"El propósito del arte no es una quintaesencia intelectual, rarificada
sino la vida, la brillante e intensa vida."

Alain - Arias Misson

lunes, 23 de abril de 2018

Alma en Tránsito Capítulo 9: Un mundo infeliz


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UN  MUNDO  INFELIZ


     Mis discípulos y ahijados me preguntan con frecuencia si opino que el mundo mejora o que empeora.

     Mi contestación es que la pregunta es corta pero la respuesta larga. No he vivido lo suficiente para saber contestarla; tendría que vivir al menos cien años más para saber si el futuro de la humanidad es, como lo creo, el de colonizar otras zonas aledañas a la Tierra ya que indudablemente al paso que vamos la subsistencia en nuestro planeta no va a ser viable para la especie que representamos.

     De ser así, la tecnología de altísimo costo es necesaria y la producción de dinero es forzosa, para lo cual hay que transitar a huevo por estos detestables caminos del consumismo desaforado y sus consecuencias.

     …Pero no lo sé. En este momento de principios del dos mil diez todavía me inclino a pensar que estamos empeorando en cuanto a inclinaciones intelectuales y espirituales que hagan feliz, placentera y digna de vivirse esa futura vida basada en la tecnología.

     Le aconsejo a mi muchachada que lea Un Mundo Feliz de Aldous Huxley donde Aldous, ese “nerd”’ genial, escribe algo de magnífica ficción, no dejándonos ver solamente el mundo altamente  tecnificado del futuro con su abolición de la maternidad y del dolor por la muerte, sino al mundo empobrecido de valores humanos, durante el soberbio enfrentamiento que hace de “el salvaje” con la curiosidad terrícola vigente.

     Ese “salvaje”  fue un ser humano concebido por una pareja de investigadores que se descuidaron durante sus amoríos al no usar los implementos anticonceptivos obligatorios de portar en el cinturón ‘malthusiano’ que todo ciudadano en edad de concebir debía portar (todos los niños eran ya de probeta) y dejaron al producto de sus amores abandonado en un poblado olvidado y desértico de Arizona hasta que muchos años después fue descubierto por otros investigadores de esas  zonas aún primitivas y escondidas quienes lo llevaron como trofeo proveniente del “viejo mundo” a las autoridades del “nuevo mundo” (igual que a aquellos  indígenas mexicanos defendidos por fray Bartolomé de las Casas, en juicios españoles inquisitoriales para determinar si eran humanos o no. La gran diferencia, considero yo, es que en aquellos tribunales se discutía “si tenían alma” y en el libro de Aldous Huxley entiendo que se discutía “qué era eso del alma” o si “era bueno o no tener alma”).

     …Y estaban jodidos porque el alma es un pedazo de Dios y está cabrón que alguien la apague o la elimine.

     Esa va a ser la problemática de mis tataranietos: ¿Qué alimento le van a dar a su alma? …o más bien …¿Cómo van a calmar la sed de Dios, que la humanidad presenta como dato inequívoco desde que es tal?

     Estoy seguro que van a encontrar cómo, pues esa sed no proviene del hombre. Dios, que la provoca, sabrá saciarla.

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