"El propósito del arte no es una quintaesencia intelectual, rarificada
sino la vida, la brillante e intensa vida."

Alain - Arias Misson

miércoles, 4 de abril de 2018

Alma en Tránsito Capítulo 7: La sonrisa de mi hermano


7

LA  SONRISA  DE  MI  HERMANO
(…ERAN  CINCO  HERMANOS)


     Esto de la broma y la muerte es impresionante.

     Operé a un soldado con ambas órbitas fracturadas y ambas retinas desprendidas a puntapiés por sus amigos tras una peda mariguana en que llegaron al cuartel y la tomaron de broma contra él, que se había quedado de guardia. La cara parecía una enorme torta llena de lodo seco en que no se notaban ni las orejas, sólo algo asomaba de ese hojaldre lodoso …algo de la nariz machacada. Cuando esa torta café con un cuerpo debajo abrió un agujero debajo de la nariz para hablar, me gruñeron las tripas y por poco y me suelto un pedo pues no me imaginaba que hubiera vida en ese cuerpo tirado en una camilla, lleno de barro y sangre seca y sin cara reconocible (unos meses después acudía a consulta externa de oftalmología delgadito, limpio, uniformado y luciendo un fino bigote a la Jorge Negrete).

     ¡Carajo mi sargento! bromeaba yo con él recién operado; ¡pa’ pinches amigos! …con esos amigos ¿quién chingaos necesita de enemigos?

     Tanto Orfila como Hilda son santas dolientes heroicas con su nombre inscrito en letras de oro dentro de mi calendario litúrgico personal.

     Como tantos y tantas santas y santos heroicos padres y madres que pudieron seguir viviendo después de haber perdido un hijo una hija, dos, cinco, como los de aquella película inolvidable: ‘Eran Cinco Hermanos’ de gran éxito acabada la segunda guerra mundial; tanto que mamá nos hizo viajar a España en esos tiempos con gorritas, orejeras y anteojos de aviador (¡ándale, como ‘Snoopy’ el de Charlie Brown!) igualitos a los de los cinco muchachos, pilotos muertos, de la película. Así volamos también los cinco hijos niños a quienes ella gustaba de formar uno al lado del otro para hacer que papá nos fotografiara con aquella enorme cámara parecida a un acordeón y ponderar luego, por años y años, abriendo el álbum de familia (único y escaso, como todos en aquel tiempo) ante las amistades, nuestras estaturas ‘en escalerita’.

     Me preguntaba yo: ¿cuál es la importancia de tener hijos en escalerita?

     ¿Cuál creen ustedes que era?

     Yo creo que la importancia estribaba en mostrar a sus cinco mongoles vivos, saludables, guapos y sonrientes (siempre había que sonreír ¡a huevo! solamente Ángel se permitía y se permitió toda la vida esbozar  nada más una leve mueca condescendiente).

     En vida de mis padres tener cinco hijos …y luego seis; vivos y en escalerita era muestra de salud y bienestar pues las escaleras familiares estaban todas fracturadas y chimuelas por enfermedad y muerte.

     Lástima que no se me quedó ninguna foto de los cinco snoopies pero tengo una de mamá de día de campo con sus primeros cuatro mocosos disfrazados de marineritos que es una gloria.

     Esto de la sonrisa de Ángel no quiero olvidarlo sin recordar y dejar por escrito el hecho de que una vez vi una foto de él sumamente joven cuando estuvo en España  haciendo su posgrado.

     No se ve qué estaba haciendo pero en su cara brilla una sonrisa tan espléndida como nunca se la vi. ¡Santo cielo! …¡siento celos!¿Por qué nunca tuvo esa sonrisa para mí? ¿Por qué vivimos cerca uno del otro sesenta y tres años (incluso fuimos vecinos muchos años) y jamás se la noté? ¿Será que había tragos de por medio en aquella foto? ¿Será que el alcohol es tan poderoso que supera a sesenta y tres años de hermandad? ¿Qué; los amigos de peda están más cerca del corazón que los hermanos?

     Esto es uno de los grandes retos de mi vejez: ayudar a otros y a mí mismo a comprender que eso no es cierto …que las apariencias engañan.

     Curiosas experiencias esas de mi infancia que me atrevo a intercalar aquí porque …¿a poco no es de humildad musgosa recordar que sus cinco mini héroes para mi madre, no éramos otra cosa que ‘los chingadillos’ para los escuincles de su pueblo? …aunque, justo es decirlo, también éramos sus ‘cinco estrellas’  para las mujeres de la familia y simplemente ‘los meshicanos’ para todo mundo.


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