10
LA
MUERTE Y LA
FILOSOFÍA
BESÁNDOSE
CON LA GRAMÁTICA
Si me quieres rebatir y cuestionar acerca
de: en qué momento el hombre, la especie …vaya (ya sé que estás pensando
chingarme el discurso preguntando: …¿y la mujer?. Terminando este tema te voy a
dar una revolcada …ya verás …para que me andes socratizando con ironías) inicia
esa sensación sedienta, te contestaré que yo supongo que desde que apareció
sobre la faz de la tierra hace tres millones de años, pero que el único modo
que tenemos para detectarlo es desde que empieza a ser civilizado.
Se comienza a hablar de “una civilización”
apenas aparecen los primeros indicios de cultos funerarios.
¿No es acaso el culto funerario ya una
muestra de sed de vida eterna? ¿No es la inquietud que provoca la muerte: ese
miedo, ese anhelo, ese ‘no se qué’, esa valiente y enternecedora duda, una
señal de que el hombre tiene sed?
La lucha por saciar esta sed la libramos
de diferentes maneras.
La sociedad generalmente ha luchado de la
siguiente forma obcecada:
“Todos
contra la muerte” y, como es frecuente, se aterriza en el aeropuerto más
temido.
Desde que la civilización existe se trata
de poner salud donde impera la enfermedad, instalar compañía duradera donde la
soledad se extiende, proveer distracción y ruido donde sólo hay silencio,
contrarrestar el llanto con canciones y alegría, desarrollar arte y colorido donde
sólo se supone descomposición y luto, alargar la vida todo lo posible para no
afrontar esa insondable incógnita y tratar de darle continuidad a la vida a
través de la obra para que no solamente queden cenizas estériles.
Ese enfrentamiento entre los valores de “el
salvaje” y los de el “Mundo Feliz”, donde toda la felicidad proviene del
consumo de pastillas de “soma”, es conmovedor y de una actualidad escalofriante
en los ambientes en los que yo me muevo.
También leer “Isla de las Tres Sirenas”, de
Irving Wallace, es un modo muy agradable de hacerte sabio disfrutando de una
excelente lectura y dándote cuenta de las tropelías que perpetran los amantes
de la antropología contra el ser humano cuando éste sabiamente se aferra al “no
progreso”.
Así
tendrás algún mobiliario extra para amueblar bien tu cabeza y responderte tú
solo antes de andarme jodiendo con preguntas tan difíciles de contestar. ...Y
ahora viene la revolcada.
A ver; ya sé que te aprendiste eso que
dije hace tiempo de que la risa era la mejor arma para destrozar un argumento y
que por eso me caga Sócrates.
Que las clasificaciones en filosofía me
agobian por obsoletas y que por eso ya no tolero al buen Aristóteles quien,
como su papá era médico, seguramente lo trajo jodido de niño clasificando todos
los frasquitos de su consultorio: que si la valeriana de Pérgamo, que si la
ruda de Éfeso que si roja, que si verde olivo, …o no tan verde… y así hasta que
quedó ‘aristotélicamente’ deformado y no tuvo más remedio que seguir
clasificando …y no sólo en filosofía: que si la retórica forense, que la
deliberativa, que si la epideíctica y ésta dividida en tres: de comparación, de
encomio, de extensión, de la madre que parió a Aristóteles y ¡por supuesto! la
que parió a Sócrates, la cual era partera; ¿sabes cómo se dice obstetricia en
griego? ¡mayéutica! ¡igual le pusieron a la manera de trabajar de su hijo!: ‘la
mayéutica y la ironía’ o sea: hacer parir a los demás haciendo cagarse de risa
al montón de efebos comparsas que acompañaban al esperpento preguntón.
La cicuta fue poco…me cae.
Pero en gramática y en literatura tenemos
clasificaciones divisorias chingonas de verdad y ahora que me ibas a preguntar:
…¿y la mujer? al hablar yo del hombre, me voy a permitir darte la revolcada
para gusto mío y sólo mío pues buena falta me está haciendo echarme un farol a
estas alturas del libro.
Si yo digo “el hombre” queriendo decir “la
humanidad” ¿cómo se le llama a esto en gramática? …¿metáfora? ¡no hombre no! la
metáfora es cuando llevas el sentido recto al figurado o al revés, por ejemplo:
“sus labios de rubí”, “la primavera de la vida”. ¿Qué, ya te acordaste? …¿Que
se le dice “metonimia”? …no mi buen; metonimia es cuando tomas el efecto por la
causa o viceversa, como cuando yo digo “respeta mis canas” usando a las canas, que son el efecto,
en vez de la causa , que es la vejez.
¡Ya! …¡te lo voy a decir! Es una
“sinécdoque”
¿Qué queeeeé? …pues sí; ese modo tan usado
de tomar la parte por el todo o viceversa como en el caso que nos ocupa al
decir “el hombre” en vez de “la humanidad” lleva el simpático e inolvidable
nombre de ‘sinécdoque’ .
Estos son los tres tropos gramaticales: la
metáfora, la metonimia y la sinécdoque … y ya no me meto en explicar por qué se
les dice “tropos” porque me vas a mentar
la madre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario