara – oficina – biblioteca para mí solito. Todo en pequeño, tipo celda monacal moderna.
Fui poniendo en la pared las fotos de mis padrinos junto con la de todos mis familiares y gentes por quienes pido a Dios y en poco tiempo el cuarto se volvió un lugar mágico y maravilloso, incluyendo la guitarra en un rincón y la armónica en su cajón, las cuales volví a tocar siguiendo el ejemplo de Bill W. con su violín …gran jefe pluma blanca y jefe de jefes en la fabulosa historia de A.A.
Una televisión con mueble de madera, enorme; el torito me la convirtió en escritorio y tiempo después me ensarté en la compra de una computadora y en los avatares de aprender a manejarla.
Nadie podrá decir que eché en saco roto eso de la necesidad de hacer cambios en el modo de vida y olvidarme de la idiotez tan frecuente entre nosotros, los adictos, de pensar que vamos a obtener cosas inteligentes haciendo las mismas estupideces de siempre.
…Y digo que haciendo estupideces, no porque seamos estúpidos, ni pendejos, ni locos. Hacemos estupideces y pendejadas y locuras pero el ‘sano juicio’ ahí lo tenemos; escondido en alguna parte. No lo hemos perdido.
Justamente de eso habla nuestro Segundo Paso: “Llegamos al convencimiento de que un Poder Superior podría devolvernos el sano juicio”.
Claramente damos por hecho que lo teníamos, como tenemos cabeza aunque la perdamos por alguna mujer.
Este bello segundo paso prontamente me recordó aquel modo de hablar de las señoras españolas reconviniendo al hijo tarambana: “Búscate una buena mujer, hijo mío, que te haga sentar cabeza”.
Y qué bueno que apareció en este escrito de manera espontánea el segundo paso del programa de Alcohólicos Anónimos pues mucho tengo que hablar de él ya que llevo más de cuatro años manejándolo como tema preferencial de las juntas que coordino. …Ya lo haré.
Recién salido busqué grupo tradicional …ese oasis donde refugiarse hora y media diariamente si es necesario.
Mi idea era que fuese el Grupo Silkworth pues, como te dije antes, era la ‘sucursal tradicional’ de Casa Carrasco. Ya había ido una vez a participar estando anexado y supuse poder llegar a él bajándome en el metro ‘Portales’.
Mi plan era ‘perfecto’: tomar el metro Coyoacán cerca de mi casa, en Xoco; transbordar en Balderas, bajarme en Portales …y listo. Pero ya dice el dicho entre nosotros que si quieres hacer reír a Dios le cuentes tus planes.
El tenía otros planes para mí.
La estación Balderas a eso de las seis y media de la tarde era no un mundo de gente sino un universo. Daba miedo acercarse a las vías. Las líneas de gente apiñada, esperando, eran hasta cuatro o cinco en nutridas bandas horizontales a lo largo de los cien metros de extensión del andén.
Recordé que en la Colonia del Valle, no lejos de mi casa, en cierta ocasión vi, al caminar por la acera, un letrero de A.A en la reja de una pequeña iglesia …y para allá me fui.
En la puerta de entrada al atrio estaban dos jovencitos platicando y cuando les pregunté por el asunto de A.A que me llevaba, se portaron sumamente amables, diciéndome uno de ellos que no buscara más. Que me quedara con ellos.
La iglesia era …y sigue siendo, la parroquia de Santo Tomás de Aquino, en la calle de Elefante ciento diez y atrás de ella tiene tres pisos de aulas en una de las cuales sesionaba el Grupo.
Esa tarde – noche (de siete y media a nueve) coordinó Carlos S. y fue una revelación más para mí.
Era el tipo de A.A. con el que supuestamente me debería de identificar: profesionista, maduro, ojiazul, güerito, medio calvo, dulce e inteligente.
Y así fue. La junta, como éramos dos los ‘aspirantes’, se nos ofreció, dejando de lado si era de tribuna o de estudio.
Pacientemente Carlos nos fue explicando cosas que yo ya sabía pero no dichas de aquella manera suave y bondadosa.
Fueron también tomando la palabra compañeros de cierta antigüedad y finalmente se me dio un tríptico para que lo llenara en casa, a solas y me diera cuenta de si era o no alcohólico.
Esto del tríptico entiendo que fue porque muchos creemos que no lo somos y sí lo somos pero, después de haber escuchado la lectura de ‘la autonomía’ del grupo al comienzo de la junta, sospeché que los puramente drogadictos, como la mayoría de mi ‘chamucada’ de Carrasco, no tendrían cabida ahí.
Todo grupo tiene su propia ‘autonomía’ conforme la Cuarta Tradición que a la letra dice: “Cada grupo debe ser autónomo, excepto en asuntos que afecten a otros grupos o a Alcohólicos Anónimos, considerado como un todo”.
En la dicha autonomía del Grupo San José se hacía ver que se aceptaban drogadictos siempre y cuando el alcohol los hubiese inducido a ello.
Yo dudaba si estaba o no dentro de la clasificación de ese tipo de alcohólico. Empecé a abusar del alcohol porque los chochos me llevaron a él aunque también, justo es decirlo, empecé a beber espontáneamente en alguna ocasión de profundo abandono en que yo creía no consumir estupefacientes …pero sí consumía, aunque de un modo más o menos controlado: jarabe para la tos con codeína y analgésicos potentes que me mantenían activo pero con muy mal carácter.
Siempre he tenido la duda de si mi carácter era malo siempre por los estupefacientes o por la ausencia de ellos en muchas ocasiones ya que la famosa ‘borrachera seca’; ese cabreo vital en estado de difícil abstinencia, puede ser insoportable para los demás, siendo que uno le está ‘echando huevos’ al asunto.
Es por eso que la recuperación ‘dentro del programa’ siempre será más de desear que a base de pura fuerza de voluntad.
El programa de los doce pasos de Alcohólicos Anónimos fue escrito en un borrador rápido por uno de nuestros fundadores en los años treintas del siglo veinte pero después fue sujeto de serias meditaciones y ajustes por los primeros afiliados.
Es tan bueno que se sigue para numerosas adicciones y con él como bandera han surgido grupos de neuróticos anónimos, narcóticos anónimos, comedores compulsivos y yo puedo asegurar, pues lo comprobé en mi mismo que sirve para dejar de fumar, lo cual logré hace ya tres años poniendo en práctica algunos de los pasos de dicho programa.
Si uno lee la literatura escrita en tiempo de los fundadores da la impresión de que se les cierra algo el espacio a los no bebedores, aunque podrían discutirse ciertos párrafos al respecto.
Seguro estoy que si vivieran pondrían el asunto de las demás adicciones en la mesa del debate pues ya los alcohólicos puros son una especie en vía de extinción y siento que no tiene caso una separación drástica entre los diversos grupos de adictos siendo su credo y su personalidad adictiva similares.
Se tiene miedo de los drogadictos por pensar que su manejo es muy diferente pero siento que esto es superficial; que profundizando, la presentación y manejo de los tres grandes pilares de A.A. tienen el mismo valor y proyección sea la que sea la sustancia adictiva.
Estos tres grandes pilares son: reconocer que lo nuestro es una enfermedad, no un vicio. Aceptar que el enfoque de su manejo y resolución es más espiritual que físico y finalmente, que la comunicación entre nosotros es de primordial importancia.
Llevo ya más de cuatro años coordinando juntas de diversa índole en Carrasco y puedo asegurar que no podría decir quién es alcohólico o quien es drogadicto o quien es ambas cosas a menos que lo pregunte.
Desde luego que ‘en la actividad’ los comportamientos sí son algo diferentes. Por eso es que en las cárceles de México el consumo del alcohol es algo muy difícil y sin embargo el de la droga es muy fácil.
¿A qué se debe esto? …pues a que el comportamiento del alcohólico puede con facilidad hacerse violento durante el consumo del alcohol mientras que no sucede lo mismo con el drogadicto quien, consumiendo, no quiere saber más que de sus paraísos artificiales o supresión de sus molestias y su violencia es aparente y brutal para conseguir la droga pero no al estarla introduciendo en su organismo.
El que ingresa en un reclusorio no tiene mayor dificultad para encontrase con la droga y se convierte en un sujeto dócil y manejable.
Pero yo estoy hablando de grupos donde se supone que no se está consumiendo droga ni bebiendo alcohol. Sin embargo en el grupo San José me llegué a encontrar todavía con algún compañero que veladamente me hacía saber que yo era persona ‘non grata’ y alguna vez lo escuché regodearse, hablando en tribuna, entrando en detalles del tamaño que le gustaba que tuviera la coca cola que mezclaba con el ron y la magia deliciosa de ver su espuma y escuchar el canto de las burbujas y el golpeteo en su nariz antes de entrar en su boca.
