"El propósito del arte no es una quintaesencia intelectual, rarificada
sino la vida, la brillante e intensa vida."

Alain - Arias Misson

lunes, 8 de julio de 2019

Alma en Tránsito Capítulo 39: Noqueando a la casa, a la familia... y otros nocauts


39

NOQUEANDO   A  LA  CASA,  A  LA  FAMILIA 
…Y  OTROS  NOCAUTS


     Con el consultorio de Lindavista le dí en la madre a la vida familiar.

     Para empezar nos quedamos sin la recámara matrimonial pues ahí empecé a atender pacientes en lo que iba a ser un mundo de consulta en Lindavista.

     Yo había leído que Fuchs (enorme oftalmólogo alemán de tiempos pasados) había comenzado a dar y prestigiar una gran consulta con una silla en la azotea de su casa sin más fuente luminosa que el sol, así es que me parecía que yo estaba empezando en un palacio (no tan real como el de Polanco, pero palacio al fin de cuentas porque ahí estaba yo con ese enorme carisma que, para bien o para mal, Dios me dio)

     Esto del carisma no es mamada ni vanidad mía. Merece ser platicado, pues, aparte de que la palabra “lindavista” ya era carismática en eso de curar ojos, no me explico la rapidez del éxito más que por el carisma.

     Del carisma se puede hablar, pero no presumir. Es un don, no un merecimiento y no se da a fuerza entre gente linda y positiva.

     Yo he conocido a una bola de seres malos peligrosos y dañinos, profundamente carismáticos.

     Cuando lo tienes no te lo puedes quitar, es como si Dios te hubiera marcado profundamente.

     Antes de seguir quiero platicar un chiste acerca del ‘”carisma al revés” que me contó hace poco Anaí, mi querida hija menor.

     Era un pobre hombre que perdió los brazos en un accidente y decía:

     ---- Gracias Señor porque en tu infinita sabiduría me has privado de mis brazos que pudieron haber llevado a mis manos a ser instrumentos del mal.

     Poco después lo atropelló un trailer y le cortaron las piernas … y decía:

     ---- Te agradezco Señor que me hayas quitado las piernas porque así puedo estar en reposo alabándote y pensando en Ti en vez de andar corriendo tras las abominables prostitutas y en la incansable búsqueda del detestable becerro de oro.

     Más adelante le cagó una paloma en los ojos y quedó ciego …y lo mismo:

     ----Gracias Señor por haber preservado a mis ojos de ver películas pornográficas y de leer propaganda y lemas políticos que te atacan sin el menor respeto.

     Hasta que en una de esas se abre el cielo y baja un enorme pulgar como del tamaño del Monumento de la Revolución aplastándolo y recontra aplastándolo con enojados movimientos circulares de vaivén mientras se escucha una voz retumbante en los cielos que dice:

     ---- ¡¡QUE!! … ¿¿NO ENTIENDES QUE ME CAGAS ??     

     Bueno; pues esto, pero a la visconversa es el carisma.

     Todavía no sé si es porque le cae uno bien a Dios o todo lo contrario.

     Poco después ya no teníamos sala ni estancia ni se podía poner la televisión ni el radio. Mi esposa era mi secretaria, recepcionista y ayudante. Por la recepción pasó también una prima y hasta la maestra de kinder de Thaida mi hija mayor, miss que por cierto estaba monísima (desde niño me encantaron las misses, guapas o regulares …y a lo mejor hasta feas …tendría que hacer memoria …fueron tantas en el colegio Tepeyac …sobre todo las que daban clases de Inglés) y por cuya culpa noté por primera vez la clase de celos africanos que se gastaba Conchi.

     Resulta que una tarde llegó esta maestra a trabajar bajo un gran aguacero. Llegó empapada y le permití ponerse alguna ropa seca de mi mujer (ella no estaba en casa en ese momento) …jamás lo hubiera hecho; creo que hasta el trabajo le costó a la miss Angélica (así se llamaba aquél angelito; también me acuerdo del nombre de la enfermera que me llevó a mi primera infidelidad pero esas cosas no se dicen. En la vida he sido cabrón, pero siempre caballero).

