"El propósito del arte no es una quintaesencia intelectual, rarificada
sino la vida, la brillante e intensa vida."

Alain - Arias Misson

martes, 17 de julio de 2018

Alma en Tránsito Capítulo 15: Enojos castrenses, frases hirientes, caprichos femeninos



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ENOJOS  CASTRENSES,  FRASES  HIRIENTES,  CAPRICHOS  FEMENINOS.


     Otro asunto del carácter militar que me afectaba era cuando un comandante que al parecer ya era tu amigo y respetaba todo lo relacionado con Sanidad Militar te salía con un domingo siete de lo más desagradable.

     Fue el caso de uno de ellos después de un simulacro del desfile del dieciséis de septiembre.

     El general Crisóforo Mazón Pineda estaba de mal humor y nos hizo recordar que él era el manda más de la Primera Zona Militar y comandante en jefe del Campo Militar Número Uno haciendo que nuestra Compañía desfilara innumerables veces alrededor de la enorme explanada de San Esteban bajo el ardiente sol del mediodía.

     Nos acompañó en el calvario el Cuarenta y Uno Batallón de Infantería y el Segundo Escuadrón de Armas de Acompañamiento (algo le habrían hecho al chaparrín general Mazón Pineda. Papá me dijo una vez: “ten cuidado con los chaparros cuando tienen mando y no confíes en quienes se ven más feos cuando se ríen”;  a don Crisóforo nunca le conocí risa ni sonrisa).

      No era raro resentir los malos humores de los jefes y eso no era lo peor. Lo “pior de lo pior” era ser sujetos a los caprichos de la esposa de alguno de ellos, como lo fue aquel año en que tuvimos que desfilar en las fiestas patrias con unos pinches tubos de cartón en las perneras, entre las rodillas y las botas, por debajo del pantalón de campaña porque “los pantalones se nos veían feítos con los pliegues”, ¡hazme el chingado favor! …muchas le debía seguramente aquel general a su “vieja” para darle tantas atribuciones, tantas concesiones …me cae de madre …y esto también se reflejaba en el modo de pintar los vehículos y en las solicitudes de consulta a cualquier hora y a cuanto familiar político se les ocurría a las ñoras …eso sí, con todo y medicinas… “cómprelas usted mi mayor, yo luego se las pago”  (¿crees en los Santos Reyes? …¡ah! ¿sííí? …entonces …sí, sí las pagaban).

     Luego les platico de una de estas consultas en las que por poco y me meto en una situación potencialmente mortal. Primero quiero acabar con lo que empecé de las salidas por peteneras de algún jefe aparentemente amigo y agradecido (los agradecimientos podían ser provocados desde muchas trincheras¸ desde el apoyo incondicional en una cirugía de cerebro para un hijo hidrocéfalo hasta por la redacción de una carta).

      En aquella ocasión estuvimos marche y marche, horas y horas como estúpidos, en redondo (bueno, en cuadrado) alrededor de la explanada central del Campo Militar.

     En algún momento nuestra compañía se rezagó (se “colgó”, como se dice en el argot militar) unos pocos pasos del contingente que iba por delante de nosotros, causando la ira del General Mazón quien, en vez de ordenar simplemente “acortar” momentáneamente el paso a las unidades precedentes, como se hacía en todos los desfiles oficiales en que participé siendo cadete; recrudeció el calvario ordenando “paso veloz” a todas las unidades una vuelta …y otra vuelta …y otra vuelta.

     Cuando aquella tarde algunos jefes comentaban el gran esfuerzo desarrollado innecesariamente, uno de aquellos comandantes dijo: …”y Sanidad Militar siempre como los huevos del puerco …atrás y colgando”.

     Ese coronel  estuvo sufriendo alguna vez un calvario quirúrgico y tuvo también a un ser querido en el quirófano. Les aseguro que ningún médico militar dijo nada despectivo al comentar las dificultades del procedimiento.

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