Ni hablar. Parafraseando a Jesús de Nazareth diré: “pendejos a vuestro lado siempre los tendréis”
Lo bueno es que este grupo tiene como fundadores a gente magnífica que catalizan, pulen y dan esplendor a las desavenencias.
Quedé prendado del Grupo San José y comencé a frecuentarlo tres veces por semana pero el domingo de la primera ya estaba yo pintiparado en Carrasco durante la visita de domingo sin saber qué hacer ni qué no hacer pero seguro que les daría gusto a todos verme por ahí sin haber recaído durante ya varias ‘veinticuatro horas’.
XV
LAS JUNTAS COMO LAXANTE.
Me imagino que les habrá dado gusto a la mayoría pero los padrinos de la casa no lo demostraron. Ya tan acostumbrados a ver muestras de recuperación abortadas, no los vi tan jubilosos como yo esperaba.
Mi padrino Jaime M. me agarró por su cuenta y me preguntó:
---- ¿Ya estás coordinando?
Quiero advertir que en Casa Carrasco desde el internamiento se podía ya coordinar y desde la salida era casi obligatorio, no así en el Grupo San José donde se permitía coordinar una junta hasta cumplido un año de recuperación y esa primera junta era la de manifestación de primer aniversario.
Conservo una foto en que estoy terminando de coordinar esa junta, bajándome las mangas de la camisa, en que mi sonrisa y la de Bill W. quien aparece fotografiado en la pared detrás de mí son maravillosas.
Incluso en los grupos tradicionales es muy frecuente que no se pueda tomar la palabra ni para pasar a tribuna durante un largo lapso después de haber ingresado.
¡Usted cállese y escuche! Es algo nada raro de oír en ellos ya que con una junta diaria no haya tanta oportunidad de pasar a tribuna como en grupos donde hay varias juntas al día, o sea Grupos de Veinticuatro Horas, ya sea de puertas cerradas como de puertas abiertas.
En Casa Carrasco se promovía la palabra pero se era muy exigente en que el anexado ‘se deje guiar’, vaya …que deje de ‘hacerse los huevos al gusto’.
Pues cuando Jaime me preguntó si ya estaba coordinando yo jamás había coordinado. Sólo había pasado a tribuna en tres ocasiones y todavía se me salía el corazón por la garganta nada más de pensar en tomar la palabra. Me daba vergüenza y miedo.
Al enterarse de esta verdad, pidió la libreta de coordinaciones y encontró, junto con el secretario de anexo, que los lunes a primera hora no había coordinador oficial para esa junta.
Pues ¡óoorale!, que me apunta y me compromete y ahí estoy, hecho un manojo de nervios, coordinando ante mis compañeros la junta de Primer Paso del segundo lunes después de mi salida.
No sé si ya te dije que la primera junta de lunes a sábado era siempre de alguno de los tres primeros pasos: lunes y jueves: primero; martes y viernes: segundo y miércoles y sábado: tercero.
Estudié el primer paso, di mi junta y como es natural no faltó algún cabroncete que me la hizo difícil.
Era un compañero joven, de aspecto aniñado, regordete, de lentes y voz aflautada que era un verdadero caso. Sumamente irrespetuoso, tanto, que meses más adelante se le hizo salir de Carrasco para siempre pues ya era ‘de los habituales’ alegando que como ahí no le pegaban, no era tan mal lugar como un ‘anexo fuera de serie’ o un reclusorio, para ir a dar de vez en cuando.
Aunque se refugiaba con la amistad de compañeros grandes y fuertes, él era muy capaz, por si sólo, de echarte a perder una junta y daba miedo alguna represalia pues se decía que su familia era peligrosa.
Desde esa junta me empezó a dar cólico cada mañana cuando daba la vuelta, caminando de la callecita de Piedra Imán a la de Piedra Carbón y lo primero que tenía que hacer antes de la coordinación era entrar al baño para tirar el grueso miedo que me invadía.
Ya van para cinco años y me sigue dando pero ya sin miedo a nivel mental, sólo visceral y ¿sabes qué? me parece estupendo pues eso es una garantía para mi buen funcionamiento intestinal. Cuando me atraso en esas funciones me digo : “No importa, ya mero coordino”.
Si a alguien le sirvió de laxante eficaz la idea de coordinar una junta de A.A. fue a aquel compañero del chiste en que, meditando una noche en otro compañero recientemente fallecido se decía a si mismo:
---- Pobrecito Bob, sufrió tanto antes de morir que capaz que recayó antes de llegar al cielo y no lo dejaron entrar …¿y si lo dejaron pero no hay grupo donde coordinar en el cielo para que suba a tribuna y se desahogue?
En eso se le aparece el difunto, resplandeciente y le dice:
---- Mi querido Bill, no te preocupes por mí. ¡estoy de maravilla! …y vengo, además, a traerte otras dos noticias; una buena y una mala …¿ cual quieres que te diga primero?
---- Pues …mmm … ¡pues la buena!
---- ¡¡Qué en el cielo si hay grupo de A.A.!!
---- ¡Qué bueno! …¿…¿ y … la mala?...?...
---- ¡¡ Que mañana tú coordinas !!
Esto es un reflejo condicionado y me gusta hablar de él pues hago una comparación entre éste y ‘el salteador rapaz’. Ahorita te explico:
En las primeras páginas de uno de nuestros libros de A.A. se le da al alcohol el mote de “Salteador Rapaz” por su habilidad de sorprenderte y hacerte daño en el momento menos pensado. Lo mismo pasa con los reflejos condicionados.
Te lo voy a platicar como si estuviéramos en junta de estudio (y conste que no es para ‘dar la clase’ sino que es lo que se espera de mí como médico y compañero).
Hace ya muchos años un investigador ruso apellidado Pavlov atendió a un joven al que, después de una herida, le quedó una fístula ó conducto, que comunicaba el interior de su estómago con el exterior. Este médico notó que cuando los alimentos aparecían ante los ojos del paciente, escurría jugo del estómago hacia la piel. Pavlov interpretó esta producción y secreción de jugo gástrico como una reacción de apetito; como una preparación visceral, ajena a la voluntad, para recibir el estímulo sugerido por la visión … y lo puso a prueba con un perro de laboratorio al que le puso una sonda en el estómago, atravesando la pared abdominal, tratando de descubrir si solamente la visión lo producía.
Cada vez que se le llevaba alimento al perrito se le tocaba también una campanilla y tiempo después ya con sólo tocar la campanilla sobrevenía el derrame de jugo gástrico por la sonda.
Este hecho se le conoce como “reflejo condicionado” y a un alcohólico o drogadicto se le puede despertar el anhelo con estímulos lejanos, desde ver una comercial de bebidas hasta una lata de cerveza tirada en la calle o un olor parecido a la cocaína cocinada.
Conociendo este hecho los compañeros con frecuencia se tranquilizan al saber que no son unos asquerosos viciosos sino enfermos en los que se han instalado reflejos condicionados peligrosos (salteadores rapaces) para los cuales hay que estar preparados con recursos diversos que van desde la oración hasta la asistencia a juntas o pláticas con su padrino.
La meditación, la oración y los inventarios frecuentes de nuestros defectos. La asistencia a juntas y el apadrinamiento son, según mi leal saber y entender, recursos importantes para la recuperación y sobriedad permanente; trátese de cualquier adicción …la que sea, incluso sin substancias tóxicas de por medio, tales como la de robar, la de trabajar sin límite, la del ejercicio excesivo, la hiper sexualidad y la del juego con apuesta (la famosa ‘ludopatía’).
La relacionada con el ejercicio excesivo tienen en su contra la adicción a las endorfinas; substancias psico estimulantes que produce el organismo sujeto al esfuerzo físico. Esto explica el por qué puedes ver (o escuchar desde tu ventana) a un viejo corriendo al amanecer, chapoteando con sus tenis por entre charcos y hojas podridas creyéndose un verdadero atleta y siendo tan sólo un adicto más.
El ejercicio moderado e inteligente también produce endorfinas.
Así como el ejercicio físico estimula al cuerpo, estoy convencido que la meditación y la oración estimula al espíritu (hasta algo químico tal vez haya en ello). Por eso la palabra ‘ascetismo’ tiene las mismas raíces etimológicas que ‘atletismo’ y ya en los gimnasios de la antigua Grecia se ejercitaban ambas cosas: cuerpo y espíritu, sin llegar a considerar al ascetismo bajo ese punto de vista medieval y lúgubre de la celda y el castigo corporal; ni mucho menos.
