"El propósito del arte no es una quintaesencia intelectual, rarificada
sino la vida, la brillante e intensa vida."

Alain - Arias Misson

martes, 15 de mayo de 2018

Alma en Tránsito Capítulo 10: La muerte, la filosofía y la gramática


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LA  MUERTE  Y  LA  FILOSOFÍA
BESÁNDOSE  CON  LA  GRAMÁTICA



     Si me quieres rebatir y cuestionar acerca de: en qué momento el hombre, la especie …vaya (ya sé que estás pensando chingarme el discurso preguntando: …¿y la mujer?. Terminando este tema te voy a dar una revolcada …ya verás …para que me andes socratizando con ironías) inicia esa sensación sedienta, te contestaré que yo supongo que desde que apareció sobre la faz de la tierra hace tres millones de años, pero que el único modo que tenemos para detectarlo es desde que empieza a ser civilizado.

     Se comienza a hablar de “una civilización” apenas aparecen los primeros indicios de cultos funerarios.

     ¿No es acaso el culto funerario ya una muestra de sed de vida eterna? ¿No es la inquietud que provoca la muerte: ese miedo, ese anhelo, ese ‘no se qué’, esa valiente y enternecedora duda, una señal de que el hombre tiene sed?

     La lucha por saciar esta sed la libramos de diferentes maneras.

     La sociedad generalmente ha luchado de la siguiente forma obcecada:

     “Todos  contra la muerte” y, como es frecuente, se aterriza en el aeropuerto más temido.

     Desde que la civilización existe se trata de poner salud donde impera la enfermedad, instalar compañía duradera donde la soledad se extiende, proveer distracción y ruido donde sólo hay silencio, contrarrestar el llanto con canciones y alegría, desarrollar arte y colorido donde sólo se supone descomposición y luto, alargar la vida todo lo posible para no afrontar esa insondable incógnita y tratar de darle continuidad a la vida a través de la obra para que no solamente queden cenizas estériles.

    Ese enfrentamiento entre los valores de “el salvaje” y los de el “Mundo Feliz”, donde toda la felicidad proviene del consumo de pastillas de “soma”, es conmovedor y de una actualidad escalofriante en los ambientes en los que yo me muevo.

    También leer “Isla de las Tres Sirenas”, de Irving Wallace, es un modo muy agradable de hacerte sabio disfrutando de una excelente lectura y dándote cuenta de las tropelías que perpetran los amantes de la antropología contra el ser humano cuando éste sabiamente se aferra al “no progreso”.

     Así tendrás algún mobiliario extra para amueblar bien tu cabeza y responderte tú solo antes de andarme jodiendo con preguntas tan difíciles de contestar. ...Y ahora viene la revolcada.

     A ver; ya sé que te aprendiste eso que dije hace tiempo de que la risa era la mejor arma para destrozar un argumento y que por eso me caga Sócrates.

     Que las clasificaciones en filosofía me agobian por obsoletas y que por eso ya no tolero al buen Aristóteles quien, como su papá era médico, seguramente lo trajo jodido de niño clasificando todos los frasquitos de su consultorio: que si la valeriana de Pérgamo, que si la ruda de Éfeso que si roja, que si verde olivo, …o no tan verde… y así hasta que quedó ‘aristotélicamente’ deformado y no tuvo más remedio que seguir clasificando …y no sólo en filosofía: que si la retórica forense, que la deliberativa, que si la epideíctica y ésta dividida en tres: de comparación, de encomio, de extensión, de la madre que parió a Aristóteles y ¡por supuesto! la que parió a Sócrates, la cual era partera; ¿sabes cómo se dice obstetricia en griego? ¡mayéutica! ¡igual le pusieron a la manera de trabajar de su hijo!: ‘la mayéutica y la ironía’ o sea: hacer parir a los demás haciendo cagarse de risa al montón de efebos comparsas que acompañaban al esperpento preguntón.

     La cicuta fue poco…me cae.

     Pero en gramática y en literatura tenemos clasificaciones divisorias chingonas de verdad y ahora que me ibas a preguntar: …¿y la mujer? al hablar yo del hombre, me voy a permitir darte la revolcada para gusto mío y sólo mío pues buena falta me está haciendo echarme un farol a estas alturas del libro.

     Si yo digo “el hombre” queriendo decir “la humanidad” ¿cómo se le llama a esto en gramática? …¿metáfora? ¡no hombre no! la metáfora es cuando llevas el sentido recto al figurado o al revés, por ejemplo: “sus labios de rubí”, “la primavera de la vida”. ¿Qué, ya te acordaste? …¿Que se le dice “metonimia”? …no mi buen; metonimia es cuando tomas el efecto por la causa o viceversa, como cuando yo digo “respeta mis  canas” usando a las canas, que son el efecto, en vez de la causa , que es la vejez.

     ¡Ya! …¡te lo voy a decir! Es una “sinécdoque”

     ¿Qué queeeeé? …pues sí; ese modo tan usado de tomar la parte por el todo o viceversa como en el caso que nos ocupa al decir “el hombre” en vez de “la humanidad” lleva el simpático e inolvidable nombre de ‘sinécdoque’ .

     Estos son los tres tropos gramaticales: la metáfora, la metonimia y la sinécdoque … y ya no me meto en explicar por qué se les dice “tropos” porque me  vas a mentar la madre.

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