     Esto de contar aventuras con pelos y señales; nombres y datos precisos de conquistas, de seducción, a veces con alcohol, de chicas vírgenes, entre risas y chacoteo; de dar nombres de enfermeras u oficinistas o pacientes o amistades y conocidas que quisieron tener un hijo con uno, ya fuera insinuándolo, ya fuese provocándolo, ya fuese consumándolo  ¿quién no lo vivió? Eso, siempre, siempre, desde que supe del sexo y sus avatares, me pareció detestable en grado sumo y fue causa de que yo dejara de tratar a más de un compañero.

     En mi casa llegó a estar prohibido cualquier ruido. No llorar. No reír. No hablar en voz alta. Primero estaba el paciente, luego el paciente y después el paciente. Hasta la sopa de mis hijas se comían mis pacientes.

     Claro que esto les dio a ellas viajes, estudios y bienestar económico, pero las privé de otras cosas más importantes en su muy temprana infancia (tanto Thaida como Dunia tenían menos de cinco años en aquel entonces).

     Afortunadamente los dueños del duplex donde vivía y trabajaba me lo pidieron pues un hijo de ellos acababa de terminar la carrera de medicina en el Politécnico. Se llamada Abdías (¿cómo no recordar nombre tan singular?) y los papás creyeron que el lugar era mágico y perfecto para triunfar, así es que me tuve que ir con la música a otra parte.

     Ya por esos días una “doctora” (era partera), la famosísima “Doctora Conde” de la Lindavista, La Villa y sus alrededores, me había ido a visitar y a insinuarme el irme a trabajar con su grupo en un sanatorito de doce camas que estaba en la calle de Río Bamba # 800, ahí cerquita, y en donde yo había operado en algunas ocasiones a pacientes privados, dada la cercanía con mi casa.

     No solamente en ese pequeño sanatorio andaba yo operando. También operaba en uno de cuatro camas de un tal Dr. Larrañaga, médico general quien no me mandaba los pacientes sino que me preguntaba, por ejemplo, que en cuánto le salía un pterigión (carnosidad) cuyo diagnóstico era pan comido para cualquiera y me pedía que le operara a “su” paciente en “su” sanatorio y él me pagaba …vaya, como una premonición de lo que ahora hacen los seguros de gastos médicos …pero en chiquito. Nunca me gustó, pero de ahí salió algo sumamente importante en mi vida que quiero platicar antes de seguir con la doctora Conde y su invitación de irme p’al MIG.

     Resulta que uno de los pacientes que operé en aquel mini sanatorio (a mí me daba igual operar en grandes que en diminutos quirófanos) era un médico físico culturista. Se llamaba Álvaro y estaba mamadísimo. Era muy buena persona y quedó bien de su pterigión a pesar de que se lo tuve que quitar con una enorme hoja de bisturí de cirugía general pues aquel quirófano liliputiense en sus dimensiones era gulliveresco en sus instrumentos.

     Por esos días tuve un agarrón automovilístico con un pendejete que me hizo sentir mal (ya no me acuerdo muy bien cómo fue el asunto …eran tantos y tan seguidos) y no nos dimos de golpes, por poquito. En esa ocasión recapacité seriamente en la conveniencia de aprender un arte marcial …total, me decía yo …en seis meses voy a estar como navaja para estos menesteres (iluso de mí que cuando lo hice; a los seis meses estaba todo desgarrado de los muslos y hasta un niño de diez años me hubiera podido madrear …como una vez sucedió …a lo mejor y hasta luego se los cuento).

     Pues a este Dr. Álvaro (…no recuerdo qué más) le pedí que me averiguara cuales eran las mejores escuelas de artes marciales en el D. F. y me recomendara alguna en particular. Yo pensaba que ser fisico culturista y saber de artes marciales era cosa natural. ¡Que equivocado estaba yo, que luego me dí cuenta de que el exceso en el desarrollo muscular no era propio de esas andanzas! Afortunadamente mi paciente era serio y concienzudo.

     Como no le había cobrado y además ya éramos buenos amigos, me hizo bien el estudio y un buen día me llegó con la novedad de que el mejor arte marcial era coreano, se llamaba Tae Kwon Do, y que la mejor escuela en México era la Moo Duk Kwan.

     ¿Ya lo ves?, andaba por las batallas oftalmológicas y ya estoy metido en las madrizas del Tae Kwon Do. Será éste otro asunto que meto al tintero con la intención de volverlo a sacar …a ver si no se me ahoga en tanta tinta …pero ¡que chingaos! más vale que me “zo …zobren” los temas y no que me “fa …falten”.