Aristóteles hablaba de tres tipos de felicidad: la ‘estética’, referente al cuerpo y sus deleites; la ‘ética’, proveniente del trato con los demás y nuestro entorno …y la ‘mística’, derivada del acercamiento a Dios.
Me gusta agregarle una cuarta: la ‘ascética’ ó sea, el ejercicio más o menos intenso del misticismo a través del contacto con Dios (onceavo paso) y del servicio a nuestros semejantes y nuestra actividad cotidiana (doceavo paso).
Por cierto: ¿No te he dicho cuales son éstos? …son una delicia. Ahí te van:
ONCEAVO PASO: “Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto consciente con Dios, como nosotros lo concebimos, pidiéndole solamente que nos dejase conocer su voluntad para con nosotros y nos diese la fortaleza para cumplirla”.
DOCEAVO PASO: “Habiendo obtenido un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a los alcohólicos y de practicar estos principios en todos nuestros asuntos”.
La cuarta felicidad. Para mí, la famosa ‘cuarta dimensión’ de la que tanto se habla y nadie sabe bien de que se trata. Palabras que se repiten y se repiten como perico junta tras junta, a veces incluso engolando la voz, como si fueran ‘domingueras’.
Otra palabra de la que mucho se habla y pocos entienden es “humildad” la cual etimológicamente viene de: “humus” la capa de tierra más superficial, …vaya …la piel no acuosa de nuestro planeta.
La humildad es tener los pies en la tierra y la cabeza en el cielo. Es saber de lo que uno es capaz y luchar hasta obtenerlo.
¿Cómo saber de lo que uno es capaz? ¿cómo lograr el hito helénico inscrito en el templo de Apolo : ”Conócete a ti mismo”?
Hablamos mucho de “la voluntad de Dios” y yo pienso que el único modo de conocerla es conociéndose uno mismo pues Dios habita en cada uno de nosotros.
El alma humana es una chispa de Dios.
Metiéndose en uno mismo es cuando mas cerca estamos de El y cuando más humildes podremos llegar a ser, ya que sabremos de lo que somos capaces y encontraremos la fuerza para llevarlo a cabo.
Como verás, la humildad y la autoestima forman una mancuerna.
Sé humilde, ¡sí! pero nunca te humilles …ni te dejes humillar.
XVI
UNA LISTA SUPER LISTA
Aquel lunes coordiné ‘primer paso’ …y me gustó, pero en la tarde tenía que ir a mi consultorio (al otro extremo de la ciudad) y el día se me hizo pesado.
Como los martes la consulta era al medio día me pareció mejor coordinar en martes, luego dar la consulta y descansar por la tarde.
Hubo oportunidad y así lo empecé a hacer, coordinando ‘segundo paso’, pero los martes y jueves por la noche iba a junta de catarsis al San José y el día se me hacía igual de pesado.
Acabé por organizarme de tal modo que no me agobiara de trabajo y tiempo, ajustando fechas y horarios pero seguí coordinando la junta de estudio de los martes por la mañana en Carrasco, asistiendo a las juntas del grupo San José dos veces entre semana y una en Domingo, ocupando la tarde de los sábados en dar reforzamiento de segundo paso en Carrasco y también ahí acudir los domingos a las horas de visita como ‘flotante’.
Calculo que, sin incluir el tiempo ocupado en prepararme y transportarme, le dedicaba trece horas por semana a mis grupos durante los tres primeros años de recuperación.
Te platicaré lo que fue, durante algo más de dos años, eso del “reforzamiento de segundo paso”
La idea surgió cuando, coordinando la junta respectiva, veía en los ojos de algunos compañeritos algo especial; como que se les estaba abriendo un panorama nuevo y maravilloso para poder recuperarse. Algunos comentarios de ellos al final de la junta me hicieron pensar que eso no debía quedarse así, que había que reforzar ese momento, aclarar cualquier duda, ayudarlos a resolver cualquier conflicto que se les hubiese despertado …así es que suspendí una junta a la mitad y pasé una hoja en blanco y una pluma para que se apuntasen quienes quisieran tratar el tema de un modo más amplio …se apuntaron veintisiete cabrones esa mañana.
El siguiente domingo hablé con mi padrino Jaime M. para invitarlo a comer y hablar del asunto. Vino a la casa y, al terminar, le enseñé la lista.
Quedamos en que, a partir del siguiente sábado a las cuatro de la tarde, podría yo irlos haciendo llamar de uno en uno al cuarto de los media luz, donde yo había vivido mi última temporada y platicar con ellos pero sin apadrinar pues esto no se hacía en Carrasco hasta que los muchachos iban saliendo de su proceso …y además yo todavía no era padrino.
Decidimos que no se llamaría junta de ‘apadrinamiento’ de segundo paso; ni siquiera ‘junta’ pues algo parecido ya lo había hecho años atrás, cuando la administración anterior, el padrino principal de la Casa pero metiéndolos en grupo en el aula ‘B’ que es la pequeña, en la azotea, de la que ya te platiqué. Se llamaría simple y sencillamente: ‘Reforzamiento de Segundo Paso’.
Estuve viendo durante más de dos años a entre ocho y trece compañeros cada tarde de sábado.
Tenía yo la siguiente fantasía en mi cabeza: En mil novecientos diecinueve, en el Congreso Mundial de Oftalmología celebrado en Ámsterdam, un oftalmólogo suizo de apellido Gonin demostró al mundo que para operar el desprendimiento de la retina con éxito había que localizar y sellar el desgarro que lo acompaña, al cual no se le daba importancia. Esto hizo que el quince por ciento de éxitos que se obtenía en esta cirugía se transformase en un ochenta y cinco por ciento.
Me dije que algo parecido podía hacerse con el Segundo Paso. Sellarlo, reforzarlo, no dejar grieta alguna en su comprensión y aceptación …y que sería un giro de ciento ochenta grados hacia el aumento de las recuperaciones.
Aunque en Alcohólicos Anónimos no se hacen investigaciones, mi padrino y yo tomamos esto como un asunto de Casa de Recuperación Carrasco; o sea, un centro de salud y me entregué fervientemente a llevar datos precisos y elaborar estadísticas minuciosas.
Anoté el nombre y número de usuario de los cien compañeros que estuvieron alrededor mío durante mi proceso y registré cuidadosamente sus recaídas en la Casa durante el primer año a partir de la salida de cada uno. Fueron treinta y dos de los cien, quienes recayeron ese año.
Si, de acuerdo con Eduardo H. y Jaime M.; otros tantos estarían recaídos en otras instituciones ya fueran anexos, clínicas, cárceles o cementerios y otros tantos anduvieran ‘dándose en la madre’ ó recuperándose en grupos tradicionales; quedaban un cuatro por ciento que tal vez se salvarían; sabiéndolo nosotros.
Exactamente así sucedió pues dos de nosotros manifestamos nuestro primer año en la Casa y otros dos vinieron a comunicarnos su recuperación ‘allá afuera’.
Fui anotando a doscientos compañeros que acudieron a mis juntas tempraneras de segundo paso en martes, de los cuales cien pidieron pasar a reforzamiento, no una sino varias veces muchos de ellos y otros cien, que nunca se apuntaron.
De los que sí se reforzaron recayeron en el primer año el veinticuatro por ciento …o sea, un doce por ciento menos que en el grupo piloto formado por mis compañeros de encierro …un treinta y tres por ciento menos del volumen total de recaídos ¡pero en los otros cien resultó exactamente igual!
¡¿Todo el gozo en el pozo?! ¡vete a saber!, me gustaría pensar que aunque nunca acudieron a reforzamiento cien de ellos, si convivieron y se comunicaron todos ellos entre sí durante una larga temporada.
Poco a poco fui elaborando una larga lista con sus inquietudes y aquí la voy a escribir, ahora sí que, como se dice en las constancias y certificados médicos: “para los fines a que haya lugar”
Como podrás ver, no solamente se centraban en al Segundo Paso con sus inquietudes pero esto era algo que ya esperábamos mis padrinos y yo …y no se podía evitar.
Titulé a esta lista:
CUESTIONES DE SEGUNDO PASO
1.- Yo salgo de mis anexos muy espiritual y con aparente sano juicio pero siempre recaigo; ¿por qué?
2.- No me siento en condiciones físicas ni mentales para buscar espiritualidad y sano juicio.
3.- Yo no soy enfermo mental. ¿Por qué pedir sano juicio?
