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MENTES
BRILLANTES PERO PENDEJAS
( ARCANGELES DEPREDADORES )
Los médicos que atendíamos en el Servicio
de Oftalmología del Sanatorio Español en 1965 éramos: una luminaria quirúrgica,
pero clínico modesto; un buen maestro viejo, aún bastante activo; un gallego
muy buen clínico y algo rollero; un viejo refugiado español político, literato,
estorboso; …y yo.
Hablaré de ellos pues conviví a su lado
varios años e influyeron en mi vida como siempre influyeron los médicos mayores
a mí, tanto militares como civiles; aprendiendo de ellos: ya lo que
ansiaba ser, ya lo que no quería llegar
a ser.
El que figuraba como cabeza activa del
Servicio era el Dr. Heriberto Fernández Isassi. Andaría pasaditos los sesenta y
era una dulzura. Siempre amable, poseedor de suave y tranquila voz. Era un
magnífico cirujano y nunca operaba con guantes. Esto era propio de cirujanos
oftalmólogos viejos, quienes blandían el argumento de que con ellos se perdía
finura en el tacto. Los guantes que se comenzaron a usar a principios del siglo
veinte para operar ojos eran como los de primera comunión, de lino blanco y
desde luego que debe haber sido una monserga operar con eso cubriéndote las
manos.
Que no crea cualquiera que es fácil
trabajar finamente con guantes, aún con los finos de látex de nuestros tiempos,
en cosas delicadas (cualquiera lava platos con ellos o hace un tacto vaginal o
rectal), y menos aún si no te quedan bien ajustados.
Recuerdo cuando quise aprender algo de
mecánica automotriz poniéndome guantes de cirujano para no mancharme las manos
y no andar tocando los ojos de mis pacientes con uñas de enterrador. Fracasé
rotundamente en mi intento por falta de sensibilidad, enganchamientos y rupturas que dejaban partes
de pellejos digitales de hule entre las tuercas y los tornillos o sueltas
adentro del carburador.
…Un desastre.
También lo quise hacer así, por idénticas
razones, para aprender jardinería (aunque, desde luego, la tierra es más fácil
de quitar de las uñas que el agarroso aceite quemado; no se diga de las negras
cicatrices en los dedos después de lastimarme con el desarmador luchando con
los motores).
Fue por no haber dominado los guantes por
lo que mis aficiones de mecánico y de jardinero no prendieron en mi vida …y ni
modo …ya estaba bien de incursionar por tanta afición …que si la guitarra … que
si la armónica …que si la pintura y la escultura …que si el Inglés …que si el
Alemán …que si el Tae Kwon Do …que si la hipnosis …que si …¡ya párale! ¡¿A
quién quieres impresionar?! …aprendiz de todo y maestro de nada.
Siempre tuve una neurosis dominante en la
vida. Quise saberlo todo, quise experimentarlo todo …y me fue como en feria.
El Dr. Fernández Isassi quiso ser músico en
vez de oftalmólogo. Su familia era provinciana (creo que de Jalapa) y cuando
comunicó sus intenciones de hacerse músico el papá se lo prohibió poniendo el
grito en el cielo. Creía el padre que ser músico consistía en andar tocando un
violincito por las calles pidiendo limosna.
A Don Heriberto sólo le quedó el consuelo
de pertenecer a la Asociación Musical Daniel y ser un asiduo asistente a
conciertos en Bellas Artes.
También era muy aficionado a cosas
esotéricas como aquello del cordón de plata y los viajes astrales. Recomendaba
no eyacular en el coito, para conservar la fuerza espiritual.
Sostenía haber conocido a un iniciado en
no sé que madres, quien, en mitad de un aguacero, era respetado por la lluvia,
la cual no caía ni sobre ni alrededor de él mientras todos los demás se
empapaban en las cercanías.
A mí me parecía maravilloso que tanta loca
fantasía cupiera en una mente tan seria como la de ese hombre, quien había sido
presidente de la primera Sociedad Mexicana de Oftalmología que hubo en el país,
habiendo sido él quien la separó de los “otorrinos” (cuando yo era niño
recuerdo haber visto todavía un servicio del Sanatorio Español con un gran
letrero que decía: “Ojos, Oídos, Nariz y Garganta”).
Años después tuve un gran amigo médico
cirujano prestigiado y rico quien murió
arruinado, depredado por “arcángeles” indígenas y otros pícaros parecidos que se le metieron en su vida y lo
arruinaron. Todo lo que se le planteó y ofreció como una vida maravillosa, útil
y feliz terminó con la pérdida de su casa, su consultorio, su clientela, su
mujer y un hijo muertos en un accidente automovilístico, y otro hijo en la
cárcel. Desechó la oportunidad de invertir y tener un magnífico consultorio en
la torre que construimos juntos todos los fundadores del MIG por ser el D.F.