      …Otro chiste al respecto …para variar (esta vez inspirado en la zozobra).

     Está la viuda llorosa durante el velorio de su borrachín marido y se acerca la comadre:

     ---- ¡Ay Adelita! cuánto siento lo de Sempronio …mira que morir así, ahogado en un barril de cerveza sin poder salirse.

     ---- ¿Sin poder salirse? ¡Si se salió tres veces a mear!

     Y para que no se me ahoguen en tinta les voy a platicar de mis dos nocauts en el Tae Kwon Do. Uno lo propiné yo casi sin querer y el otro me lo propinó a mí un chamaquito también  sin proponérselo.

      Resulta que para obtener la cinta negra había que dar cien clases siendo marrón. Al terminar yo de dar una de ellas se me acercó un joven de unos veinticinco años a quien yo veía por primera vez esa mañana. Me había pasado desapercibido durante la clase de hora y media y eso sucedía cuando un alumno hacía las cosas bien (los que las hacen mal son los más notorios).

     Se me acercó y me dijo:

     ---- Profesor …¿Me da chance de pelear un round con usted? (yo ya tenía cuarenta y un años; había comenzado de treinta y siete).

     ¡Ay cabrón! pensé: ¡un león rasurado!

     Los leones rasurados no eran raros; uno ya me había puesto una putiza cuatro años antes. Eran muchachos locos ya con cintas avanzadas que se andaban metiendo en escuelas donde no los conocían, ostentando la cinta blanca de principiante para madrear gente no más por gusto. El que me golpeó era ya cinta marrón con Chuck Norris en Los Ángeles y cuando venía a visitar a su familia a México se divertía de tan miserable manera. (Siendo yo marrón tomé justa venganza una mañana en que el incauto llegó ostentando su cinta blanca …cuatro y medio años después …¡que gusto me dí! …Diosito me lo mandó …¿qué no dice la canción: “Qué bonita es la revancha cuando Dios nos la concede”? …ya nunca regresó).

     Ni pedo…tenía que aceptar el reto pero sin darle el menor chance. En artes marciales no hay amago que valga, si te descuidas se te viene el mundo encima como si fuera un trailer …¡fuuúcuuutuuun! …y más si fallas, pues acabando el ataque es cuando quedas más desprotegido. Por lo tanto aullé mi kiap estentóreo, solté la patada que “más hecha” tenía a la cabeza y este pobre la recibió de lado, sobre la oreja, fue a dar contra la pared y ahí le volvió a rebotar la chola. Quedó tirado como muerto.

     ¡¡Qué susto!! ¡¡Qué tremendo susto!! Le separé los párpados y no…no estaba muerto … la pupilas estaban iguales y pequeñas (tal vez demasiado pequeñas, tal vez algo intoxicado). Respiraba y al poco rato, que me pareció eterno, se movió, se levantó y cuando se percató de adonde estaba, juntó las manos, se inclinó, se despidió y cuando ya se iba le pregunté:

     ---- ¿Por qué lo hiciste compañero?

    ---- Pa …pa …para pro …probarme a mí mismo, contestó mientras le temblaba la barbilla.

     ¡Anda a que te den por el  culo! (esto es lo que se dice en buen Castellano como colofón en estas situaciones y yo no lo dije pero bien que lo pensé).

     Pinche bola de locos entre los que he andado metido toda la vida.
     Las tardes de examen cada seis meses olía a alcohol y a marihuana de a madres.
    
     El turno de ser noqueado me tocó en una de esas clases también. Un niño de unos diez años participaba con su cintita blanca y unos grititos que daban ganas de llorar al oirlo. Su “kiap” parecía el maullido de un gatito moribundo. No había modo de que se enfureciera o por lo menos de que lo simulara. En una de esas, al pasar junto a él, quise espantarlo para ver cómo reaccionaba y me le acerqué bruscamente lanzando el kiap más feroz que pude sacar: fue algo así como:

     ---- “JAA YAA JAAA AAA” …pero …oiga usted …que ni Bruce Lee, ni Tarzán juntos.

     Aquel chaparrín se recargó aterrorizado contra la pared, levantó de lado su patita bien derecha (como yo le había enseñado) y el pendejo de su profesor se clavó de hígado en su talón.

     ¿Nunca los han noqueado así? …es horrible.

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