4.- Me da vergüenza que me noten espiritual fuera de aquí.
5.- ¿No es acaso de poco juicio creer en Dios?
6.- Creo en Dios y de nada me ha servido.
7.- No merezco la ayuda de Dios.
8.- Estoy predestinado a ser toxicómano, por herencia.
9.- Sólo espero la vacuna contra el alcoholismo y la drogadicción. Me han dicho que sale en cuatro años.
10.- ¿Sirve como Poder Superior la Santa Muerte?
11.- ¿Sirve Satanás como Poder Superior?
12.- El Poder Superior y el sano juicio les hacen más falta a los de afuera que a mí.
13.- Me obsesiona el suicidio.
14.- Un Poder Superior tiene que tener demostración.
15.- Necesito del alcohol y la droga para ser productivo.
16.- No puedo imaginarme a Dios.
17.- Ser espiritual me parece un defecto.
18.- Conozco a muchos espirituales peores que yo.
19.- Soy muy espiritual y rezador y de nada me ha servido.
20.- Cuando tengo la razón se alejan de mí.
21.- Mi familia trata de que yo recaiga.
22.- Si confío o pregunto mis dudas, abusan de mí.
23.- Si Dios existiera yo no debería estar vivo.
24.- ¿Por qué Dios me dejó incapacitado?
25.- Mi sexualidad es diferente. ¿Cómo puedo ser espiritual?
26.- Necesito ser perdonado antes de pensar en dar pasos.
27.- Los celos y el amor me nublan el sano juicio.
28.- Los padrinos me confunden y algunos me hacen daño.
29.- A mí …ustedes …¿qué me pueden decir de nuevo?
30.- Aparte de no consumir no sé qué más tengo que hacer.
31.- Me parece humillante necesitar de un poder superior a mí para poder pensar bien.
32.- Depender de un Poder Superior es otra droga.
33.- No soy adicto. Solamente soy ingobernable. Necesito nada más un psiquiatra.
34.- ¿Debo tomar medicamentos del psiquiatra?
35.- No necesito fe. Necesito expertos.
36.- Mi sano juicio es más confiable que Dios.
37.- El sufrimiento me ha enseñado que Dios no existe.
38.- Creo en los sueños.
39.- Me obsesiona el deseo de venganza.
40.- Duermo mal porque sueño con los cadáveres de los que he matado y aún así, ya despierto, no hago más que anhelar terminar mi venganza.
41.- Yo nunca me equivoco, porque Dios está conmigo.
42.- Creo que hablando con mi familia los convenceré.
43.- Necesito explicarle a mi novia y convencerla.
44.- Tengo que hacer que mi novia cambie.
45.- No soporto a mi padre. Me hace recaer y tengo que vivir con él.
46.- ¿Es conveniente que me vaya a vivir a otra parte?
47.- No confío ni en mí ni en Dios.
48.- ¿En cuánto tiempo se logra mantener una verdadera sobriedad?
49.- Soy artista y necesito droga y alcohol para inspirarme.
50.- Todos los genios han sido alcohólicos o drogadictos.
51.- A pesar de todo, me equivoco sin darme cuenta.
52.- Si Dios está en todas partes: ¿cómo dirigirme a El? ¿a través de un árbol o de un cenicero? Eso no me sirve.
53.- Me hacen burla cuando pospongo una decisión para consultarla. Por eso me precipito.
54.- Creo en Dios y le pido que me de seguridad en mis decisiones pero tardo mucho en tomarlas y aún así, me equivoco o ya es tarde.
55.- El buen juicio me ha perjudicado pues tener la razón me ha echado enemigos.
56.- Cuando estoy confuso me hago pendejo. Esto me funciona y me garantiza no equivocarme.
57.- Decir: ‘no sé’ ¿indica sano juicio?
58.- Confío más en la ciencia que en Dios.
59.- Eso de aceptar un Poder Superior a huevo, me encabrona.
60.- ¿Cómo puedo combinar lo intelectual con la humildad?
61.- Si pusiéramos a Dios y a mí en un juicio El saldría perdiendo.
62.- ¿Realmente estuve loco?
63.- Estoy anexado solamente por prevención.
64.- Estoy anexado por venganza contra mí.
65.- No tengo ni idea de por qué estoy anexado.
66.- Saliendo de aquí demandaré a todos.
67.- Estando aquí no puedo ir a firmar al reclusorio y volveré al tambo.
68.- Aquí me voy a morir por falta de atención especializada.
69.- Mi espiritualidad está estancada.
70.- Necesito tener en orden mis tres primeros pasos pero no sé cómo hacerle.
71.- No sé leer ni escribir. ¿Cómo le hago?
72.- Tengo bien mi segundo paso pero le temo a la salida de aquí.
73.- Saliendo de aquí me meto a un Grupo de Cuarto y Quinto pasos …¿usted que opina?
74.- Quiero desahogar mi dolor y no puedo.
75.- Sí, usted me inspira y me ayuda pero …¿y luego?
76.- No le temo a los anexos ni a la cárcel. Incluso los he vivido desde tan chico que me siento raro fuera de ellos a menos que esté consumiendo.
77.- Tengo muchísimo potencial pero algo me falla y no sé qué es. Incluso he superado el hecho de que mis padres son ciegos.
78.- No supero el dolor de no conocer a mi padre ¿por qué yo me porto igual que él? …soy un desconocido para mis hijos.
79.- ¿Cómo logro ser humilde?
80.- ¿Qué es ‘humildad’?
81.- ¿Qué es ‘éspiritualidad’?
82.- ¿Es lo mismo abstinencia que espiritualidad?
83.- ¿Cómo se le hace para ‘crecer’?
84.- Ya no estoy deprimido pero ahora quiero dañar.
85.- El resentimiento me lleva a la depresión y ésta al consumo. ¿Qué es más fácil de manejar: el resentimiento o la depresión?
86.- El resentimiento me lleva a la soberbia pero mientras me siento soberbio no consumo. ¿Trabajo en esto o lo dejo así?
87.- Yo no soy responsable de la drogadicción de mi hermano menor. Si él aprendió eso de mí ¿por qué no se fijó también en el sufrimiento que acarrea?
88.- Esta Casa necesita muchas cosas que yo arreglaría.
89.- Mientras mejor me porto más me exigen y peor me tratan.
90.- Creo que eso de la ‘fidelidad’ es hasta después del matrimonio tanto para el hombre como para la mujer.
91.- Estoy muy chavo. No jodan.
92.- Por culpa de ALANON estoy aquí.
93.- Cuando salgo de un anexo vuelvo a ser bueno y amoroso una temporada pero pronto se me acaba sin haber una razón. ¿Por qué no me dura?
94.- Leo mucho. Creo dominar el programa y mírame donde estoy otra vez.
95.- Quiero que me des tu opinión de esta carta que acabo de escribir a mi familia como parte de mi noveno paso.
96.- Quiero conocer tu opinión acerca de unos versos que le quiero entregar a mi novia mañana, que es día de visita.
97.- ¿Crees que con pura espiritualidad pueda superar todos mis traumas, incluyendo los sexuales, que son gruesísimos?
98.- ¿Debo seguir ‘regresando el caset’?
99.- ¿Qué debo escoger: atención psiquiátrica ó espiritualidad?
100.- Soy gay: ¿qué agrupación me conviene saliendo de aquí?
101.- En mi caso: ¿cómo debo distribuir los cuatro puntos cardinales de la ‘cruz de la sobriedad’ cuando salga de aquí?
102.- ¿Por qué se le dice “cruz”?
103.- ¿Qué tan pronto debo iniciar grupo y servicio saliendo de aquí?
104.- ¿Qué quiere que yo le diga? Usted es quien debe hablar, explicarme y ayudarme.
105.- ¿De qué sirvió todo esto si no me dejó hablar todo lo que yo quería?
106.- Recaí porque saliendo recuperé a mi familia y mi trabajo pero eso me llenó de miedo de volver a perderlo.
107.- Recaí porque no llevé bien mi proceso ya que los padrinos me tuvieron atendiendo asuntos ajenos a mi problema fuera de aquí.
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Todo esto lo fui tomado de las juntas de reforzamiento de segundo paso durante los diez meses transcurridos de Marzo a Diciembre del dos mil siete.
Posteriormente llegué a llevar esta lista a una finca que se abrió, ya saliendo por la carretera vieja de Cuernavaca, para que los ahí internados tuvieran idea y acceso a los asuntos de las juntas de reforzamiento. Repartía copias y platicábamos de los puntos que a ellos les parecían más interesantes, siempre sin que se supiera quien había escogido el punto a tratar.