“zona sísmica” y haber malas premoniciones por la aparición de un nuevo
planeta.
Yo soy defensor de la lucha por la
espiritualidad, pero hay quienes abusan de los demás explotando ese terreno tan
sediento del agua refrescante de Dios y haciéndose pasar por iluminados o
pertenecientes a la corte celestial. Se pasan de listos …¡ya ni chingan!
Mucho de lo que se lee en los innumerables
libros de autoayuda que pululan y enriquecen a unos cuantos, toda esa filosofía
de Sanborn´s se basa en la enorme ignorancia que tenemos los occidentales
acerca de la espiritualidad oriental. Todo eso está ya semblanteado en los
filósofos “alejandrinos” como mi amado Plotino, ya en el siglo segundo de
nuestra era, que supieron conjuntar las filosofías oriental y occidental.
Incluso ya se puede leer en obras breves y maravillosas como el Bhagavad Guita
de un putamadral de años antes …pero somos ignorantes; renunciamos a la
meditación. Los que estudiamos lo hacemos más en extensión que en profundidad
…y ahí están las consecuencias.
Si a esto le agregamos que entre San
Agustín de Hipona, y Santo Tomás de
Aquino nos pusieron a Platón y a Aristóteles de pipa y guante, vaya de traje y
corbata (estoy exagerando, solamente los cristianizaron) y que Descartes nos
puso a Dios allá y a nosotros acá …pues los orientalistas mercachifles y de
puesto de periódicos han hecho de las suyas aprovechándose de nuestras
angustias y vacíos occidentales.
Leer viene de “legere” o sea “coger” …¡sí
coño! ¡que no te espante el vocabulario!, “cosechar” . Pero al leer hay que
poner en juego todos los verbos de esa familia: “inteligir” (saber leer entre
líneas), “colegir” (relacionar con otros escritos y conocimientos) y
finalmente: “escoger” (este ni falta hace explicarlo; ¿ó sí?)
El Dr. Fernández Isassi me brindó su
amistad, me invitó a su casa, me concedió generosamente su charla no
profesional y me dio su firma avalándome como oftalmólogo cuando la necesité.
Me introdujo como maestro de Oftalmología de los cursos pilotos de la UNAM que
se pusieron de moda en los años sesenta en diversos hospitales para los alumnos
de medicina de quinto año y fue en estos cursos cuando me di cuenta que, fuera
de su experiencia quirúrgica; clínicamente yo lo superaba.
La cosa fue así:
Dando mi clase, les explicaba yo a los
alumnos los síntomas y signos de la trombosis del seno cavernoso de la dura
madre. Este laguito venoso de las meninges cuando se trombosa, es decir, cuando
su sangre se apelmaza y lo enloda, lleva a la muerte si no se trata enérgica y
rápidamente …y uno de sus primeros síntomas aparece en los ojos. Les advertí a
los chavos y chavas (entre éstas había una, guapísima y buenísima, que en los
exámenes me cruzaba las piernas de escalofrío mostrándome hasta las entrañas y
que ponía a prueba mi estoicismo para poder reprobarla …porque era bien burra)
que eso de la trombosis del seno cavernoso era pregunta de examen “a
huevísimo”.
Pues no les miento, de grupos de más de
veinte cabron@s sólo uno o dos la contestaban.
Don Heriberto me corregía la calificación
reprobatoria y los pasaba diciéndome que esas cosas ni él mismo se las sabía.
Sin comentarios.
Es más, esos estudiantes y estudiantas, a
un año de recibirse, todavía se quedaban alelados si les preguntaba la
diferencia entre trombosis y embolia …¡no hay que ser! …está bien que no lo
sepan el común de los mortales, pero ¡¿un alumno de quinto año?! …sin
comentarios otra vez porque si me pongo a hacer comentarios me echo un libro no
más acerca de las lacras y lastres de nuestros sistemas educativos.
Luego estas decenas de miles de malos
estudiantes son los médicos que aspiran a plazas imposibles de alcanzar en los
buenos centros hospitalarios y luego andan trabajando en las farmacias de
similares a veinte pesos (de hoy en día) la consulta …y aún trabajando por el
equivalente a uno o dos pesos por cada una en otros lugares donde tienen que
atender a montones de enfermos en cada
turno con sueldos irrisorios (efectivamente lo son; no exagero. Si divides lo
que ganan entre el volumen de pacientes no sale arriba de dos pesos por
consulta …me cae de madre; y no son lugares de beneficencia ni mucho menos).
La ley de la oferta y la demanda en México
ha hecho de la profesión médica una opción pésima para nuestros hijos y nietos.
Mientras seamos tantos, la mayoría mal
preparados y aspirando a ejercer en las grandes urbes, se nos ofrecerán
migajas. No hay de otra.
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