También llevé la lista en un par de ocasiones, para coordinar juntas de estudio al San José, poniéndolas yo como preguntas para ser contestadas como si todos fuéramos padrinos.
Tal vez al leer estas cuestiones te queden muchas inquietudes y si estás viviendo un problema adictivo las debas platicar con tus padrinos. Yo solamente quiero agregar, si no eres de los nuestros, que la ‘cruz de la sobriedad’ son cuatro puntos imaginarios como los de la rosa de los vientos nada más que en vez de ser: norte, sur, este y oeste son: grupo, trabajo, familia y diversión. Cada quien desarrolla y vive su propia cruz a su manera dando las prioridades del modo que más le convengan pero generalmente se sugiere que el grupo tenga prioridad absoluta, si no en horas brutas sí en preferencia asistencial y emocional; luego el trabajo; la familia después y finalmente la diversión.
Por último, y para que nunca te desmoralices ante la crítica te diré que tengo tiburones a mi alrededor (gracias a Dios), quienes sostienen que los compañeros que se apuntaban a reforzamiento de segundo paso lo hacían tan sólo para salirse de la junta del aula o para fumar.
…¿Será?
XVII
‘LAS DOS DEDICATORIAS’
EMOCIONES DEL PRIMER ANIVERSARIO
Al cumplir mi primer año ya comencé a ser gente ‘de razón’ como supe que dicen algunos campesinos en la Huasteca Potosina de la gente que calza zapatos y, en el Grupo San José, se me autorizó a empezar a coordinar juntas.
Ya había participado en varias ocasiones (no muchas) pasando a tribuna pero nunca como coordinador. Todos mis compañeros y compañeras en ese grupo sabían de mis andanzas carrasqueñas y me respetaban por eso así como por mi edad aunque, justo es decirlo, no faltó alguno que manifestó veladamente su desaprobación por mi estilo el cual le parecía ‘de anexo’ cosa que yo traté de desmentir diciendo que era más bien estilo militar y que no lo había aprendido en el ejército sino desde niño bajo la férula de mi madre quien era un verdadero sargento primero.
Manifesté. Tanto en el Grupo San José como en Casa Carrasco y para tal fin invité a miembros de mi familia, quienes tomaron parte con emocionada participación verbal junto con compañeros y padrinos, seguido todo de un sencillo ágape y pastel (pero no envinado ¡mucho cuidado!).
En ambos lugares: el grupo donde ‘crecí’ y la casa donde ‘nací’ …y también he seguido creciendo, leí un escrito que titulé “Las Dos Dedicatorias” y que decía así:
LAS DOS DEDICATORIAS
“Hace cuarenta años me fue regalado un libro de poesía. En la dedicatoria se me dijo que yo era alguien que sabía ‘de las secretas alegrías del alma, de los caminos de los sueños y de las tardes tranquilas’.
Curiosamente, yo me sentía todo lo contrario. Era un joven profesionista buscador de amplísimos horizontes, fama y dinero; convencido de que para tener éxito era necesaria una gran capacidad de trabajo.
Obsesivo en mis reflexiones y análisis …siempre tratando de llegar a conclusiones sabias y certeras.
Desesperado por unir a un tronco común el disperso ramaje de mis conocimientos.
Simulando paciencia y amenidad (que no me eran naturales), para lograr cada vez mayores triunfos en el desgastante ejercicio de mi profesión.
Durante ese mismo año caí en la adicción a las anfetaminas; acompañadas de barbitúricos y alcohol compensatorios. Después, productos similares en orden inverso.
Así, durante largos períodos de consumo y abstinencia, transcurrieron cuarenta años con gran éxito inicial, moderado años después e insignificante en los últimos. Por supuesto, con fracasos en orden inversamente proporcional.
Hace un año ingresé a Alcohólicos Anónimos y últimamente otro gran amigo, me regaló un libro de Psicología.
En su larga dedicatoria me dice que soy: ‘buscador de horizontes amplios, certero, tenaz, analítico, reflexivo, de conclusiones sabias y concretas, gran sintetizador, paciente, ameno y dedicado al forjador y desgastante esfuerzo individual del servicio a los demás’.
¡Qué curioso! …ahora yo tampoco me siento así, siendo que eso es lo que anhelaba años atrás.
Ahora me siento aquello que se me dijo cuarenta años antes.
Ahora sí siento las secretas alegrías del alma. Sí sé de los caminos de los sueños y sí conozco las tardes tranquilas.
En conclusión:
Los secretos de mi alma. Sus abismos y sus cumbres, no necesitan ya tanto análisis ni reflexión de mi parte. He aprendido a descubrirlos observando simplemente la cara opuesta de la imagen que quiero dar día con día.
Ya no necesito alcohol para estar desinhibido ni estimulantes para estar entusiasmado ni sedantes para estar relajado.
Ya sé que en todo estado de ánimo escondo y me subyace una contraparte lista para surgir o guardar reposo según yo lo decida.
Ya no solamente conozco, sino que la siento profundamente grabada en mí, aquella sentencia que tanto me motivó en mi juventud: ‘La constante vigilancia es el precio de la libertad’.
…Y esta actitud vigilante la ejerzo ya sin angustia pues ahora no habita en mí el desafío sino la fe en mi Poder Superior, en mis padrinos y en mis grupos.
Ya es muy difícil que me equivoque tanto y por tanto tiempo.
Benditos sean ustedes y todos los miembros de alcohólicos anónimos.
Alabado sea Dios”
XVIII
¡ACOMPÁÑAME A LEER
…Y A LLORAR CUATRO MINUTOS!
No todo fue trajinar ese primer año. También supe ‘nadar de muertito en las dulces aguas de la recuperación’.
La lectura …¡cuán importante ha sido para mi la lectura! Tanto de A.A. como de todo aquello que me hiciera sentir bien.
Para empezar, aparte de leer cosas gratas y no complicadas, seguí leyendo novela histórica …que me fascina; pero me ilusionaba la idea de preparar una sesión audiovisual en Carrasco con imágenes representativas de sentimientos …por aquello de que: ‘dice más una fotografía que cien palabras’.
Teniendo frescas en mi memoria las palabras e ideas de los compañeros, me di a buscar en una enciclopedia que tengo en casa, las imágenes que me parecían adecuadas y así me fui echando los diez tomos, anotando todas las que me parecían interesantes.
Te daré un par de ejemplos para no aburrirte: el recuerdo de haberles chingado la vida a los hijos me pareció interesante y dramático representarlo con el cuadro de Goya en que aparece el dios Saturno devorando a un hijo. Horrible cuadro en que aparece el chiquillo pálido, lánguido y azuloso, colgante de las fauces del padre, quien ya le comió la cabeza y parte del tronco.
Para demostrar la vulnerabilidad en que caemos en la adicción me pareció perfecta una pintura en la que están descubriendo el cadáver decapitado del general Holofernes por Judith; …aquella ‘heróina bíblica israelita’ que lo embriaga y lo mata dormido tras el dulce embrujo del alcohol y el sexo.
En fin. Muchas horas mañaneras me las pasé en estos menesteres en vez de estar hecho una mierda al despertar como pocos meses antes.
No llegué a elaborar la conferencia pero ahora, a más de cuatro años de distancia, un querido ahijado ya prepara ‘power points’ con imágenes bien escogidas y textos de nuestra literatura, que les pasa a la ‘chamucada’ al finalizar la junta mañanera que nos echamos ‘a la limón’ los martes después de un rato de reflexiones, segundo paso y cine debate, en un ‘tuti fruti’ súper ameno que por lo general se prolonga bastante más allá de lo reglamentario con gran beneplácito de la concurrencia (que por lo general, desde bastante antes de terminar otras juntas, acostumbra buscar disimuladamente con la mirada el reloj de pared del aula).
A Teilhard de Chardin le había tenido ganas desde muchos años atrás. Sospechaba que este jesuita investigador, pensador y arqueólogo tenía escrito algo para mi desde que yo era niño, sin saber ni él ni yo lo mucho que lo iba a necesitar …y así fue. Mi encuentro con su libro: “El Fenómeno Humano” fue arrebatador y lloré, besando la última página adonde escribió:
“De cualquier manera que sea, queda el hecho de que, incluso a la mirada de un simple biólogo, nada se parece tanto a un camino de la Cruz como la epopeya humana”.
Leí a otros científicos de gran altura como Fritjof Capra, doctor en física teórica de la Universidad de Viena, a Stephen Gould el maravilloso paleontólogo, supuestamente no creyente. Traté de no irme nada más por la corriente agnóstica ni por la atea ni por la teísta …y en todas partes me encontré con la obra de Dios espléndidamente representada. Procuré alejarme de los comerciantes del espíritu y de la filosofía barata así como de la ciencia espiritualizada ‘a huevo’.
Todo me ayudaba pero mi sed no se calmaba.
La poesía ¡Dios mío! ¡la poesía! …Santa Teresa de Jesús, Lope de Vega y sus sonetos místicos y alguien que nunca vistió hábitos: Antonio Machado.
Anoche cuando dormía
soñé, bendita ilusión
que una fontana surgía
dentro de mi corazón.
Di: ¿por qué, fuente escondida
agua fluyes hacia mí?
…manantial de nueva vida
de la que nunca bebí.
Anoche cuando dormía
soñé, bendita ilusión
que una colmena tenía
dentro de mi corazón
y las doradas abejas
iban fabricando en él
con las amarguras viejas
blanca cera y dulce miel.
Anoche cuando dormía
soñé, bendita ilusión
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente pues tenía
el calor de un buen hogar
y era sol porque brillaba
…y porque me hacía llorar.
Anoche cuando dormía
soñé, bendita ilusión
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.
Por esto; nada más por este poema, Antonio Machado, si hay un lugar para los santos y para los ángeles, …ahí está seguramente, como santo guardián y ángel selecto.
…Y no solamente él.
Mira: como veo remoto que vayas y los busques, te voy a poner aquí algunas de las estrofas o fragmentos o poemas cortos que más me han ayudado a mi recuperación a través de estos últimos años.
De Lope:
¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿qué interés en mí encuentras Señor mío?
De Teresa:
Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero
En esta dulce prisión
del amor en que yo vivo
mantengo a mi Dios cautivo
y libre a mi corazón.
Y causa en mi tal pasión.
ver a Dios mi prisionero
…que muero porque no muero
De Juana de Ibarbouru:
Sobre los troncos de las encinas
paran un grupo de golondrinas
que dulces trinos al aire dan
¿Por qué así cantan?
¿qué gozo tienen?
Es porque saben de donde vienen
…y a dónde van.
En este viaje que llaman vida
dolido el pecho y el alma herida
tristes canciones al viento doy
¿por qué así sufro?
¿qué pena tengo?
Es porque ignoro de donde vengo
…y a dónde voy.
De no sé quien:
En medio de la sombra y de la herida
me preguntan si creo en Ti …y digo
que tengo todo cuando estoy contigo:
el sol, la luz, la paz, el bien, la vida.
Sin Ti el sol es luz desvanecida.
Sin Ti la paz es un cruel castigo.
Sin Ti no hay bien ni corazón amigo.
Sin Ti la vida es muerte diferida.
Contigo el sol es luz enamorada
y contigo la paz es paz florida.
Contigo el bien es alma reposada
y contigo la vida es eso: vida.
….Pues si me faltas Tu no tengo nada
ni sol ni luz ni paz ni bien ni vida.
Mía:
Señor: ¿se vale rezar
poniendo en tus manos todo
o será tan solo un modo
cómodo de no pensar?
¿Se valdrá lo que no pasa
más allá de una costumbre
mientras caliento en la lumbre
el café para mi taza?
¿Será darte el corazón
el mero hecho de vivir?
¿podrá mi vida servir
como acto de adoración?
¿Me puedes dar la ocasión
en que mientras hago cuentas
de rentas, pagos y ventas
lo tomes como oración?
…Y asi voy: reza que reza
con la resta y con la suma;
con la tinta de mi pluma,
con el plato de mi mesa
Y ahora: Un arreglo mío al final de un poema de Francis Thompson (compañero norteamericano adicto a los narcóticos allá por los años treintas del siglo pasado) y declamado por el padre Dowling en una convención de A.A. (se supone que es la voz de Dios contestándole …como miles de años atrás a Job).
Todo te lo quité, mas no fue para herirte
Sino para que en mí lo re encontraras.
El premio del dolor que ya sufriste
se encuentra en mis moradas.
Ven tú, el más amado,
el más débil, el más acongojado
¡levántate; mi mano está contigo!
alójate en mi casa. Sé mi amigo.
Tus cuentas por pagar están saldadas.
No busques más
Yo soy el que buscabas.
Si hay alguien que se sienta débil y acongojado es un toxicómano al despertar o cayendo en pánico. Este poema, leído en un auditorio de Cleveland, a los quince años de creado A.A., lleno a reventar de alcohólicos en mil novecientos cincuenta y ya al final de la convención, debe haber sido de una emotividad sobrecogedora.
XIX
MI SED …TU SED …NUESTRA SED
La música a mi me parece la voz de Dios.
Se dice que Salieri, músico avezado sumamente envidioso de un Mozart joven y mal educado, una vez le reclamó a Dios exclamando:
---- ¿Cómo pudiste poner tu voz en este pedorro?
Pero Dios sí la puso. Como puso su voz en Casa Carrasco para llamarme.
Yo una mañana de Marzo, a los pocos meses de salir de mi proceso, caí de rodillas en casa, ante un amanecer escuchando un concierto de Mozart.
Pero lo mismo me ha sucedido oyendo cantar a Carlos Lico eso de: “Tengo, una y mil razones / feria de emociones / para darte a ti” …y termina diciendo: “tengo ganas de quererte / de que seas mi buena suerte / tengo mi vida y mi muerte / para darte a ti /
Escuchar piezas musicales con el alma puesta en Dios en vez de en un ser humano ha sido en muchas ocasiones mi modo de orar.
Las canciones de amor son muchísimas y las hay para todos los gustos. Las grandes concentraciones de juventud entusiasmada por la música a veces me parecen de una espiritualidad majestuosa muy en busca inconsciente de “aquél por quien vivimos” (como le decían a Dios los Toltecas).
La guitarra formó parte importante de mi recuperación. ¡Cuántos amaneceres inicié tocando una composición hecha por mí para mi Poder Superior! Sentado, en pijama, sobre la cama.
Bueno. Si alguien quería una exposición de parte mía acerca de mi absoluta confianza en la espiritualidad para salir adelante de una toxicomanía, no dirá que no la he proporcionado.
Solamente quiero agregar al respecto lo ya dicho anteriormente en el sentido de no confundir religiosidad con espiritualidad.
Muchos compañeros no sienten la espiritualidad como la siento yo pero la espiritualidad tiene muchos aspectos. El amor al prójimo, el patriotismo, el gusto artístico, los deportes, en fin, toda una gama de elevación del espíritu está esperando al alcohólico y al adicto para aferrarse a alguna de ellas.
Incluso ciertos arrebatos ‘satánicos’ buscan, sin saberlo, a Dios.
¿No era algún dios azteca terrible, como Huitzilopochtli un generador de bienestar agrícola a pesar de sus horrendas manifestaciones de culto? ¿no eran acaso sus jóvenes sacerdotes de una elevadísima espiritualidad, con los pelos apelmazados de sangre humana y sus prepucios atravesados con espinas de pescado para controlar sus ansias?
Si Dios quiere orientar nuestra sed y apagarla …ya lo hará, el caso es estar permeables.
Esto del agua y la sed es un tema repetitivo en mí cuando trato de hacerme entender. No trato de convencer a nadie con razones. Me parece ofensivo tratar de colonizar un alma …pero entre nosotros los adictos sí se vale decir lo que hacemos y cómo lo hacemos.
El mejor argumento para demostrar la existencia de Dios es la sed que los humanos sentimos de él.
…Y no hay mejor argumento para demostrar la existencia del agua que la existencia de la sed.
XX
LAS CARTAS DE MIS HIJAS
Todo ese misticismo del primer año recibe el nombre de “La Nube Rosa” y hay que cuidar de no caerse de la nube.
La primera sacudida me sucedió cuando, a mitad de mi proceso, ya durmiendo en el cuarto de los media luz, sin tener que participar del hacinamiento general, me comencé a volver intolerante.
Ya no me era tan fácil perdonar y tuve mi primera bronca con un compañero que ocupaba el cargo de ‘tercero’ y no me quiso abrir la puerta que daba a la azotea por razones que iban contra las mías. Me alteré muchísimo pero acabé, al día siguiente, por hacer mi ‘primer noveno’ con él …le pedí disculpas, independientemente de quien tuviera la razón y esto fue magnífico pues después de morderme un huevo y hacerlo, me invadió una paz insospechada.
Fue, de nuevo, como la primer aceituna que sale del frasco. Saliendo la primera las demás salen fácilmente.
Al respecto de la nube rosa escribí una estrofa que dice:
“Se me ha dicho que siempre llega el día
en que Dios ya no es guía ni sustento.
¡Recárgame Señor la batería!
No me dejes morir en el intento”.
Todo el primer año lavé los trastes en casa, tiré la basura, le cambié el agua a la tortuga, hice mi cama y procuré entregarme a actividades de crecimiento extra grupal como dibujar, escribir poesía, tocar la guitarra, leer y, desde luego, trabajar y atender a mi familia.
Se me ocurrían también cosas raras y novedosas como la de dibujar y colorear un escudo del segundo paso.
Este escudo lo hice tomando como modelo el de la provincia de León, en España, tierra de mis padres pero arriba le puse la cabeza de un rey del ajedrez con un hueco en el centro a modo de una ventana por la que pasase la luz. En el seno del escudo puse una gran ‘S’ combinada con un ‘2’ y alrededor puse el lema de San Anselmo, en Latín: “Fides requerem intelectum” (la fe requiere del intelecto).
Me gustó y lo conservo pero no sólo eso, sino que una mañana lo llevé a mi junta de segundo paso, lo mostré y les propuse a los compañeros participar en un concurso de dibujo o pequeño escrito que representara el segundo paso.
Le pedí autorización a mis padrinos y la concedieron, así es que con su anuencia se adjudicó un primer lugar de quinientos pesos de crédito ‘en tienda’, (para dulces o cigarros o café o gel para el pelo y cosas parecidas), un segundo de doscientos, un tercero de cien y un cuarto de cincuenta pesos de crédito.
Se dieron quince días para presentar los trabajos y el éxito fue indudable. Incluso, a la hora de adjudicar los primeros lugares, el padrino Eduardo H. decidió otorgar el cuarto a una hoja de papel llena de garabatos inclasificables pero que revelaba el esfuerzo por participar de un compañero sumamente ‘tronado’ (ya afectadas sus cualidades mentales).
Al año y medio decidí que ya sabía suficiente del programa como para aplicarlo en la supresión de mi tabaquismo.
Apliqué el primer paso aceptando que yo era impotente ante el tabaco. El segundo aceptando que Dios podría fortalecer mi voluntad. El tercero poniendo esa, mi voluntad, en sus manos. El cuarto, quinto y sexto dando por asentado que era un defecto de carácter, confesando mi deseo de corregirlo y el séptimo pidiéndole a Dios humildemente que me ayudara a no sufrir mucho y a lograrlo. Del octavo al décimo: calculando los daños causados en mí mismo y en otras personas; incluso calculé con cuidado el volumen total de dinero gastado a través de mi vida en cigarrillos (el cálculo me indicó que con ese dinero podría haberme comprado un auto BMW de poca madre). El onceavo lo apliqué la noche en que decidí fumar el último cigarrillo. Lo apagué unos minutos antes de las doce de la noche e hice oración pidiéndole nuevamente a Dios que me ayudase a dejarlo …sin mucho sufrimiento.
…Y como ¡sí lo logré! aquí estoy practicando el doceavo comunicándolo a todos aquellos a quienes les parezca interesante e incluso atractiva esta manera de dejar de fumar.
Ya en varias ocasiones de mi vida había dejado de fumar pero con un sufrimiento atroz y prolongado.
Esta vez no me costó ningún trabajo. Claro que hago la pequeña trampa de andar metiéndome en la boca palitos de cotonetes a cada rato.
Dentro de mis versos de agarradera para no caerme de la nube rosa hice uno inspirado en mis sesiones de reforzamiento del segundo paso.
El segundo paso, desglosado en el libro llamado precisamente: “Los Doce Pasos” (que por cierto ya tengo el mío como de hojaldre) aparece ante mi fantasía como una pequeña obra teatral; como un diálogo entre un padrino experimentado y un ahijado recién ingresado, el cual está desesperado por el hecho de tener que aceptar que es necesario un Poder Superior que lo saque del hoyo cuando que bastante trabajo le ha costado derrotarse dando el primer paso.
El padrino sonríe, lo cual encabrona al ahijado pero luego éste va serenándose conforme el padrino le narra cómo lo hizo él y le da diversos argumentos, razones y ejemplos para terminar en el vigésimo párrafo que dice:
“En consecuencia, el Segundo Paso es el punto de reunión para todos nosotros. Agnósticos, ateos o antes creyentes, todos podemos estar unidos en este paso. La verdadera humildad y la mente libre de prejuicios pueden conducirnos a la fe y cada reunión de A.A. es una seguridad de que Dios nos devolverá el juicio, si confiamos en El”
…De poca madre …me cae.
Pues mi verso también trata de un ahijado encabronado y un padrino sonriente …y dice así:
¡Hágame usted el favor!
¡Es una barbaridad!
¡Querer que yo entre de lleno
a la espiritualidad!
¿Qué queeé? …¿un poder superior?
¿que devuelve el sano juicio?
¡Si no estoy loco señor¡
sólo le hago un poco al vicio.
Yo tan sólo necesito
mi fuerza de voluntad
porque de dios y padrinos
no tengo necesidad.
Me compondré en un ratito
no más que me lo proponga.
¡Cuando yo quiera! repito
y no cuando usted disponga
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Y el padrino le contesta:
Yo aquí no dispongo nada,
sólo soy quien lo propone.
Si te lleva la chingada
será Dios quien lo dispone
Mas si dejas de drogarte
y chupar a lo pendejo
tal vez este amigo viejo
tenga algo para ayudarte.
Tres clínicas, diez psiquiatras …
…te falta un ojo y un brazo.
¡Anímate …aquí entre nos!
y vamos, juntos, los dos
a dar el segundo paso.
Ese primer año de recuperación mis hijas me hicieron llegar desde el extranjero o me entregaron en propia mano, emocionados y bellos comunicados. Aquí los transcribo agregando que, los dos últimos, mis hijas los leyeron en público los días que manifesté en San José y en Carrasco causando profunda emoción y solicitud de copias.
La primera fue una tarjeta postal grande que decía así:
“Querido papá:
Estoy muy orgullosa de ti por el trabajo tan grande que has hecho durante este año de sobriedad.
Te deseo que sigas trabajando cada día con gusto y humildad para seguir tú en esta trayectoria y para ayudar a los demás.
Que cada día de tu vida tenga significado y paz.
Estoy feliz de poder volverte a conocer a TI, sin adulterar.
Muchas felicidades en tu primer cumpleaños de A.A (aquí dibujó dos corazones).
…and I’m behind you all the way! (…y estoy detrás tuyo todo el camino).
Besos y abrazos de Thaida.
Steven, Ian y Peter también te felicitan y te desean lo mejor”
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Mis dos hijas radicadas en esta ciudad escribieron cartas para leerlas en público.
La de Anaí fue así:
ANIVERSARIO PAPÁ
“Hace más o menos un año, mi papá fue internado en una casa de recuperación para alcohólicos y drogadictos. Él mismo lo habrá platicado aquí. Las semanas previas fueron de una angustia enorme y lo que él mismo vivió durante sus tres meses de internamiento, supongo que también se los habrá contado. El hecho es que su estancia en esta casa fue el parteaguas que ahora lo tiene aquí, celebrando un año sin alcohol y sin otras drogas legales.
Pero de lo que me gustaría hablar hoy es de lo que estaba sucediendo dos años antes. En junio de 2004, mi papá estuvo al borde de la muerte. Una infección aparentemente inofensiva lo mandó a la sala de operaciones en cuestión de horas. Lo intervinieron cuando la infección estaba a punto de tocar el corazón y con la presión desplomada. Estuvo varios días inconsciente en terapia intensiva, conectado a un respirador artificial y a muchos monitores que pronosticaban muy malas noticias. Resintiéndose a la infección, sus órganos vitales rápidamente iban empeorando: primero los riñones, luego los pulmones, el cerebro o el corazón podían seguirles de un momento a otro. Y todo esto porque su cuerpo no tenía defensas. Apenas cinco meses antes, y después de muchos años de abstinencia, mi papá había salido de la clínica San Rafael tras una dura recaída con estimulantes.
Nunca he pasado tanto miedo como en esos días. Me iba a la cama con el corazón engarrotado en el pecho, pensando que era posible que al día siguiente, tal vez yo ya no tuviera papá. Me quedaba dormida sin darme cuenta, agotada de llorar.
Cuando al final logró torear a la muerte, siguió otro calvario para mi papá. La garganta y el esófago habían quedado tan lastimados después de la infección y las raspaduras para combatirla, que simplemente no podía tragar. Se pasó alrededor de tres meses con una sonda conectada directamente al estómago para poder comer.
Yo siempre he estado convencida de que mi papá es un guerrero. Pero da una rabia inmensa verlo constantemente, una y otra vez, luchando batallas innecesarias. Da coraje ver a un hombre tan listo, tan increíble con sus nietos, igual que lo fue conmigo en su día, con quien es un placer hablar y estar; gastando sus maravillosas energías en caer y levantarse, cuando no fue diseñado para otra cosa que volar.
Sé que esto es una celebración, pero también es una tribuna, y según él mismo me ha explicado, aquí se puede hablar de lo que sea, incluyendo lo que preocupa. Y a mi me preocupa mucho que recaigas, papá. Tengo que decirlo porque por más que he venido tratando los últimos días de pensar sólo en palabras de gozo, no me sale. Ya sé que esto es de un día a la vez. Pero como eres bien consciente de esa fortaleza que tienes, me da miedo que uno de esos días vuelvas a sentirte invencible.
Es verdad que nunca antes habías tenido un seguimiento, y menos uno como el de este grupo, donde además de recibir apoyo, te estás dando a otros. Lo que celebro hoy por ti no es tanto un año sin beber o sin usar substancias que te dañan. Eso lo celebro desde que tengo memoria: siempre ha sido un bálsamo para el alma verte entero, lúcido, siendo tú. Lo que celebro es un año de verte contento. Activo, comprometido, involucrado, creativo. Un año de poder compartir la vida y morirnos de risa y resolver el mundo sobre una mesa de desayuno, de ver a mis sobrinos felices después de pasar una tarde contigo. Y lo celebro especialmente porque sé que antes de tocar fondo hace un año, te estabas sintiendo apagado y triste.
No tienes una idea de lo fundamental que eres en mi vida y lo feliz que me hace el que simplemente estés en el mundo. No sabes bien lo mucho que te necesito. Hace dos años, mientras estabas en el hospital, entre cafés de máquina yo me dedicaba a escribirte aquella carta contándote todo lo que ocurría para que, cuando despertaras, no se te fuera a olvidar. Sabía que si despertabas, con la recuperación vendría una etapa difícil. Así que en esa carta te pedía que fueras fuerte. No para morir, sino para después: para vivir. Eso mismo te pido el día de hoy, papá: sigue siendo fuerte para vivir”.
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Mi hija Dunia me escribió y leyó públicamente lo siguiente:
“Papá:
Te escribí una carta.
Hoy es un día especial, para ti y para todos los que estamos cerca de ti. Tu familia, tus amigos, tus compañeros de grupo. Lo que estamos celebrando hoy es tu primer aniversario en A.A. y es probablemente uno de los festejos más importantes en tu vida, porque creo que este año ha marcado una diferencia fundamental en la manera en que la estás viviendo. Este año, papá, ha sido un año de RECUPERACIÓN, y esta palabra se aplica a muchas situaciones diferentes. De esto quiero hablarte hoy.
En primer lugar, está TU recuperación. Sólo tú podrías hablar, porque sólo tú has vivido ese proceso, de cómo ha sido el transitar por cada uno de los días de este año, desde el momento en que ingresaste a Carrasco, hasta hoy. Sólo tú puedes contarnos del trabajo en el que has estado inmerso, del dolor que has enfrentado, de lo difícil que debe ser, en muchos sentidos, andar por este camino que has elegido, el camino de estar vivo y sano.
Pero yo puedo hablar de la palabra RECUPERACIÓN en otro sentido. Porque en el transcurso de este año, papá, yo te HE RECUPERADO, a ti, en mi vida. Gracias a todo este proceso, me encuentro ahora con un papá presente, cariñoso, plenamente atento a lo que tengo que decirle, y que no deja de sorprenderme. Un papá que me cuenta cosas, que se sabe muchos chistes tontos, y que tiene recuerdos de mi niñez de los que ahora podemos hablar, como si juntáramos las piezas de este rompecabezas de nuestra vida compartida.
Tú sabes bien, igual que todos los que hemos convivido contigo o escuchado tu testimonio, que ha habido a lo largo del tiempo y de la enfermedad momentos profundamente dolorosos y angustiantes. Hace falta mucho valor para recuperarse de todo ese dolor. Para atrevernos a ver de frente quiénes somos, lo que hemos hecho, por lo que hemos pasado. Y yo, en el curso de este año que hoy estamos celebrando, he descubierto en ti a un papá valiente, que ha decidido seguir adelante, y que asume que una de las muchas dimensiones del valor consiste en pedir ayuda. Veo a un papá que lucha y que, a pesar de haber estado muy cerca de tirar la toalla algunas veces, quiere seguir dando batalla. Todo esto me hace sentir no sólo muy orgullosa de ti sino también, de alguna manera, fortalecida; porque soy tu hija y verte salir adelante y haberte puesto de pie una vez más me confirma que vengo de una cepa robusta.
Y me deja ver también, que nunca es tarde. Que siempre hay tiempo. Para platicar. Para tomarnos un café y que le pongas al tuyo las mismas cuatro cucharadas de azúcar de siempre, porque hay cosas que cambian y otras que no. Para que le enseñes a Diego trucos de magia, jugadas de ajedrez y le des consejos sobre cómo entrenar para ser un buen portero, igual que tú. Tiempo para que nos diga muchas veces más a Alfredo ya mí, cuando regrese de pasar otra tarde contigo, que su abuelo es “bien buena onda” y que quiere verte pronto otra vez.
Te estamos disfrutando mucho, papá. Hoy, aquí, quiero decirte que aprecio enormemente el trabajo que estás haciendo para tu recuperación y que siento un profundo respeto por ti y por este proceso. Agradezco poder estar aquí hoy, celebrar contigo este aniversario y conocer, por fin, a las personas que te acompañan y a las que acompañas cotidianamente, tus compañeros de grupo.
Y quiero decirte, para terminar, que me siento muy afortunada porque estamos otra vez compartiendo la vida. Y porque eres mi papá.
Muchas felicidades en tu primer aniversario. Ya sabes que te quiero mucho.
Dunia”.
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F I N
E P I L O G O
Han pasado cuatro años más cuatro meses y dieciséis días desde que fueron por mí los ‘doceaveros’ y me parece que fue ayer.
El tiempo que se entrega al servicio, al crecimiento, a la sobriedad; vuela con alas de música de Mozart pero también con sensuales meneos de Cumbia.
Ocupé diversos puestos en mi Grupo San José, como lo fueron el de ‘Literatura’ y el de Secretario, con duración cada uno de seis meses, tiempo más que suficiente, sobre todo en este último servicio, para acrecentar mi intolere al mezclarme con ‘gente bien’ en un ‘grupo fresa’, habiendo yo nacido en una casa de intensos requerimientos populares, groseros y de una fuerza de carácter que va mucho más allá de la abstinencia.
He tenido que hacer un esfuerzo adicional para superar estas crisis de intolerancia ya que la mística del San José es, también y a su manera, extraordinaria y es la que realmente me ha dado el crecimiento espiritual que luego comparto e inculco en Carrasco; así como Carrasco ha sido quien me ha inoculado la estamina y la enjundia. Asuntos estos sobre los que he tenido que trabajar duro y tendido para irlos combinando y ajustando poco a poco con la ayuda de mis padrinos de ambos grupos que, aunque aparentemente muy diferentes, son extraordinariamente complementarios.
En Carrasco me dedico, desde hace más de dos años, de un modo particular e intenso, a la ayuda audiovisual en forma de cine debate, lo cual forma la mayor parte de mi servicio actualmente.
Otra manera de llevar adelante mi doceavo paso y mi sobriedad creativa consiste en la escritura e intento de publicación de mis libros.
Consisten en una saga de la cual este es el quinto, con la narración y meditaciones desde que me hice cadete a la edad de diecisiete años (con algo de recuerdos de la infancia) hasta el momento actual para mostrar cómo un ‘buen muchacho’ cayó en la drogadicción y el alcoholismo y cómo salió de ellos.
Espero no haber terminado aún y encontrar más que escribir ya que el hacerlo es un estado de gracia incomparable.
Me atrevo a recomendarles a quienes van saliendo de una adicción que desarrollen sus potencialidades.
Si en ello; en tratar de conocernos y ser nosotros mismos de un modo auténtico, esforzado y honesto; desarrollásemos la mitad del esfuerzo, fantasía, inteligencia y creatividad que desarrollábamos para conseguir, esconder, consumir, seducir, y tratar de engañarnos y engañar al mundo…seríamos …y somos …¡cómo no! …incomparables.
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Ciudad de México
Octubre del 2010